“ Todo entrerriano capaz de armas
llevar
concurrirá con su caballo….al
campamento Calá,
donde deberá hallarse el día…”
Perentoria la bélica orden
se difunde de un término al otro,
y al oírla, jinete en su potro
sale el gaucho con rumbo a Calá.
Entre Ríos, unánime, pónese
impulsivo y gallardo de pié,
sin que nadie pregunte por qué
ni con quien va a luchar donde vá.
De los pagos remotos o próximos,
¡upa! ruge la audaz montonera,
denotando su estirpe guerrera
en el fácil apresto viril:
con sus armas, caballos y avíos
cada uno está listo y en marcha,
así sea quebrando la escarcha
o en la tarde más linda de abril…
Temerarios de raza, se arriesgan
con el más infantil desenfado,
en los ríos gigantes, a nado,
a facón en la carga sin par…
Pago largo, India Muerta, Caseros,
escandecen sus ímpetus locos,
y en domarlos a muchos, con pocos,
cifran todo el saber militar.
A Calá dice el bando, y no cuesta
al varón entrerriano un suspiro.
el salir, con su pingo de tiro,
en oyendo su timbre marcial;
quien no tiene caballos, lo hace
a rigor de rebenque y espuela,
que del rudo deporte es la escuela
todo el haz de la loma natal.
Y allá van. Cual chapeado pregona
la prosapia del jefe estanciero,
que de poncho y de bota, altanero,
forma al frente de la cabalgata;
y que luce en la lanza, que muda,
la leyenda romántica narra,
bajo la ancha, filosa moharra,
una gran media-luna de plata.
Se desgaja en mil lanzas el bosque,
que los hitos del norte nos cubre,
y allá va la legión del Payubre,
y detrás la que ofrece Montiel;
y allá vienen los bravos sureños
que son diestros en agua y en lodo,
y al pasarse la lista, están todos:
Norte, Sur, Este, Oeste, con El.
Y es de verse aquel cuadro tremendo
Del desfile en Calá, cuando fieros,
van pasando, pasando, estrelleros,
entre clásicos gritos de guerra;
mientras sube del campo bravío
a los más apartados confines
un nostálgico son de clarines
donde llora el amor de la tierra…
Luego esta la tormenta formada
y en su propio rigor se concentra,
cada uno sus penas adentra,
nadie piensa en su próximo fin;
de allí sale con rumbo a Caseros
o a doquiera Don Justo lo mande,
¡Invencible el Ejército Grande
tras el poncho de su paladín !
Eufemio Francisco Muñoz
Del libro “con el caballo de la
rienda”
Año : 1951
DOCTOR EN FILOSOFÍA DE TEOLOGÍA CRISTIANA
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