jueves, 19 de septiembre de 2013

El agua en el lugar equivocado, en el momento equivocado, ¿cómo lo podemos afrontar?. Por Rowena Soriaga y Wendy Clavano, del centro jesuita de investigación científica en Filipinas.



La Semana Mundial del Agua 2013  se clausuró con la Declaración de Estocolmo  en el que se hizo un llamamiento a la ONU y a su Grupo de Trabajo Abierto para proponer el desarrollo de un Objetivo de Desarrollo Sostenible del Agua en la agenda post -2015. 

Tres resultados a los que se aspiran para el año 2030 son: 1) la duplicación de la productividad global de agua, 2) la consumación universal del derecho humano al agua potable y al saneamiento y, 3) un aumento de la resistencia a los desastres relacionados con el agua. Estos resultados deseables para esa fecha reflejan los problemas que se tienen que abordar por el movimiento del agua en diferentes facetas: es muy poca, está muy sucia, y/o es demasiada. En vastas áreas del Pacífico occidental y en India monzónica, los peores desastres naturales y más frecuentes son los provocados por el agua que cae en el lugar y en el momento equivocado (a la vez que no cae suficiente agua en donde más se necesita), produciendo inundaciones, deslizamientos y sequías. Estamos a mitad de 2013, y ya la Base de Datos Internacional de Desastres ha registrado 18 casos de desastre provocado por las inundaciones en la región asiática, afectando a 1,8 millones de personas.

El tercer resultado es muy importante para la región Asia-Pacífico, y es por eso que el Institute of Environmental Science for Social Change (ESSC), en colaboración con la red ignaciana GIAN-Ecología, trató de promover la reducción del riesgo de desastres como una parte esencial de las discusiones sobre el agua durante la Semana Mundial del Agua.

¿Cómo podemos aumentar nuestra capacidad de adaptación ante los desastres relacionados con el agua? La Declaración de Estocolmo ofrece algunas directrices y recomendó que la resistencia y adaptación ante los desastres relacionados con el agua se puede aumentar “mediante una exhaustiva gestión de riesgos, el mantenimiento de ecosistemas saludables y la mejora de la calidad del agua como requisitos previos para la provisión de agua potable, cubriendo las necesidades básicas de alimentos, energía y otros servicios básicos para las personas y las sociedades en el futuro.” La Declaración también apuntó que “la gestión racional del agua, a partir de enfoques basados en los ecosistemas, es un requisito previo para asegurar la resistencia y adaptación. La integración de la gestión de los recursos hídricos en todos los niveles de la planificación, la construcción y el gobierno de nuestras sociedades salvará vidas, medios de subsistencia y bienes.”

En el contexto del cambio climático y el aumento de la vulnerabilidad social, la reducción del riesgo de desastres debe incorporar el análisis científico de los datos hidrometeorológicos que puedan mejorar la caracterización de los peligros que contribuyen a aumentar los riesgos de desastres relacionados con el agua. Una mejor comprensión de los riesgos puede ayudar a mejorar la difusión de los mismos. La comunicación efectiva debe afectar a la percepción del riesgo y la cultura de la seguridad de un individuo, comunidad o sociedad, de una manera que induzca la adaptación humana a través de acciones preventivas que disminuyan los impactos en caso de desastres. Una gestión inteligente del agua, en nuestro contexto actual, significa encontrar maneras de transformar la tierra y la gobernanza del agua.

La capacidad de adaptación para minimizar los riesgos es una de las mayores preocupaciones en las regiones de las zonas del sur de Asia y Asia-Pacífico, y el mayor esfuerzo está previsto realizarlo en la comunicación de las enseñanzas extraídas de los análisis de datos recientes por un lado, y la respuesta práctica realizada por las comunidades por otro. El ESSC está llevando a cabo evaluaciones de áreas potenciales de reubicación, donde se puedan establecer grupos de personas sin hogar y familias de colonos informales. Se está ayudando a mejorar la toma de decisiones de los gobiernos y las parroquias locales en la planificación de la reducción del riesgo de desastres, y la gestión de los mismos a través del uso de herramientas como la cartografía participativa para la toma de decisiones, explorando materiales de construcción alternativos para viviendas de bajo costo, y desarrollando perfiles de evaluación de riesgos de las comunidades vulnerables. Todo ello se integra en los planes de reducción y gestión de desastres. La intención es desarrollar un diálogo con los principales interesados en el gobierno nacional y sus organismos técnicos responsables, los gobiernos locales y las comunidades en zonas de riesgo de inundaciones y deslizamientos, asistiendo a grupos y agencias de desarrollo, la comunidad científica, los medios de comunicación y el sector privado. También hay una reafirmación de la necesidad de avanzar en las discusiones en el área de la ciencia de la sostenibilidad, que tenga en cuenta un enfoque más integral de los problemas globales en el ámbito local para que la gente en la sociedad no escoja y elija lo que es “motivo de preocupación” para ellos. Tenemos que instruirnos con mucha más rapidez en el mundo de hoy ya que todos estos asuntos son una preocupación común y tenemos que aprender a compartir y proteger los recursos, especialmente el agua.

Y, por último, una de las lecciones aprendidas participando en las discusiones científicas en Estocolmo es que hay mucho más trabajo por hacer para tratar de anticipar los fenómenos extremos y sorpresas que podemos esperar por los desequilibrios que los seres humanos hemos introducido en la naturaleza. También hay una gran preocupación en la comunidad científica en cuanto a la falta de capacidad política, el compromiso corporativo y colaboración de la sociedad civil para lograr realmente respuestas adecuadas en un momento dado. Parte del desafío que se vislumbra ahora es cómo formar a los jóvenes de hoy en un sistema de valores eficaz que les inculque mantener un ecosistema sostenible global en la tierra.

Estas tres áreas forman una parte esencial de los trabajos del ESSC en el próximo año, y requieren el total aprovechamiento de sus competencias y capacidades para desarrollar y ampliar la colaboración y alianzas tanto a nivel local como a nivel global.

Rowena Soriaga y Wendy Clavano son científicas de investigación en el Institute of Environmental Science for Social Change, un centro jesuita de investigación científica en Filipinas que desarrolla mecanismos medioambientales con las comunidades y los gobiernos locales para promover la adecuada gestión y aprovechamiento de los recursos naturales.


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