jueves, 6 de septiembre de 2012

Juana, la mujer jesuita. Juana de Austria (1535-1573). Regente de España

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Juana, la mujer jesuita
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A lo largo de los siglos, las mujeres de la realeza han ejercido un importante papel en el tablero dinástico y político europeo. Dar herederos a sus familias y establecer lazos entre reinos, esos fueron sus principales cometidos. Algunas de ellas simplemente asumieron su rol con resignación. Pero muchas otras fueron más allá y aportaron inteligencia y buen gobierno a los reinos de sus padres, hermanos o hijos. Este fue sin duda el caso de Juana de Austria.

La regente Juana gobernó con sabiduría e inteligencia en España durante cuatro años en los que también se hizo cargo del cuidado y la educación de su sobrino Carlos, hijo de Felipe y María Manuela. En ese tiempo, Juana y todos los súbditos del gran imperio de su padre vieron como el emperador Carlos V dejaba el corazón de Europa asolado por las guerras de religión para partir hacia el monasterio de Yuste, en el que tenía pensado vivir el resto de sus días tras haber abdicado en favor de su hijo Felipe.

La jesuita. A pesar de ser una joven bella e inteligente y de tener muchos pretendientes en la corte y entre las familias reales europeas, Juana dedicó el resto de su vida al gobierno de España, al cuidado de los hijos de su hermano y a una profunda piedad.

Juana se acercó a la compañía de Jesús de la mano de uno de sus miembros principales, Francisco de Borja. A pesar de ser una orden en la que no tenían cabida las mujeres, la infanta luchó por unirse a ellos, objetivo que conseguiría en secreto y adoptando una identidad masculina bajo el nombre de Mateo Sánchez.

Su religiosidad llevó a Juana a fundar el famoso Convento de las Descalzas Reales en 1557, un convento de clarisas al que se retiraría en 1559, a la vuelta de su hermano, el ya entonces rey Felipe II.

A pesar de su retiro espiritual, Juana se mantuvo fiel al lado de su hermano. No sólo le consoló por la muerte del príncipe Carlos y de su tercera esposa y gran amiga Isabel de Valois, sino que se hizo cargo de la educación de sus dos hijas, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela.

El 8 de septiembre de 1573 moría Juana de Austria tras el largo sufrimiento provocado por un tumor. Llorada con sinceridad por los súbditos de su hermano, la infanta fue enterrada en El Escorial..

La importancia de Juana en la Historia, además de como Regente de España en un momento en que la política le estaba vetada a las mujeres, tiene que ver con su papel dentro de la Compañía de Jesús, siendo la única mujer que ingresara en dicha orden religiosa masculina. Juana de Austria estaba muy vinculada con dicha orden a través de su confesor San Francisco de Borja y de San Ignacio de Loyola, del que era amiga personal.

En los meses del verano de 1554, una vez nombrada Regente y bajo el influjo de Francisco de Borja, creció en ella la idea de entrar en la nueva orden de la Compañía de Jesús. Borja le comunicó a Ignacio de Loyola la resolución de la Regente. Esto les causó un enorme problema debido a la imposibilidad de las mujeres de ingresar en la orden recién fundada. En la frecuente correspondencia respecto a este asunto, la regente figuró bajo el seudónimo de Mateo Sánchez (aunque en cartas muy posteriores usara el seudónimo de Montoya) para que no se conocieran públicamente sus propósitos.

El 26 de octubre de 1554, por órdenes de Ignacio, se reunió una consulta para deliberar sobre la posibilidad de admitir a Mateo Sánchez. La petición de la Regente era altamente irregular, pero no se podía desatender por su importancia dentro del Estado y ante la posibilidad de que esta viuda llegara a ser un instrumento de la política matrimonial de los Austria -para lo que sería un obstáculo definitivo la emisión de votos religiosos, debido a que la competencia sobre los votos religiosos estaban en poder de los reyes de España- los padres jesuitas decidieron autorizar a Mateo Sánchez a pronunciar los votos de escolar de la Compañía de Jesús, en el sentido indicado en la Parte V de las Constituciones.


A la regente, todavía de 19 años, le dirigió Ignacio la autorización oficial el 3 de enero de 1555. Juana puso mucho empeño en ayudar constantemente a la Compañía desde su elevada posición:

  • Intervino con autoridad soberana y real en la persecución contra los jesuitas de Zaragoza;
  • Los defendió contra los ataques del dominico Melchor Cano;
  • Influyó al emperador y a su hermano Felipe para que pudieran establecerse en Flandes;
  • Atendió las necesidades del Colegio Romano de la orden;
  • Ayudó a la fundación de un colegio en Valladolid;
  • Apoyó el establecimiento jesuita en la ciudad belga de Lovaina;
  • Ayudó a la reforma de los monasterios femeninos de España, por indicaciones de Ignacio
  • Recomendó la Compañía a Pablo IV,
  • Intervino para impedir que Francisco de Borja fuera nombrado cardenal, ante la prohibición de los jesuitas a aceptar dignidades eclesiásticas.

Por las repetidas relaciones enviadas a Roma sobre sus progresos, se ve que los jesuitas tomaron en serio la pertenencia de la princesa a su Orden, aun siendo única en su género y mantenida en secreto.

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