En este como en alguno de los otros linajes, se ha usado la verdadera ortografía del apellido: Los Lazcano de la Argentina, después de 1810, más o menos suprimieron la preposición “de” y cambiaron la “z” por la “s”. El primer caso es el Bisabuelo del fundador de la Soberana Compañía de Loyola, "Don Francisco Javier de Lazcano e Igarzabal" registrando a su hija Como "Vicenta Lascano Hernández" abuela de Don Carlos Gustavo Lavado Ruíz y Roqué Lascano, explicable, y se debe sin duda al deseo de acortar la firma, pese a tentado a las reglas gramaticales que tal decisión significa cuando se trata de apellidos solariegos – como Lazcano_ según lo expresa bien claro la gramática de la Lengua Española.
Perteneciente al antiguo y poderoso linaje guipuzcoano de los Lazcano, que fue cabeza del bando oñacino y estuvo emparentado con los reyes de Castilla y Navarra. San Ignacio de Loyola pertenecía a esta familia, siendo su padre Juan Ruiz de Lazcano, señor de Murúa. En 1540, María de Lazcano —hija mayor de Felipe de Lazcano y de Elvira de Gauna— casó con Bernardino Pérez de Arteaga —señor de la Casa solar y Torre de Arteaga, en Villafranca—, de cuya unión resultó la fusión de ambos apellidos.
Biznieto de éstos sería Ignacio Ciro, que acumulaba los títulos de decimosexto señor de Lazcano, cuarto marqués de Valmediano y primer conde de Corres. El primer marqués de Valmediano fue Tomás Isidro de Chiriboga y Mendoza, en 1692, heredando su hermana el título que al estar casada con Juan Antonio de Arteaga-Lazcano, lo pasó a esta familia.
Recibió Ignacio Ciro la
merced de conde de Corres el 19 de enero de 1773. Joaquín José de
Arteaga-Lazcano y Mendoza, padre de Ignacio Ciro, pleiteó infructuosamente para
lograr el título de duque del Infantado, al que tenía derecho, pero luego éste
no prosiguió el litigio ya que era muy amigo del decimotercer duque del
Infantado, Pedro de Alcántara.
Ignacio Ciro de
Arteaga-Lazcano contrajo matrimonio, en Madrid, el 20 de abril de 1783 con
María Ana de Palafox y Silva, hija de Fausto Francisco de Palafox y Pérez de
Guzmán, VII marqués de Ariza y de Estepa, entre otros títulos, y de María
Teresa de Silva Bazán y Sarmiento.
Como rentista que era y poseedor de vínculos, bienes y patronatos, mantuvo los casi inevitables pleitos que su gestión solía acarrear. Así, sostuvo un pleito en 1775 con vecinos de Urdúliz (Vizcaya) con motivo de la obra nueva de un molino y otro contra el cabildo eclesiástico de la parroquia de la misma localidad en 1800, a causa de la asignación de cuotas a la fábrica de la citada parroquia.
Mantuvo también un litigio, entre 1784 y 1787, con el señor de la casa de Terán
por haber abierto el arrendatario del molino de Hontanares (Segovia), propiedad
del conde de Corres, una zanja que perjudicaba a un prado de aquél.
Igualmente pleiteó
contra la villa de Ataun (Guipúzcoa) en 1801. Por último, como señor de la casa
de Chiriboga que era, entre 1790 y 1802, siguió pleito para recuperar un solar
perteneciente a este mayorazgo situado en el valle de Urbieta, jurisdicción de
Cestona (Guipúzcoa).
Por lo demás,
afincado en Madrid, desarrolló la clásica vida de cortesano acumulador de
títulos y honores.
Fue gentilhombre de
Cámara del Rey, heredó de su padre la Grandeza de España de segunda clase en
1789, obtuvo el nombramiento de caballero de la Gran Cruz de la Orden de Carlos
III en 1791 y fue nombrado caballero de la Orden del Toisón de Oro en 1816.
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