Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden, soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
(dijo Lord Maculay)
Revista SIc Semanal
A más de un mes del comportamiento colectivo que se inició el 12-2-14, el conflicto luce estancado, en una suerte de puja por ver quién resiste más, quién logra acabar con el enemigo. No voy a decir nada nuevo: Venezuela pierde con este conflicto que se pudo prevenir. Esta entrada no es para hacer un balance del comportamiento colectivo, tampoco para hacer pronósticos o escenarios, ni para analizar las encuestas que han aparecido. Menos para examinar por qué llegamos a este punto.
Lo único que tengo que reclamar al liderazgo opositor -soy de la Unidad, no del PSUV- es su tremenda falta de visión y responsabilidad política, para considerar y evitar la situación en la que en la actualidad se halla el país, que era pronosticable, al menos desde mediados de 2011.
Para esa fecha, ya IVAD y Consultores 21 ofrecían señales que ocurría una fractura dentro del público opositor. Un quiebre importante. En 2012, Gallup mostró cómo esa ruptura tomaba forma en el país, al preguntar si la gente prosperaba, luchaba, o sufría en cuanto a su situación (Gallup lo llama Indice de bienestar).
Entre agosto de 2010 y noviembre de 2011, el porcentaje que dijo prosperando pasó de 64% a 49%, el que dijo luchando de 32 a 44%, y que expresó sufriendo de 4 a 7% ¡Y todavía el país estaba en el derroche de las importaciones baratas, el Sitme, Cadivi, empresas de maletín, raspa cupos, y los bonos soberanos y los papeles de PDVSA! ¿Dónde estaba la dignidad en ese entonces?
Ese dato -entre tantos- era suficiente para una señal de alarma para la Unidad, pero no fue así. Todo se limitó a la rutina, a administrar el juego político interno. Nada de qué preocuparse. Eran los días de la ponderación y el equilibrio.
Tampoco las instancias internas recibieron atención: la tensión entre las posturas de crecer y la salida fue identificada en el Informe Hospedales (28-12-12), trabajo que terminó en 11 comisiones, y ya. Murió allí. Tampoco fue atendida antes ni después del 14-4-13, momento en que la Unidad -a mi modo de ver- cometió su error político más grave (donde mostró su falta de visión y responsabilidad política), al ponerse con el cuento del ilegítimo, que paradójicamente debilitó a sus propulsores: Capriles y la Mesa. Hoy, cuando ambos expresan ideas razonables, les sacan lo que dijeron el 14-4-13. De haber actuado diferente ese día -si el orgullo no permitía el reconocimiento a Maduro, no había que hacerlo, pero irse con lo del ilegítimo abrió un boquete en los logros de la Unidad que pesa ahora- tanto Capriles como la Unidad serían las referencias ante un gobierno que le resulta imposible cambiar, que no tiene las bolas para cuestionar el legado del Comandante Supremo, que es lo que le dará verdadera estabilidad, no la represión o profundizar el control sobre la sociedad.
Tampoco esta entrada será para el desahogo. En mi caso, quemé esa etapa hasta 2012. Me di cuenta que era ineficaz y que a nadie le importaba. Aprendí que solo los notables tienen permiso para sentir, y son los que marcan los climas de opinión. Si un notable no lo siente o no lo dice, no existe.
Desde ese momento, ante un público opositor que me resultaba cada vez más irracional y presa de sus emociones y una opinión pública que solo toma en cuenta la opinión de los notables -en toda su extensión: intelectuales, políticos, escritores, articulistas, artistas, encuestadores, profetas, astrólogos, renacedores, etc; las mismas 100 caras que forman la opinión en Venezuela- opté por no hablar de política en la calle y comenzar a bajar mi participación en medios de comunicación social. No le vi sentido. Sentía que perdía dos o tres horas de trabajo para hablar de cosas que a nadie le interesaba escuchar. Mi razonamiento fue Mejor inviten a sus notables.
