La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios. Herederos de Misioneros y educadores, viajeros y descubridores, cartógrafos y geógrafos, hombres de teología y espada, de ciencia y espiritualidad, conspiradores políticos o pacificadores, los jesuitas han sido, desde la fundación de la Compañía de Jesús una de las órdenes religiosas más importantes y controvertidas de la cristiandad; efectivamente, un grupo muy influyente a nivel mundial.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
Se dedicaba a los gastos de la guerra contra los infieles
No hubo nunca ningún
eslogan más poderoso y exitoso en la propaganda del radicalismo durante el
siglo XX y lo que va del XXI como la frase: “El fin de la ocupación”.
Estas cinco palabras
no solo han logrado revertir la derrota árabe de la guerra de 1967, sino que
han sido el disparador del estado de confrontación permanente en el conflicto
palestino-israelí en ámbitos tan disimiles como encontrados donde los medios de
prensa, la opinión pública y hasta los organismos internacionales han sido
objeto de su influencia. Todo ello ha tenido lugar, con la salvedad y el
ocultamiento, de que nunca antes se utilizó tal eslogan en referencia a la
ocupación que ejerció Jordania -como ocupante árabe- entre 1948 y 1967 de lo
que los palestinos reclaman desde la victoria israelí de la Guerra de los Seis Días.
Si algo ha hecho bien la maquinaria de propaganda opositora a la
creación y el reconocimiento del Estado israelí ha sido la utilización y el
rédito del eslogan, aunque ello no ocurrió jamás de forma inversa en referencia
a Jordania. Nada de esto se escuchó en 1937 cuando la Comisión Peel emitió
su informe, ni en 1947 cuando Naciones Unidas recomendó la partición de
Palestina Occidental en un Estado árabe y otro judío. Tampoco sucedió entre
1948-1964, en aquellos años no tuvo lugar ninguna objeción o reclamo de grupo
étnico alguno sobre ese territorio que cualquier pueblo árabe podría haber
reclamado y obtenido para sí a través de una rápida decisión de la Liga Árabe después de que ese
territorio había sido étnicamente limpiado de judíos que habían vivido allí
antes de 1948.
Lo cierto es que los
palestinos irrumpieron en la comunidad internacional en 1964 y ello ocurrió
cuando se promulgó la Carta
de la OLP cuyo
artículo 1º indica: “Palestina es la patria del pueblo palestino árabe; es
parte indivisible de la nación árabe, y del mismo modo, el pueblo palestino es
parte integral de la nación árabe”. El artículo 5º de la Carta señala: “Los
palestinos son nacionales árabes que hasta 1947, residían en Palestina
independientemente de si fueron desalojados de la misma o si se hubieran
quedado allí, y toda persona nacida después de esa fecha de un padre palestino
dentro o fuera de Palestina es también considerada un palestino”.
Diez años más tarde,
el 13 de noviembre de 1974, el líder de la recién creada entidad, Yasser
Arafat, dijo ante la
Asamblea General de Naciones Unidas que la OLP había ganado su
legitimidad debido a su sacrificio y al liderazgo dedicado a la lucha por la
liberación de su tierra. Arafat sostuvo que su organización fue elegida por las
masas palestinas para liderar esa lucha y esta legitimidad que menciono el
líder de la OLP
se vio luego fortalecida por el apoyo de los demás países árabes, y fue
consagrada durante la
Conferencia árabe de aquel mismo año la cual ratifico el
derecho y liderazgo de la OLP
como el único representante del pueblo palestino para establecer un Estado
nacional e independiente en todos los territorios palestinos liberados en el
futuro.
Sin embargo, desde el 2011, la legitimidad, la función y el
liderazgo de la OLP
está sometida a interrogantes por su disputa y continuos choques con el
movimiento de resistencia islámico palestino Hamas, que ha impugnado toda
acción política de la OLP
y ha rechazado cada opción de reconciliación entre las dos agrupaciones. En la actualidad, se disputan la representación de los
palestinos en lo que configura un conflicto interno que ya lleva diez años y no
parece que vaya a resolverse dadas las distancias en los objetivos políticos y
estratégicos en el liderazgo de ambos grupos.
En
consecuencia, los esfuerzos para alcanzar a una solución pacífica al conflicto
palestino-israelí han sido obstaculizados siempre internamente, ya por la
beligerancia de Hamas como por la negativa de la OLP a reunirse y llevar adelante negociaciones
directas con Israel. Esto
nunca ha sucedido en los últimos años, pero incluso si llegara a ocurrir
mañana, la perspectiva de cualquier éxito sería extremadamente improbable dada
la debilidad actual de la OLP
y del gobierno de Mahmud Abbas frente a su contraparte interna de Hamas, que ha
prometido continuar la lucha armada hasta expulsar a cada judío de la tierra
que denominan ocupada.
La pregunta que pocos
se efectúan en los organismos internacionales es: ¿qué dice o hace Jordania
dentro de esta situación de crisis extendida? La respuesta la ha dado el propio
secretario de asuntos regionales del Reino Hachemita al informar que Jordania
abandonó toda pretensión sobre Judea y Samaria (Cisjordania) y Jerusalén
Oriental en 1988, y es claro que no ha mostrado desde ese año ningún interés
por estos asuntos que considera ajenos a los intereses del Reino.
Lo concreto es que
estos males y esta distorsión de la realidad histórica implican en el fracaso
de las Naciones Unidas en reconocer los siguientes e irrefutables hechos, a
saber:
a) Que las disposiciones del artículo 80 de la Carta de las Naciones Unidas
reservan al pueblo judío el derecho a constituir un Estado nacional judío que
incluye Judea, Samaria y Jerusalén Oriental de conformidad con las disposiciones
establecidas en el artículo 6° del Mandato para Palestina.
b) que las Resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU siguen siendo las únicas
herramientas jurídicas internacionalmente exigibles y aceptadas para resolver
el conflicto entre palestinos e israelíes.
El fracaso de la ONU en trabajar sobre estos
principios básicos del derecho internacional y sobre su implementación, respeto
y observancia ha demostrado todos estos años ser el principal obstáculo para
resolver el conflicto entre judíos y árabes. El propio Yasser Arafat declaró
ante las Naciones Unidas el 13 de diciembre de 1988: “Nuestra gente no quiere
ningún derecho que no tenga y que no sea compatible con las leyes y la
legalidad internacional”, y agregó: “Los palestinos no pretendemos libertades
que invadan las libertades de los demás, ni deseamos ningún destino que niegue
el destino de otros pueblos y personas”.
Sin embargo, desde
entonces, cediendo a la presión de la
Liga árabe y la Organización de la Conferencia Islámica ,
el mencionado organismo ha sucumbido a un sinfín de resoluciones de la Asamblea General
que han sepultado cualquier tipo de leyes y fundamentalmente a la legalidad
internacional.
En consecuencia, lo que debería hacer Naciones
Unidas es resucitar, debatir y aplicar el derecho internacional en el marco de
la legalidad perdida. Esto configurará la única posibilidad de poner fin al
conflicto palestino-israelí y, cuanto antes se inicie este proceso, más
posibilidades habrá de que regrese la cordura al Oriente Medio
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