La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios. Herederos de Misioneros y educadores, viajeros y descubridores, cartógrafos y geógrafos, hombres de teología y espada, de ciencia y espiritualidad, conspiradores políticos o pacificadores, los jesuitas han sido, desde la fundación de la Compañía de Jesús una de las órdenes religiosas más importantes y controvertidas de la cristiandad; efectivamente, un grupo muy influyente a nivel mundial.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
Se dedicaba a los gastos de la guerra contra los infieles
Dos
semanas le tomó al Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, emitir
un llamado al “cese al fuego en Gaza”. Su gesto diplomático -de forma y de
orden tan bajo y endeble que ni el mismo se lo creyó- fue recibido por las
partes como un efímero soplo del viento. El gesto
del funcionario no hizo más que reflejar la falta de voluntad, la sumisión y la
imposibilidad de la comunidad internacional para hacer frente a las causas
reales de este absurdo, innecesario y sangriento conflicto.
De todos los temas en la agenda global, evidentemente el
conflicto palestino-israelí “es el más cargado de emociones” y, pareciera ser,
el menos adecuado al análisis político. Sin embargo, sin tal lectura y sin
abordar las verdaderas causas, sus disparadores y actores interesados en su permanente
continuidad, no se puede esperar que un alto el fuego constituya algo más que
un momento de calma para la siguiente ronda.
Como
sea, es inevitable efectuarse una pregunta central:
¿por qué la guerra estalló en este momento? La guerra siempre estalla cuando
una o más partes -en una relación de confrontación- perciben que el statu quo
vigente es intolerable y debe modificarse. No procede en las tensiones
geopolíticas de Medio Oriente hablar de cuestiones humanitarias, tanto Hamas
como Israel dejan eso a los verdes a pacifistas y antibelicistas que piensan
que pueden parar las bombas vociferando en plazas europeas o latinoamericanas.
Rechazando la endemia de la guerra, a lo que me refiero es al punto de vista
político-militar de dos energías en pugna.
Personalmente, no debato ideologías ni apoyos a tal o cual
sector, eso se lo dejo al lector pensante. Me refiero siempre a los hechos. Y
en el caso de Gaza, Hamas fue el primero en encontrar que debía cambiar el
status quo establecido desde la efectiva retirada israelí del enclave, ocurrida
en el año 2005. Así fue que se dio a la acción para modificarlo.
Varios acontecimientos llevaron a esto, a saber:
a) El colapso de la Hermandad Musulmana
en Egipto,
un aliado primario de Hamas desde la era del derrocado presidente Hosni
Mubarak. Los Hermanos brindaban logística y apoyo de altísimo valor político,
estratégico y militar que se perdió con la caída del presidente Mohamed Mursi,
meses atrás.
b) Los crecientes problemas económicos de Irán, producto de las
sanciones económicas sobre el régimen de los mullah’s y la consiguiente
reducción del apoyo de Teherán a Hamas. Este punto se hizo sentir fuerte en el
enclave gobernado por la organización islamista.
c) El fracaso de Hamas en reactivar la
economía,
combinado con métodos autoritarios y de rígido control le significó una pérdida
de apoyo popular entre los propios habitantes de la Franja , por lo que había
que apelar al pueblo con acciones convincentes para mantenerse presente en la
reivindicación de sus postulados como movimiento de resistencia ante el enemigo
externo.
Así, para cambiar el status quo, Hamas tuvo que volver a
recalentar el escenario con sus ataques con cohetes contra Israel. De esta
manera se dio a la acción, al tiempo que sometió a civiles de uno y otro lado a
la devastación. En ello, dio relativa importancia a la devastación –incluso-
para su propio pueblo y, mostrando su “resistencia al enemigo sionista”, se
lanzo en una ofensiva temeraria. Esta ha sido la táctica de siempre, aunque
esta vez, colisiono con una realidad inesperada para su conducción, salvo
Qatar, “no hay apoyo de las naciones islámicas para Hamas”. Esto se aprecia en
los críticos “silenciosos” dentro del mundo árabe y la comunidad palestina,
incluidos los de Gaza.
