Las relaciones de Ignacio con
personas que no son jesuitas constituyen un campo amplio y casi inexplorado, a
no ser por las aportaciones muy valiosas, aunque fragmentarias de Hugo Rahner.
En su obra Ignace
de Loyola, Correspondence avec les femmes de son temps (Paris, 1964, DDB), Rahner enumera una larga lista de corresponsales de
Ignacio, con quienes el santo parece haber tenido verdadera amistad, y llega a
afirmar: «En verdad el corazón desbordante de Ignacio encontró eco en el de sus
amigos; si no se hiciese mención de estas amistades desfiguraríamos el retrato
de nuestro santo».
Entre estas amistades, Hugo Rahner ha estudiado la notable correspondencia con
mujeres entre las cuales destacan verdaderas amigas. Este conjunto de cartas
es, dentro del epistolario ignaciano, de un volumen tan considerable que las
hace particularmente significativas. En ellas, aunque se trata de un asunto que
está por lo general relacionado con el apostolado, con los acontecimientos
personales o familiares, se trasluce un afecto y una cordialidad propios de
verdadera amistad.
El estilo con que se expresa la amistad responde al carácter sobrio y a la educación cortesana de Ignacio, pero en el fondo de esta amistad reluce aquel amor de Dios que hace más limpia y profunda la relación humana. Como dice también Hugo Rahner: «Se podría pensar que su amor por estas nobles señoras es un último momento de la transfiguración del amor caballeresco que, según confesión propia, el joven gentilhombre de Arévalo sentía hacia una mujer, no condesa, ni duquesa, mas era su estado más alto que ninguno destos».(¿quizá la reina Doña Germana o la infanta doña Catalina?).
El estilo con que se expresa la amistad responde al carácter sobrio y a la educación cortesana de Ignacio, pero en el fondo de esta amistad reluce aquel amor de Dios que hace más limpia y profunda la relación humana. Como dice también Hugo Rahner: «Se podría pensar que su amor por estas nobles señoras es un último momento de la transfiguración del amor caballeresco que, según confesión propia, el joven gentilhombre de Arévalo sentía hacia una mujer, no condesa, ni duquesa, mas era su estado más alto que ninguno destos».(¿quizá la reina Doña Germana o la infanta doña Catalina?).
Una muestra del tono de profunda y sincera
amistad con que se expresaba el santo son estas palabras de una carta a Isabel
Vega: «A quien tengo y tendré siempre tan dentro de mi ánima, que en ninguna
cosa, que fuese de servicio y consolación alguna en el señor nuestro de V.
Señoría, querría ni podría faltar según mis pocas fuerzas».
A una tal María, a quien él llama «mi muy querida hermana en Cristo nuestro Señor» y cuya identificación todavía no se ha conseguido, le escribe en un tono de amistosa queja: «Bien parece que más estáis en mi ánima que yo en la vuestra, pues pienso que la misma razón tenéis de acordaros de mí»…
A una tal María, a quien él llama «mi muy querida hermana en Cristo nuestro Señor» y cuya identificación todavía no se ha conseguido, le escribe en un tono de amistosa queja: «Bien parece que más estáis en mi ánima que yo en la vuestra, pues pienso que la misma razón tenéis de acordaros de mí»…
“El arte de la Amistad en Ignacio de
Loyola”.
Cte pr Dr CARLOS GUSTAVO LAVADO RUÍZ ROQUÉ LASCANO
GENERAL SOBERANA COMPAÑÍA DE LOYOLA
ORDEN MILITAR DE CABALLERÍA
CENTINELA DEL DESARROLLO NUCLEAR ARGENTINO
DOCTOR EN FILOSOFÍA DE TEOLOGÍA CRISTIANA
RED INTERNACIONAL ANTINARCÓTICOS "LOS CAIMANES"
San Ignacio Lazcano de Loyola fue en un principio un valiente militar, pero terminó convirtiéndose en un religioso español e importante líder, dedicándose siempre a servir a Dios y ayudar al prójimo más necesitado, fundando la Compañía de Jesús y siendo reconocido por basar cada momento de su vida en la fe cristiana. Al igual que San Ignacio, que el Capitán General del Reino de Chile Don Martín Oñez de Loyola, del Hermano Don Martín Ignacio de Loyola Obispo del Río de la Plata, y de del Monseñor Dr Benito Lascano y Castillo, Don Carlos Gustavo Lavado Ruiz y Roqué Lascano Militar Argentino, desciende de Don Lope García de Lazcano, y de Doña Sancha Yañez de Loyola.
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