Hoy, por ejemplo, todos hablan que estamos en dictadura porque la GN tomó plaza Altamira. En 2010, cuando hablabas de dictadura -porque el Ejecutivo no tenía ni tiene control de ningún tipo- la gente te veía extraño, se alejaban del término, era la época de la famosa frase -ah, cómo gustan las frases hechas a la sociedad venezolana; una línea que baja algún notable y todos a repetirla- el “gobierno de Chávez no es una democracia pero tampoco es una dictadura”. Incluso, en una entrevista en CNN con Patricia Janiot en diciembre 2010 expliqué las razones para esa caracterización, pero sentí que no era eficaz y que no era interesante para el público.
Hoy, si la caracterización del régimen es dictadura o no, para mi ya es irrelevante. Ahora lo que no me deja dormir es que percibo la cercanía de un conflicto civil importante, y mi pensamiento ahora está en si la sociedad venezolana como grupo humano, es viable.
Curioso: hoy la represión sigue siendo la misma, tal vez ahora es televisada o más cruda, pero la valoración social es distinta ¿Qué cambió: la represión o que no está Chávez, a quien la sociedad incluyendo la oposición, le otorgó el derecho subjetivo a reprimir y a mandar, y tal vez por eso pocos le reviraban a pesar de sus constantes abusos?
Hoy no tengo ganas ni energías para el desahogo. Aprendí de Daw Suu que el respeto por quienes sufren se lleva con serenidad y con el recuerdo, no con postures o gritos para que todo el mundo sepa que siento algo y que estoy indignado, y poder ser aceptado socialmente en un país escindido como Venezuela; para que todos vean que soy de los de ellos. Para tener algo que contar mañana, cuando todo esto pase, como pasará. Cumplir con mi ración diaria de malditos, desgraciados, asesinos (si soy de la oposición) o traidor asesino (si soy del gobierno). Marcar la tarjeta del resentimiento.
No hablo de ellos ni de nosotros, me importa un bledo si la gente cree que soy de los nuestros o de los de ellos. Entiendo que el problema de fondo de Venezuela es identitario -visible por la falta de dólares y el fin del Pacto de los dólares en su forma extractiva- pero no me interesan esas categorías. Como sugieren los maestros en los estudios sobre categorías (notablemente aquí Henri Tajfel o Marylin Brewer) la solución o una posibilidad para conflictos categoriales, es hallar una categoría superior -superordinate goal- no una mera construcción endo/exogrupo que es en lo que anadamos en Venezuela ¿Les dice algo la película Invictus, tan citada por la sociedad venezolana, pero parece que tan poco comprendida? Por ahí van los tiros en cuanto a categorías para superar conflictos identitarios se refiere ¿Pasa algo parecido con la respuesta cívica de los habitantes de Chacao y Altamira quienes toman sus espacios de forma civil, como respuesta a la toma militar del gobierno hecha en la madrugada del 18-3-14? Si es así, son buenas noticias.
La lección de Daw Suu es poderosa: cuando se está en dictadura indignarse o hacer alguna posture no ayuda mucho porque no es eficaz, y en una forma de gobierno autoritaria de lo que se trata es ser eficaz. Para eso, hay que guardarse el orgullo, que es lo que sobra en Venezuela. Tal vez este sea el próximo aprendizaje para quienes descubrieron que estamos en dictadura.
¿De qué trata la entrada, entonces, luego de la larga perorata introductoria?
De aportar lo que creo pueden ser propuestas para salir del pantano en donde nos encontramos, con dignidad que es ahora el mantra de la sociedad opositora.
Hoy, en mi caso, no tiene sentido ni lamentarse, indignarse, arrecharse, o decir vainas arrechas para el récord histórico, sino con serenidad plantear ideas para salir del brete en que la ambición de unos, la falta de visión de otros, la falta de responsabilidad de otros tantos, y la soberbia de unos cuantos, nos metieron.
Por eso las ideas son directas, sin tanto protocolo. Están formuladas desde la óptica de alguien de la oposición, y no considera las jugadas que puede hacer el gobierno, aunque lo tomo en cuenta, porque no estamos en el vacío.
La lógica se divide en tres aspectos: definiciones, marco estratégico, y propuestas.
