el sEÑOR Comandante y gran maestre
Este pasado jueves, Felipe VI se reunía con el príncipe Frey Matthew Festing, Gran Maestre de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta.
Antes, el noble caballero fue recibido por el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo. En el encuentro de la Zarzuela, además del Gran Maestre y de su canciller, estuvieron el secretario de Estado para la UE, su embajador en España y el delegado español ante la Orden, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, que también es embajador ante la Santa Sede.
Una reunión a un nivel altísimo, con rango de Estado, y que, sin embargo, no aparecerá en los titulares de la prensa diaria. La Orden de Malta, casi mil años la contemplan, ha aprendido a actuar con una discreción proverbial. Nosotros les desvelamos sus misterios.
Aunque de sus 13.500 miembros no todos son príncipes y alta nobleza, en los estratos más altos figuran solo aristócratas. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿'Networking' a un nivel inimaginable? Hoy, los aficionados a las conspiraciones descubren en sus nueve siglos de historia el tejido de una conjura para dominar el mundo. Si bien en esos círculos de poder privado cuesta discernir lo real de lo esotérico, existen algunas pistas que excitan la imaginación: la Orden custodia desde tiempos inmemoriales fragmentos del ‘lignum crucis’, la cruz de Cristo; el 'halcón maltés' de John Huston y Humphrey Bogart fue un ave muy real; el fin de la Guerra Fría (1989) se firmó en la Cumbre de Malta; en cuanto dimitió Benedicto XVI, fue nombrado presidente del Banco Vaticano (IOR) el alemán Ernst von Freyberg, caballero de la Orden; algunos de sus miembros más relevantes han pertenecido al mismo tiempo a los todopoderosos Club Bilderberg, la Comisión Trilateral o el CFR; en Aventino, una de las siete colinas de Roma, existe una misteriosa estancia: desde el ojo de su cerradura puede verse la propia Orden, Roma y la cúpula de San Pedro. El poder terrenal y el poder celestial, a un golpe de vista
Lo que dice la historia
Su máximo cargo, el británico Frey Matthew Festing, quien se entrevistó el pasado jueves con el Rey Felipe, tiene trato de Alteza Eminentísima y rango de cardenal. Si se cruzan con él no sabrán ni cómo deben saludarle. En su estratosférico nivel, solo debe obedecer al papa. Y es que la Orden de Malta es el único organismo internacional que funciona como un Estado soberano sin territorio en el que asentarse: dispone de embajadas, funcionarios, mantiene relaciones diplomáticas con 106 países, emite sellos, acuña moneda y tiene sus propios tribunales.
Hablamos con la Orden
Felipe VI saluda a Frey Matthew Festing (Casa Real)
En el consejo directivo de la Asamblea Española de la Orden de Malta se encuentran señalados nombres de la aristocracia: el conde de Villalcázar de Sirga, el conde de Orgaz, el marqués de Campo Real, la condesa de Villaflor, la duquesa de Maura, el conde de Santa Olalla, el marqués de Amurrio y la condesa de Rodezno, un hermano del ministro de Cultura y un miembro del señorío de los Coello de Portugal, entre otros. ¿Quién puede ser miembro de la Orden de Malta y a qué se dedican? Nos responde Jean-Marie Musy, embajador de la Orden en España: “Entre sus 13.500 miembros y más de 100.000 colaboradores, perteneciendo a muchas nacionalidades y categorías sociales, hay naturalmente representantes importantes del mundo de hoy y de ayer, pero se trata de una minoría. No comunicamos listas [de personajes], ya que este tipo de publicidad nos interesa menos que la información sobre nuestros proyectos humanitarios en los cinco continentes. Cada católico dispuesto a dedicarse a la ayuda de los demás (enfermos, discapacitados, pobres) puede entrar en la Orden después de unos años de prueba, durante los cuales tendrá que dar muestras de su implicación y trabajo en nuestros proyectos locales o internacionales”.
En efecto. Como bien dice su embajador en España, la Orden de Malta es la ONG más longeva de la Historia: coordina a 25.000 médicos y enfermeras, tiene 80.000 voluntarios y entre sus joyas está el hospital de San Juan Bautista en Roma y la maternidad de la Sagrada Familia en Belén. La Orden se financia a través de la cuotas de sus miembros, de generosas donaciones y cada embajador mantiene la sede con su fortuna personal. Católica hasta la médula, sus miembros “están dedicados al ejercicio de las virtudes y caridad cristiana y solo se es admitido por invitación, entre personas de moralidad intachable y práctica católica”, según rezan sus estatutos.
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