viernes, 11 de julio de 2014

Una historia de muerte y resurrección (1/3). Por José Manuel Arenas, SJ.




Quiénes somos 

Los Caballeros de la Orden, soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.

Orden Caballeros del Papa en América
Los Jesuitas conquistaron Sud América para la Iglesia de Roma 
(dijo Lord Maculay)

Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933

Bula de la Santa Cruzada en América
Se dedicaba a los gastos de la guerra contra los infieles


Tras la expulsión de la Compañía de los territorios que gobernaba, la Corona española determinó que fueran vendidas sus “temporalidades”, es decir, los bienes materiales, especialmente tierras e inmuebles de los que la Orden disponía. 

Tal vez entre las razones que Carlos III se guardó en su “real pecho” cuando expulsó a los jesuitas de sus territorios, estaría la de disponer de bienes que le permitieran solventar los problemas económicos del vasto imperio que dominaba. 

De hecho, en esos mismos años se fue produciendo la crisis económica que contribuyó a gatillar la Revolución Francesa. Si tuvo esa intención, en gran medida se frustró.

El estudioso Gustavo Valdés Bunster termina su obra El Poder económico de los jesuitas en Chile 1593-1767, con la siguiente conclusión:

“El imperio  español  (…) sólo  obtuvo un pequeño respiro  económico con  la afluencia   monetaria producto  de  las Temporalidades  jesuitas,  pero   perdió un verdadero Ministerio  de Educación que  les resultaba  gratuito  y, en el caso concreto de Chile, también el equivalente a un Ministerio de Asuntos Indígenas.

Desde  todo  punto de vista, la expulsión  de  la Compañía  de  Jesús  de  los dominios del imperio  español,  fue  una decisión   estratégicamente errada  por parte de los gobernantes, pero totalmente comprensible, dada la coyuntura histórica desarrollada desde 1750 en adelante.

La única inversión monetaria realizada en Chile con parte del producto monetario de los bienes subastados por la Junta de Temporalidades, fue la Casa de la Moneda; el resto fue a socorrer las desfinanciadas cajas reales. En este sentido, la expulsión de la Orden de Chile significó (…) una profunda depresión en la colonia, especialmente en el campo intelectual y en el desarrollo económico del Reyno” (p. 112).

Sin duda, los bienes de que debió disponer la “Junta de temporalidades” constituyeron una masa de enorme importancia en la estructura económica del territorio. Pero los jesuitas no vivían en la opulencia. Lo que producían las haciendas con las industrias ligadas a ellas era destinado especialmente a la tarea educativa. La de los mismos jesuitas en formación y sus maestros, profesores y formadores, así como la de los alumnos externos.

Fotografía cortesía del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV). Ilustración “Valparaíso, 1768. Expulsión de los jesuitas de Chile”, de Cristián Olivo, en libro “Refugio de científicos”, CINV, Valparaíso, 2014.

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