Definiciones
Párrafos atrás comenté que lo importante hoy es plantear ideas para salir del brete, lo que va en este punto de Definiciones es ¿Realmente se quiere salir del conflicto, más allá de las frases bonitas o intenciones públicas?
Honestamente, pienso que no, por eso el diálogo o cualquier salida electoral tiene hoy más adversarios que amigos.
Quince años de exclusión, de construir amigos y enemigos como ha hecho y hace el gobierno, potenció los prejuicios del mundo opositor, y lo que disparó la frustración acumulada es la imposibilidad de la vida causada por la crisis económica. Sin dólares -no solo sin tetas- no hay paraíso.
La responsabilidad principal la atribuyo al gobierno, pero el golpe y el paro de 2002 promovidos por la oposición, alimentaron en el mundo opositor la idea que no hay salida electoral ni pacífica. Comunista no negocia ni sale con elecciones, es el otro mantra.
Esa percepción se intensificó a partir de 2007 cuando Chávez aplicó por la vía de los hechos la reforma que perdió en 2007. El gobierno no mostró ninguna señal de apertura y cuando Chávez muere, antropológicamente hablando, la sociedad opositora vio la oportunidad de salir del padre castrador al que se obedecía, pero no iba a aceptar a otro padre castrador y menos a un hijo al que consideran no tiene ningún mérito (tal vez eso explique por qué en el mundo opositor se valore más a Cabello que a Maduro, cosa que el mundo chavista no es problema, los afectos son coherentes y tienen claro quien manda: Maduro, a partir de la interpretación de los números de la encuestadora Datos de marzo de 2014).
A Chávez lo llamaban Presidente Chávez a Maduro, en cambio, lo llaman Nicolás. La mejor evidencia que a Chávez le respetaban y a Maduro no, que es otro factor que complica una solución: ya entran prejuicios personales, grupales, del tipo muy venezolano tu me caes bien o no me caes bien, o eres un guevón y no me vas a joder, solo me jode gente superior.
Por eso la gente no abandona la calle: perciben que si lo hacen, se cierra la puerta para un cambio e irremediablemente se avanzará hacia un sistema comunista.
La intensidad de esta percepción y los grievances acumulados durante 15 años potenciados porque Venezuela se quedó limpia y endeudada, lleva a que la lucha sea existencial, y mucha gente esté dispuesta a matar y a que la maten para evitar lo que consideran es irreversible: una nueva Cuba.
La definición a resolver es ¿Queremos matarnos o no? Nadie lo responde. No hay bolas para eso. Lo que sí está claro es que jugar a que pongo una barricada y llega la GN, me voy, y cuando se van, la vuelvo a colocar, ese juego parece que se agotó. Así no se saca un gobierno.
Para poner la pregunta de otro modo ¿Estoy dispuesto a convivir con el chavismo en condiciones de igualdad? Otra forma de plantear la interrogante, más política ¿Se quiere tumbar al gobierno sí o no? Porque jugando a cerrar calles y avenidas, en la espera que eso va a generar una crisis en el gobierno, que a su vez se vincule con una crisis económica, que a su vez produzca un estallido social, que a su vez obligue a un pronunciamiento de las FAN cuando bajen los cerros, y que resulte en la salida de Maduro y ocurra un gobierno de transición (no se dice con quién o quiénes), no apuesto -ni deseo- que eso ocurra.
Lo que puede suceder es el deterioro progresivo del país, en un contexto en que nadie se impone. Un caos normalizado, desgastante para todos, sin una resolución en el corto plazo.
La respuesta a esta definición va a marcar los pasos siguientes.
Mi respuestas son: no quiero que nos matemos, no tengo problemas en convivir con el chavismo en condiciones de igualdad (no me siento superior, ni los veo como inferiores), y no quiero tumbar al gobierno, sí cambiarlo por la vía electoral.
Una nota aquí: estoy seguro que el pueblo venezolano si no le gusta este gobierno, lo va a cambiar con Tibisay o sin Tibisay. Entiendo que el voto no tiene la épica ni el sabor de Venezuela heroica, de un documental de NatGeo? o History Channel sobre Ucrania, o de una barricada, pero sí es más eficaz para cambiar gobiernos.