Lo que Hamas ignoró es que Israel sintió
también que el status quo era insostenible e insoportable, y decidió no recibir
más misiles y cohetes a diario sobre sus poblaciones. El cálculo estratégico
de Hamas erró esta vez. No consideró que el propio Israel puede aprovechar la
oportunidad para intentar cambiar el status quo definitivamente en esta guerra
y, saldar así, cuentas pendientes como vienen desde 2009 con la “Operación
Plomo Fundido”.
En política, “si no se puede decir en una frase cuál es la meta
que se persigue, siempre es mejor guardar silencio hasta que se pueda hacerlo”.
Hamas no supo entender este principio básico. Ahora ¿cuál es -en una
frase- la meta de Hamas? La pregunta no es de difícil respuesta. Se encuentra
establecida en los estatutos de conformación del movimiento y, claramente se
puede leer en su articulado: “la destrucción de Israel”.
Es
claro que el mundo está lleno de movimientos utópicos mesiánicos, milenaristas
y otros dedicados a las agendas idealistas, y no hay razón por la cual Hamas no
debería ser uno de ellos. Sin embargo, Hamas vive en un mundo de fantasía donde
ha olvidado el destino y el futuro de la población de Gaza. Hamas
no calculó que los habitantes de Gaza son, en su mayoría, refugiados, bastante
más apegados al modelo de la Autoridad Nacional y su justo reclamo por
construir un Estado Nacional Palestino. Lo que no es lo mismo que un Estado
islamista.
Si en
el pasado Hamas obtuvo el respaldo de los habitantes de Gaza contra las
autoridades de la
Autoridad Nacional Palestina, fue precisamente por su
posición frente a las viejas falencias de la ANP del presidente Mahmmud Abbas. Pero
no para un programa pan-islamista ni para establecer allí un califato, como
pretende Hamas.
En el contexto de la situación actual, el objetivo de Israel
para detener los ataques con cohetes hacia su territorio fue facilitado por
Hamas. Israel cuenta con los recursos para alcanzar esa meta y desmantelar los
sitios de lanzamiento de cohetes. Lo mismo para neutralizar el mando y control
de la red operativa de Hamas. Habrá por tanto que ver si es esta una nueva
guerra inconclusa como las anteriores, o si esta vez tiene un final, sea por
medio de las armas o, como sería más aconsejable, por medio de un acuerdo
definitivo.
Vivimos en un mundo en el que la guerra rara
vez se permite llevar a cabo en forma completa. Ello debido a que el
estado de ánimo de la comunidad internacional es hostil a ella y, a pesar de
que la guerra siempre ha sido, y es posible, infortunadamente, que continúe
siendo, el instrumento de regulación de las relaciones conflictivas entre los
pueblos.
En el futuro, la opinión pública internacional, la presión de
EE.UU. y el creciente costo de la guerra moderna no permitirán al primer
ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hacer uso pleno de la guerra como
instrumento de remodelación de la realidad geopolítica. Peor aún, en vez de
perseguir a Hamás en Gaza, Netanyahu puede terminar ayudando a Hamas a volver a
Cisjordania. También puede que Hamas quede demasiado débil para conformar un nuevo
status quo en el enclave. Una vez que las armas se hayan silenciado, entonces
veremos dónde estamos con el nuevo status quo. Y más importante aún, cuales
habrán sido las implicancias y consecuencias reales de una guerra “terminada o
de una guerra a medio terminar”. Está visto que los dos adversarios no pueden
entenderse desde 1948.
Sin
embargo, a través de los años hemos sido testigos del auge y la caída de 17
movimientos palestinos de “liberación”. Con una sola excepción, todos eran
grupos nacionalistas que decían luchar por la liberación y bajo una idea que
aglutinó el pensamiento marxista, estalinista y maoísta. Todos esos grupos
incluyeron la palabra “Palestina” en su identificación. La
única excepción es Hamas, que con sus acciones y postulados representa al
Estado teocrático, y con ello, socava las esperanzas de los palestinos por un
Estado propio.
La tragedia de Gaza nos debería recordar un hecho trascendental
a través de la historia de los conflictos humanos: “Si hay algo peor que la
guerra, es una guerra a medio terminar”
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