Ignacio de Loyola (Loyola, c. 23 de octubre de 1491-Roma, 31 de julio de 1556) fue un militar y religioso español, surgido como líder religioso durante la Contrarreforma. Su devoción a la Iglesia católica se caracterizó por la obediencia absoluta al papa. Fundador de la Compañía de Jesús, de la que fue el primer general, la misma prosperó al punto que contaba con más de mil miembros en más de cien casas —en su mayoría colegios y casas de formación— repartidas en doce provincias al momento de su muerte.3 Sus Ejercicios espirituales, publicados en 1548, ejercieron una influencia proverbial en la espiritualidad posterior como herramienta de discernimiento. El metodista Jesse Lyman Hurlbut consideró a Ignacio de Loyola como una de las personalidades más notables e influyentes del siglo xvi. La Iglesia católica lo canonizó en 1622, y Pío XI lo declaró patrono de los ejercicios espirituales en 1922.
Vera effigies S. Ignaty de Loyola, verdadera
imagen de S. Ignacio, con armadura militar. Anónimo del s. XVI, escuela
francesa.
Íñigo López de Loyola inició su
carrera como hombre de armas formando
parte de las tropas oñacinas del
reino de Castilla. En mayo de 1521, a los treinta años de edad cayó herido en
la Batalla de Pamplona cuando defendía la ciudad de las tropas francesas
de Enrique II de Navarra. Este
hecho sería determinante en su vida, pues la lectura durante su convalecencia
de libros religiosos lo llevaría a profundizar en la fe católica y
a la imitación de los santos.
Así que ya estando sano se
propuso peregrinar a Jerusalén, para lo cual necesitaba llegar antes a Roma, en este sentido en su trayecto se detendría en el Montserrat y Manresa, donde
comenzó a desarrollar sus Ejercicios
espirituales, base de la
espiritualidad ignaciana.
A su vuelta de Tierra Santa,
comenzó sus estudios y a dedicarse a la predicación,
basándose en el método de sus Ejercicios. Sus actividades le
hicieron sospechoso de heterodoxo e
incluso llegó a ser procesado en distintas ocasiones. Tras ver cerradas las
puertas a la predicación, decidió continuar sus estudios en París, donde
cursó filosofía y tuvo por compañeros a Pedro Fabro y Francisco Javier,
entre otros.
Ignacio y sus compañeros
acabaron pronunciando un voto de pobreza, iniciaron la Compañía de Jesús y decidieron peregrinar a Jerusalén, pero esta
empresa resultó imposible y finalmente optaron por ponerse a disposición
del papa. Ignacio
partió a Roma junto a Pedro Fabro y Diego Laínez, experimentando durante todo el viaje multitud de
sentimientos espirituales y una especial confianza en que Dios les sería favorable en esa ciudad.
Allí se dedicó a impartir
sus Ejercicios, pero pronto sufrió las críticas de personalidades
influyentes que difundieron rumores en su contra, acusándolo de ser un fugitivo
de la Inquisición. Para
impedir que las acusaciones prosperasen y acabasen impidiendo su actividad,
Ignacio quiso que se abriese un proceso formal para así ser declarado
públicamente inocente.
Después de esto se procedió a
designar al primer general de
la Compañía de Jesús, resultando Ignacio
elegido unánimemente por sus compañeros. Sin embargo, rechazó la designación y
pidió que la votación se repitiese tras madurarlo más profundamente. Volvió a
ser elegido en segunda votación y, tras reflexionar y confesar sus
pecados, finalmente aceptó.
Estuvo quince años al frente de la Compañía de Jesús como General, permaneciendo en Roma. Murió el 31 de julio de 1556 y su cuerpo, que fue inicialmente sepultado en la iglesia de Santa Maria della Strada, fue trasladado a la iglesia del Gesù, sede de la Compañía. El papa Gregorio XV lo canonizó el 12 de marzo de 1622 junto con Francisco Javier, Felipe Neri, Teresa de Jesús e Isidro Labrador.