Sí estoy dispuesto a esperar a 2015 (la elección más cercana, de acuerdo a la constitución) ¿Por qué? Porque ese pueblo va a cambiar al gobierno si no le gusta, y eso es garantía de gobernanza para un gobierno de la Unidad, que vendrá. Prefiero esperar 12 meses sin bajas a una salida ya -que no sucede- que suma para este momento, cerca de 30 fallecidos, entre civiles y militares, manifestantes o agentes policiales y de la GN, todos venezolanos, todos de la misma sangre, por más que esto moleste a muchos. Lo siento por no decir lo que se quiere leer en este punto: tus muertos y mis muertos.
Marco estratégico
El problema no es si se va a dialogar o no, a negociar o no. Antes de eso hay preguntas fundamentales ¿Dialogar para qué? ¿Qué se tiene para ir a dialogar? (lo que se necesita no es precisamente orgullo o dignidad).
¿Dialogar para qué? En mi opinión, desde el punto de vista de la Unidad, lo fundamental a plantear es ¿Está el gobierno dispuesto a renunciar a su vocación hegemónica a cambio que la Unidad renuncie a su deseo de salir del gobierno ya, y el cambio de gobierno sea dirimido por el pueblo en elecciones?
Si la respuesta es no, la violencia política puede ser una opción (en el caso de Mandela, por ejemplo, fue la última decisión, fue una medida muy debatida dentro del ANC, y no fue tomada solo porque el gobierno Apartheid lanzó lacrimógenas o se llevaron gente detenida como al mismo Mandela, por lo duro e insensible que esto se pueda leer a la luz de lo que pasa en la Venezuela de hoy).
Si la respuesta es sí, eso supone construir confianza entre las partes. Hoy no hay ni una pizca, y lo revela el ping pong de insultos entre Capriles y Maduro, porque ninguno tiene confianza en el otro, hacen su bluff para su público, porque no saben realmente las intenciones del otro, y piensan que si hablan, al final, la cabra tirará pa’l monte. De aquí los insultos en el sentido quiero hablar pero no quiero porque no me dejas.
En este punto, mi sugerencia a Capriles: no se enganche en twitter en ese ping pong y no adelante cosas que no se han concretado. No parece prudente en un diálogo o negociación.
¿Qué se tiene para ir a dialogar? Aquí la Unidad, en su contabilidad política tenía activos para diciembre de 2013, pero ahora tiene pasivos. Activos que había logrado con mucho trabajo. Los tiró por la borda solo para complacer al público radical que pedía y pide bolas solo para hacer desplantes.
Veamos. El 14 de abril la Unidad logró cerrar la diferencia con el PSUV de 37% (2006) a 49 por ciento. Esto se obvió y se tomó la ruta del ilegítimo. Significó volver a comenzar desde casi cero, si se toma en cuenta la pendiente positiva a partir de diciembre de 2006.
Sin embargo, el pueblo venezolano que es tan generoso con su liderazgo político -que se equivoca en cosas fundamentales y todavía le da nuevas oportunidades- dio a la Unidad una posición respetable el 8-12-13.
No era la esperada, pero no fue una mala posición. Ese resultado le daba un punto para agarrarse en su relación con el gobierno pero, de nuevo, la Unidad tiró por la borda ese logro ¿Cómo? De nuevo, se impusieron los lugares comunes y las frases, no la visión. Fueron tres cosas:
a.-
El plebiscito: desde los grandes políticos de la Unidad hasta los notables y pundits de la sociedad venezolana, señalaron que lo central de la campaña de la Unidad fue el plebiscito ¿Realmente fue así? Ni siquiera la campaña paraguas que la Mesa había diseñado para eso salió.
Hubo tantas campañas como candidatos, y todas diferentes ¿Fue igual la campaña de Alfredo Ramos a la de Eveling Rosales, por ejemplo.
