La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
Las disposiciones reales ordenaban que tras decretar la expulsión de los miembros de una comunidad, debían secuestrarse “todos los papeles de la casa tanto comunes como particulares”, así como “los dineros y las alhajas de la iglesia”. A los expulsos se les permitía llevar “su ropa, mudas usuales que acostumbran, sus cajas, pañuelos, tabaco, chocolate y utensilios de esta naturaleza, breviarios, diurnos y libros portátiles de oraciones para sus actos devotos” (Hanisch, p. 37). Se suponía, entonces, que la incautación de los bienes de
El estudio de valdés Bunster es muy acucioso respecto de la masa
de los bienes de la antigua Compañía, y muestra que esos recursos se gastaban
en financiar la actividad educativa. Eso significaba no sólo la manutención de
estudiantes y maestros, sino también lo que hoy se llamarían recursos
pedagógicos (libros, instrumentos musicales, lo necesario para presentaciones
teatrales, etc.).
Actualmente,
cuando nos preguntamos cómo puede financiarse la educación completa de una
persona en Chile, tal vez habría que estudiar los datos de esos colegios y
escuelas que intentaron, hasta hace tres siglos, dar educación gratuita a sus
discípulos. De todas maneras, hay que reconocer que se trataba de un país mucho
menor en población y con una economía semirrural, donde los educandos eran
segregados antes de acercarse a la escuela. De manera que no
encontraríamos en la forma jesuita de administrar los bienes una receta para
hoy. Aunque sí, tal vez, algunas pistas sobre las posibilidades de proporcionar
gratuitamente una educación de buena calidad.
Quizás
desde la expulsión de la
Compañía se hizo más urgente esa tarea para el estado.
Recordemos, en todo caso, que ya desde 1747 se había creado la Real Universidad
de San Felipe, que progresivamente reemplazó a la Universidad Pontificia
Santo Tomás, de los Dominicos, que existía desde 1622, y al Colegio san Miguel,
de los jesuitas, iniciado en 1594. La Historia del Convictorio Carolino, de don José
Manuel Frontaura y Arana (1889), que puede leerse en la página www.memoriachilena.cl, ayuda a conocer cuál fue realmente la
capacidad que tuvo el estado colonial para asumir la tarea educativa de la
juventud.
No
sólo para la educación se añoraba a los jesuitas en el Chile inmediatamente
anterior a la república independiente. También muchas familias y personalidades
eclesiásticas extrañaban su labor misionera. Incluso un grupo de clérigos
cercano a don Rafael Valentín Valdivieso intentó formar una asociación de
sacerdotes dedicados a predicar misiones y ejercicios espirituales.
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