Será Reina. Ya lo es en los corazones y pronto lo será en el papel. Pero Máxima de Holanda será además la primera Reina consorte del país desde hace más de un siglo. Un título rescatado en su honor de un pasado remoto (Emma de Waldeck-Pyrmont fue la última soberana que lo llevó desde 1879 hasta la muerte de su esposo, Guillermo III, en 1890) y que por poco se pierde por el camino y no llega jamás a manos de la Princesa de Orange. Tres formaciones políticas hicieron una moción en el Parlamento para impedir que se convirtiera en Reina, llegado el día en que su esposo, el príncipe Guillermo, accediera al trono. Sus argumentos: continuar con la tradición monárquica holandesa y evitar así caer en una discriminación de carácter sexista, ya que desde finales del siglo XIX los consortes de las Reinas de los Países Bajos han sido Príncipes y no Reyes. No era la opinión de la mayoría y no prosperó. El Parlamento confirmaba oficialmente el 13 de mayo de 2011 que la Princesa de Orange sería Reina.
Un condicional que hoy está a punto de suceder. El magno acontecimiento está a la vuelta de esquina: el 30 de abril. En cuestión de apenas tres meses, desde el pasado 28 de enero, tras el anuncio de la abdicación de Beatriz de Holanda, hasta el gran día, tanto el príncipe Guillermo-Alejandro como la princesa Máxima tienen mucho por hacer. En realidad, toda la institución monárquica, que se verá trastocada hasta cambiar radicalmente. Toca ahora al Príncipe de Organge dimitir de las funciones que ocupa como Heredero del trono:de su puesto en el Comité Internacional Olímpico, de su cargo de Director del Comité de Consejo sobre el agua y la higiene junto al Secretario General de las Naciones Unidas... Y, en esa cesión de tareas, el príncipe Guillermo, actualmente Comandante de la Marina Real, pasará a la reserva del Ejército una vez se convierta en Rey de los Países Bajos. El cambio en el estatus se producirá, sin embargo, "con todos los honores", según ha comunicado la oficina de prensa de la Casa Real holandesa. No en vano, el abandono de sus funciones en la Fuerzas Armadas se trata en cualquier caso de una formalidad a la que obliga la constitución holandesa.
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Con tal motivo se ha preparado también una agenda de viajes para los futuros Reyes que abarca la visita de doce provincias y seis islas durante las semanas previas y los primeros meses de su instalación y se les está organizando un programa de visitas de Estado a contrarreloj. Bélgica, Luxemburgo, Gran Bretaña y España figuran entre los destinos prioritarios a los que deberán hacer frente la pareja soberana en una espiral de bienvenidas, honores, actos y cenas de gala.
La Casa Real cuenta con un amplio equipo para poner todos los planes en marcha. Según la tradición, los principales puestos de la Corte presentarán su dimisión con el cambio de jefatura, para dar libertad a los nuevos soberanos Guillermo y Máxima de Holanda de reorganizar la Casa Real a su gusto, si bien los Reyes desearán rodearse de personas con experiencia que les guíen en sus primeros pasos. Actualmente, por ejemplo, la reina Beatriz dispone de siete asistentes, mujeres de la aristocracia o de la alta sociedad y de toda confianza para salvaguardar grandes o pequeños secretos. La princesa Máxima las conoce bien y ya ha contado con el servicio de algunas en su papel de Princesa de Orange. Lo que es seguro es que la transición será dulce.
La única mácula de las ceremonias de coronación es que se celebrarán con la ausencia de los padres de la princesa Máxima. Ya renunciaron a asistir a la boda de su hija por su relación con la dictadura militar del General Videla y ahora, para evitar toda polémica, por decisión de la princesa Máxima, también a su investidura. Una decisión difícil, una decisión majestuosa. Ya se preparan la princesa Máxima para convertirse en Reina y la reina Beatriz para ser una Princesa retirada de la esencia de la vida pública. Una nueva era comienza.
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