Que Capriles haya hecho campaña nacional no significa automáticamente un plebiscito. Es lo que ocurre en una elección. Francia va a elecciones municipales en marzo de 2014 y se dice que allí se va a evaluar a Hollande. Igual, las midterms elections en EUA se analizan en función de la gestión del presidente del momento. Nada del otro mundo.
En cambio, en Venezuela, se planteó como un juego suma cero.
Lo curioso es que la Mesa y Capriles cedieron a la interpretación suma cero, con lo que invalidaron lo logrado el 8-12-13. Si creían en ella, pelaron en la perpeción, entonces. Ninguna encuesta para la Encerrona del 29-10-13 pronosticaba un resultado tipo plebiscito.
b.- La diferencia de 11 puntos: como ya es constumbre, el gobierno mintió con los resultados. Asumió un escenario de laboratorio en donde solo votaron la Unidad y el PSUV y así, claro, salió el famoso 55-44 por ciento. La mala noticia es que la elección fue en la realidad no en un laboratorio de escenarios electorales, como quiere hacernos creer el gobierno.
A partir de los números ofrecidos por la Rectora Sandra Oblitas el 13-12-13, la cuenta es distinta, porque incluye todo lo que pasó. Así: 5,41% votos nulos, 8,66% otras organizaciones, 39,3% Unidad, y 46,5% PSUV. Es decir, la diferencia no es de 11 puntos sino de 7,2 puntos.
Al igual que en lo del plebiscito, todo el mundo se creyó la coba y hoy casi todos hablan del 55-44 por ciento. Otro elemento que invalidó lo logrado por la Unidad el 8-12-13.
c.- El diálogo administrativo: si recordarán, al principio el diálogo con el gobierno fue bien visto -todavía sigue bien visto, a la luz de las cifras de Datos en marzo de 2014, que cubren el 30% del territorio nacional- pero luego la propia gente de la oposición comenzó a hablar que lo que había era un dialógo administrativo pero no político. Con esta afirmación, también se deslegitimó el diálogo.
Claro que fue un diálogo administrativo ¿Por dónde se iba a comenzar? Dos grupos que se juraron la guerra a muerte y son llevados al diálogo por la situación ¿Van a arrancar por lo sustantivo o por cosas que no los alejen, como la inseguridad? No soy experto en negociación, pero me luce razonable comenzar por lo segundo para llegar a lo primero. Muchos querían hablar ya de lo sustantivo, y eso no fue ni es posible. No se arranca por allí, salvo que se quiera tener una excusa para no hablar. En ese caso, es mejor tener las bolas y decir: no quiero dialogar, y luego se pasa a considerar las otras opciones, pero ya el juego si quiero, pero tu no quieres, ya está agotado. Van cerca de 30 muertos ¿Faltan más para dejar de jugar? Ah, perdón, el orgullo y la dignidad, Petain, Chamberlain, claro, claro, lo olvidaba….
Conclusión, que todo el mundo se olvidó del 8-12-13: Lo logrado por la Unidad se quedó en el vacío, y ahora, de nuevo, hay que buscar piso firme en el terreno político para tener con qué frente al gobierno.
Propuestas
1.- Se necesita un interlocutor aceptado por las partes, cuya única función es construir un piso aceptado para el encuentro, nada más. Su tarea se acerca más a la de un mediador que a la de un árbitro o negociador.
El objetivo es lograr que el encuentro entre las partes se de, con un nivel de confianza aceptable, y definir reglas de juego para las trompadas estatutarias que deben ocurrir, porque es mucho lo acumulado en desagravios.
El encuentro debe sar paritario entre el gobierno y la Unidad, y no en una Conferencia de paz de la que no cuestiono la iniciativa, pero no tienen la misma entidad política que asista Aveledo, Capriles o Ledezma que lo haga Layla Succar, Vladimir Villegas, o Elvis Amoroso. No lo digo por desmeritar a los tres últimos, pero son entidades políticas distintas, y la paridad es entre entidades políticas similares (Unidad y PSUV, en este caso: Maduro-Capriles, Aveledo-Cabello, por ejemplo).
