domingo, 8 de mayo de 2016

LA CRUZ DE BORGOÑA: BANDERA DE LA HISPANIDAD Y LA TRADICIÓN.



"San Ignacio de Loyola"


Bandera de la Hispanidad en las Américas, 
adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana 
de Montevideo el 13 de diciembre de 1933


Los carlistas tienen la Cruz de Borgoña como divisa: en gules una cruz en aspa anudada sobre fondo de plata. 

Pero es ésta también la insignia bajo la cual se conquistó América. La Cruz de Borgoña ondeó durante siglos de pax hispánica desde la Florida y la California hasta la Patagonia. Fue bajo esta bandera que en nuestra tierra se combatió al invasor británico en 1806 y 1807, como atestigua el estandarte de los Granaderos Voluntarios de Buenos Ayres similar al que aquí se reproduce y que se conserva en el Museo de Luján a pocos metros de donde reside nuestra Patrona. 

La devoción por el apóstol San Andrés a lo largo y a lo ancho de toda la Cristandad, de Escocia a Rusia, hizo que fuese representado por el aspa que le sirvió de suplicio e instrumento de su martirio. Curiosamente representada el aspa por los troncos cruzados y sus nudos, esta cruz fue insignia de la Casa de Borgoña al menos desde el siglo XV, viendosela en batalla contra las fuerzas centralistas dirigidas desde París. Como una profecía, ya en ese tiempo, la Cruz de Borgoña fue sinónima de las libertades forales frente al centralismo. 

Heredada junto a las tierras que representaba por la Casa de Austria, la Cruz de Borgoña fue adoptada por la infantería española en las luchas contra la Francia que, aliada con el Turco y los príncipes protestantes alemanes, buscaba quebrar la Cristiandad. Mientras los Tercios la llevaban victoriosa por Flandes e Italia, los conquistadores la hacían flamear en las Indias. Tan legendarias fueron las hazañas acometidas con la Cruz de Borgoña en alto que aún hoy un rectángulo cruzado es símbolo militar de la infantería. 

Esa Christianitas minor que fue la Hispanidad se encontró representada por la Cruz de Borgoña. Los galeones con el aspa de San Andrés enfrentaban a los huesos cruzados de los barcos piratas ingleses, holandeses y franceses. La cruz roja sobre fondo blanco resistía en los fuertes, ondeaba en las universidades y presidía las misiones, cuando aún la de San Jorge (un San Jorge devaluado por la Reforma) se dedicaba al tráfico de esclavos, el genocidio de las poblaciones indígenas y el traslado de indeseables al otro lado del Atlántico. 

Los Borbones utilizaron su propio escudo de armas pero la Cruz de Borgoña continuó en los estandartes de las diversas unidades militares. Recién en 1785 se introduce la rojigualda en los buques y en 1793 en los puertos. Sin embargo, la borgoñona siguió ondeando. Y por eso se la puede ver aún hoy en las banderas estaduales de la Florida y Alabama en los Estados Unidos, o en los fuertes históricos de San Juan de Puerto Rico. 

Recién en 1843 la rojigualda es utilizada como bandera nacional de España por decreto de la usurpadora Isabel "II" y con el tiempo también los carlistas la asumieron como propia. Pero habiendo sido adoptada varios años después de concluidas las llamadas guerras de las independencias americanas, es la Cruz de Borgoña la que veramente representa a la Hispanidad -aún aunque organizaciones carlistas que existieron en la América Hispana (como la Juventud Carlista de Buenos Aires fundada en 1907) hayan utilizado la rojigualda. 

Respecto a la Cruz de Borgoña, no es absolutamente clara su vinculación con el Carlismo, al menos hasta 1935 en que es usada oficialmente como insignia del Requeté. Pero en cualquier caso, los carlistas la asumieron como propia sin dificultad como se la puede ver hacia fines del siglo XIX en numerosas publicaciones tradicionalistas. Hoy los hijos de la Madre Patria de este lado del Atlántico no debemos temer hacer ondear la bandera de la tradición hispánica junto a las de nuestros países recordando nuestro común origen y nuestra común vocación.

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