viernes, 5 de julio de 2013

Francisco: "Nadie es inútil en la Iglesia, todos somos necesarios". Orden Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola".





«La Iglesia: Templo del Espíritu Santo», fue el tema de la catequesis del Obispo de Roma, haciendo hincapié en que «Dios, por la encarnación de su Hijo, “construye su casa” para habitar en medio de nosotros. Así, Cristo es el Templo vivo del Padre, él mismo edifica su “casa espiritual”, no hecha de piedras materiales, sino de “piedras vivas”».

En su catequesis central en italiano, reiterando la imagen del templo en el misterio de la Iglesia, el Papa destacó que nos «recuerda que Dios siempre estuvo dentro de la historia de su pueblo, acompañando su camino y guiando sus pasos». Y recuerda también nuestra historia, la historia personal de cada uno de nosotros, cómo me encontró Jesús, como ha caminado conmigo, cómo Jesús me ama y me bendice, enfatizó el Santo Padre, añadiendo luego que la Iglesia es la casa de Dios y es el Pueblo de Dios, donde podemos encontrar la luz del Espíritu Santo, al Padre y a Jesús:

«Así pues, lo que estaba prefigurado en el antiguo Templo, lo realiza el poder del Espíritu Santo, en la Iglesia: la Iglesia es la "casa de Dios", el lugar de su presencia, donde podemos recibir y encontrar al Señor; la Iglesia es el templo en el que habita el Espíritu Santo que la anima, la guía y la sostiene. Si nos preguntamos, ¿dónde podemos encontrar a Dios? ¿Dónde podemos entrar en comunión con Él por medio de Cristo? ¿Dónde podemos encontrar la luz del Espíritu Santo para que ilumine nuestras vidas? La respuesta es: en el pueblo de Dios, en medio de nosotros, que somos Iglesia. Entre nosotros, dentro del pueblo de Dios y de la Iglesia, allí encontraremos a Jesús, al Espíritu Santo, encontraremos al Padre».

Cristo es el Templo viviente del Padre y edifica su casa espiritual – la Iglesia – con piedras vivas, que somos nosotros, reiteró el Obispo de Roma, haciendo hincapié una vez más en la belleza de ser piedras vivas del edificio de Dios, unidas profundamente a Cristo:

«En él, -en Jesús- todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu," dice Pablo (Efesios 2:20-22). ¡Qué hermosa cosa! Nosotros somos las piedras vivas del edificio de Dios, profundamente unidas a Cristo, que es la roca de apoyo, y el apoyo entre nosotros, ¿no? Y qué significa esto? Que el Templo somos nosotros, la Iglesia, pero nosotros, vivos, nosotros somos Iglesia, somos el Templo vivo, y cuando estamos juntos está el Espíritu Santo que nos ayuda a crecer como Iglesia. No estamos aislados, somos el pueblo de Dios, y ésta es la Iglesia: Pueblo de Dios. Y es el Espíritu Santo con sus dones, que diseña la variedad: esto es importante. ¿Qué hace el Espíritu Santo entre nosotros? Diseña la variedad, la variedad que es la riqueza de la Iglesia y une todo y a todos, a fin de constituir un templo espiritual, donde no ofrecemos sacrificios materiales, sino a nosotros mismos, nuestra vida (cf. 1 Pt 2, 4-5).»

En este contexto, el Papa volvió a poner de relieve que la Iglesia no es una trama de cosas e intereses, sino que es el templo del Espíritu Santo, el Templo donde Dios obra, el Templo en el que cada uno de nosotros con el don del Bautismo es piedra viva y es útil. Todos somos necesarios y somos iguales ante los ojos de Dios. Nadie está por encima de los demás, ni siquiera el Papa:

«Esto nos dice que nadie es inútil en la Iglesia: ¡Nadie es inútil en la Iglesia! Y si alguien, por casualidad, dice, cualquiera de ustedes: "ve a casa, tú eres un inútil", ¡eso no es verdad! ¡Nadie es inútil en la Iglesia: todos somos necesarios para construir este templo! Nadie es secundario: "Ah, yo soy el más importante en la Iglesia!": ¡no! ¡Todos somos iguales ante los ojos de Dios, todos, todos! Pero alguno de ustedes puede decir: "Pero, mire, señor Papa, usted no es igual a nosotros". Sí, soy como uno de ustedes, todos somos iguales, todos somos hermanos! Nadie es anónimo: todos formamos parte y construimos la Iglesia. Pero esto nos invita también a reflexionar sobre el hecho de que si falta el ladrillo de nuestra vida cristiana, le falta algo a la belleza de la Iglesia. Y, si algunos dicen, "Ah, yo con la Iglesia, no, yo no tengo nada que ver."¡Pero entonces faltará el ladrillo de tu vida, en este hermoso templo! Nadie puede salir, ¿eh? ¡Todos tenemos que llevar a la Iglesia nuestra vida, nuestro corazón, nuestro amor, nuestro pensamiento, nuestro trabajo... Todos juntos!» Y al concluir su catequesis, el Santo Padre alentó a rogar al Señor la gracia de ser siempre piedras vivas de su Iglesia: «Que el Señor nos conceda su gracia, su fuerza, para que podamos estar profundamente unidos a Cristo, piedra angular, el pilar, piedra de apoyo de nuestra vida y de toda la vida de la Iglesia. Oremos para que, animados por su Espíritu, seamos siempre piedras vivas de su Iglesia».



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