Antes de una cadena, pensaría en un primer encuentro y que se desahogen allí, sin presencia de cámaras o selfies, que se digan todo lo que se tengan que decir, y luego pasar al debate o cadena, que se ha mencionado estos días. Luego, explorar ¿Se quiere seguir con más? (es lo deseable), y avanzar en la agenda o guía de temas.
En conclusión, un mediador que facilite un piso mínimo para hablar que pueda ser el paso para profundizar más o para decir, simplemente, no hay diálogo posible.
¿Quién puede ser? En Venezuela, todas las instituciones están quemadas y no producen confianza a las partes. El Papa es aceptado por las dos partes, y también pudiera ser el Secretario General de la ONU. Son los que veo que todavía no se han quemado en el trapiche polarizador que es Venezuela.
2.- William Ury en su Tercer lado habla que el papel de la sociedad -el tercer lado- es llevar a las partes a conversar al mostrar lo que está en juego si fracasan las conversaciones o, sencillamente, no hay.
El tercer lado venezolano también está escindido pero ¿Se atreve la sociedad venezolana a jugar el tercer lado o ya perdió toda esperanza y en en el fondo quiere que nos matemos para ver si se resuelve el conflicto? El clásico dilema de los bystanders que analiza la psicología social en la violencia colectiva: no quieren el conflicto, pero no hacen nada para evitarlo. Como en una serie de acción, son espectadores, que quieren acción y sangre para desplazar lustros de frustración. Una víctima sin reparación o justicia, puede tornarse en una persona vengativa.
Así como se plantean marchas contra la escasez ¿Qué tal una marcha o concentración de la sociedad para exigir que las partes conversen, para mostrar lo que está en juego, y que la paz es un deseo y no una expresión ya puteada por ambos bandos? (la paz para aplastarte).
3.- Un asunto que puede ser aceptado por las dos partes son los poderes que ya tienen su período vencido (CNE, TSJ, próximamente la Fiscalía, Defensoría, por ejemplo). Digo aceptar, porque no suponen sacrificios en el bluffing (aunque sí en la hegemonía), ya que algunos poderes tienen sus períodos vencidos y constitucionalmente se establece el reemplazo. Un buen motivo para hablar.
El punto puede ser cumplir con lo que la constitución dice son los pasos para producir los sustitutos. Por supuesto, habrá ruido con quiénes serán los nuevos titulares, y pesa la experiencia pasada (CSJ con CAP en mayo de 1993), pero apuesto que cuando se llegue a ese tema, habrá un nivel razonable de confianza entre las partes que pueda disipar la desconfianza en esta duda.
4.- Aunque Unasur se percibe alineada al gobierno, un grupo de cancilleres debe venir al país antes del 1-4-14 como dice el comunicado, y eso no debe ser desaprovechado por la Unidad. Tiene que ser aprovechado para comunicar puntos esenciales al gobierno, y mostrar a los cancilleres los elementos que soporten el punto de la Unidad, sin tantos adjetivos o postures. No sé si indignarse ayude en una gestión diplomática. Creo que los facts ayudarían más.
¿La Unidad ya tiene listo lo que va a plantear a los cancilleres, o no habrá un encuentro entre este grupo y la Unidad?
5.- El día 10-3-14 la Unidad dio un paso positivo al anunciar la creación de una Asociación de Alcaldes de la Unidad.
Es positivo porque abre la puerta para retomar lo que fue el discurso de la Unidad para las municipales: la gestión municipal para todos, sin exclusiones. Con el brollo político, esto se olvidó.
Los propósitos de la asociación son plausibles, especialmente porque el programa que presentó la Unidad para las elecciones municipales, titulado Compromiso Gestión Municipal para el pueblo y el progreso es uno de los mejores documentos de la Unidad, junto a la Invitación para un gobierno de unidad nacional, de fecha 26-9-11.
Es lamentable que el público opositor hable más del Plan de la patria -que está bien, hay que conocerlo- pero que no pueda hablar de ningún documento propio de la Unidad ni le interese, ni pueda recordar una propuesta unitaria, que no sea la tarjeta Mi Negra, a la que también le caen encima, y no fue una mala propuesta.
6.- Last but not the least la Unidad tiene que abordar la tensión interna entre crecer y la salida, que para mi se hizo evidente a partir del 7-10-12, aunque estaba allí. Siempre estuvo allí, pero con la etapa de crecimiento de la Unidad, no fue visible.
Abordar la tirantez porque las posiciones a mi modo de ver ya son irreconciliables. No hay posibilidad de combinarlas, no hay espacio para caminar y mascar chicle al mismo tiempo en este punto particular pero esencial.
En mi experiencia de la Mesa, siento que he perdido tiempo y me he desgastado desde octubre de 2012 hasta la fecha en una discusión que no tendrá solución, y que también está estancada: cada quien hace su postura, en una suerte de guerra de trincheras, pero no hay avances. El liderazgo unitario tampoco aborda el tema de forma clara, tal vez a la espera que se solucione solo o que cada parte se desgaste, en función de los gustos de cada grupo.
Así, a la Unidad también le hace falta su mediador para que cumpla una función similar a la que hay con el gobierno: comunicar a las partes y lograr un piso para una hoja de ruta que aborde la diferencia, sea el deslinde, una aceptación de algo que puedan llamarse tendencias y se oficialicen, una constituyente en la oposición, una consulta electoral sobre políticas a seguir, o cualquier otra alternativa que se visualice.
Los actores internos no parecen tener la capacidad para resolver por sí mismos esta diferencia. Un mediador externo para un trabajo interno puede ser lo adecuado. Igual que con el gobierno: no va a solucionar el problema -no puede- pero sí explorar un camino para abordar el problema, que puede significar que se acepte la ruptura o alguna forma para marchar unidos.
Una nota aquí: creo que el 12-2-14 fracturó la sociedad venezolana de tal modo que los clivajes políticos se movieron. Una posible consecuencia es que aparecerán nuevos actores al margen de la Unidad y que compitan con ella, y pueden hacerlo con éxito. En otras palabras, los incentivos para no jugar bajo el paraguas de la MUD hoy son mayores. Por ejemplo, pueden aparecer actores que digan, “La Mesa es la oposición que el gobierno quiere, nosotros somos la verdadera unidad, la que tiene dignidad”, y algo así tenga apoyo en un público opositor que quiere escuchar eso.
De manera que el mediador debe abordar el cómo en el largo plazo, pero para la Unidad queda la tarea de abordar el cómo en el largo plazo, para su planeación a futuro. Ya no hay monopolio de la palabra unidad.
V
¿Hay salida? Sí, la hay. Lo importante no es si hay salida, siempre hay salida, la pregunta es ¿Realmente se quiere una salida y explorar alguna vía para llegar a ella? Si soy honesto, hoy pienso que no se quiere una salida, pero no hay bolas para decirlo. Pienso que mucha gente quiere matarse. Si no son la mayorpia, hacen ruido, y los moderados no dicen nada o dicen poco, porque tienen miedo que los llamen colaboracionistas y los amenacen conque les van a cortar el pelo y ponerlos a desfilar en las calles, como se hizo con los colaboracionisras en Francia u Holanda, luego de la Segunda Guerra Mundial. Así, casi todos son bystanders y se juega a una especie de dejar hacer, dejar pasar para ver si ocurre algo que resuelva la situación. Eso no va a ocurrir, lo que va a pasar es más deterioro, más represión, o las dos.
Venezuela se rifa un conflicto civil. Todos los boletos están vendidos. Llega un punto en que la guerra es inevitable, incluso para los comeflor como es mi caso. Hacer todo para evitarla y llegar a las partes para decirles lo que está en juego, bien vale la pena. Si ocurre un conflicto civil, esto no será Ucrania o Siria -ya demencial- sino una versión de nuestra Guerra a muerte del Siglo XXI. Es decir, peor que Ucrania o Siria.
Ojalá los arrechos de ambos bandos tengan las bolas de asumirlo así y dejar de hablar de forma metafórica o por las ramas, para que después que arranque el conflicto -que espero podamos evitar- no se laven las manos, como es tradicional en Venezuela, donde no tener responsabilidad política se premia. Solo que el premio, ahora, será su propia destrucción.