La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
La actual crisis en Irak es descripta de forma rutinaria por los comentaristas de medios internacionales, especialmente en Occidente, como una guerra sectaria. El supuesto es que Irak está siendo destrozado porque sus diferentes elementos, especialmente los árabes sunitas y chi’ítas, han decidido, de alguna manera, que ya no pueden vivir juntos.
Sin
embargo, Irak no es Siria. Entonces ¿qué tan preciso es este el análisis? Es
claro que la respuesta a la pregunta podría tener un impacto importante en la
configuración del resultado de la crisis. Algunos de los que afirman que los
iraquíes ya no pueden vivir juntos insisten en que las fronteras dibujadas tras el colapso del
Imperio Otomano han
perdido el sentido y ya no son válidas. En consecuencia, debería considerarse
establecer nuevas fronteras para los estados-nación modernos.
Lo cierto es que en el
origen de este tipo de análisis se afirma -a mi juicio erróneamente- que Irak
es un país artificial e inviable desde su creación misma. Es aquí donde me
permitiré recordar una experiencia profesional. Unos años atrás, en un programa
de la TVE en
Madrid, fui agraviado intelectualmente por un profesor universitario español
porque sugerí que EEUU debió haber permanecido durante unos años más al lado de
Irak, como ocurrió en el caso de Alemania Occidental después de la Segunda Guerra
Mundial, huelga indicar que los hechos actuales han ratificado mi posición
acertada, ayudar a los iraquíes a consolidar sus nuevas instituciones era de
fundamental importancia y tal cosa no estuvo presente por la decisión del
presidente Obama de retirarse de allí.
Recuerdo
que en tono de burla, el profesor español me replicó que “al ser un estado
nuevo y sin experiencia democrática, Irak no podía ser comparado con Alemania
puesto que la última tenía una larga historia y una gran experiencia
democrática”. Al parecer, nuestro profesor no sabía que Irak tiene una historia
que se remonta a unos 4.000 años, es decir, mucho antes de que las primeras
tribus germánicas aparecieran en Europa. Tampoco sabía que Alemania se
convirtió en Estado-nación en 1870. Y que el Irak moderno alcanzó el mismo
estatus en 1921, y que tanto Alemania como Irak surgieron de los escombros de
distintos imperios. En cuanto a la “experiencia democrática”, ni la tragedia de
Alemania bajo el nazismo, ni Irak en la era del ba’azismo fueron lo que
podríamos denominar una “experiencia democrática”.
Pero no es mi
intención humillar al pobre hombre más de lo que hizo por sí mismo en aquel
programa televisivo, menos aun transcurridos cuatro años de la anécdota. Lo
traje al artículo para mostrar el calibre y la magnitud del daño que los
ignorantes causan y han causado al mundo árabe en particular y a los países en
general cuando hablan y se constituyen en ‘soberbios opinologos’ sin la mínima
formación académica sobre la temática. Por tanto, dejo al profesor que vaya de
tapas y pinchos y me remito al rigor histórico y al pensamiento proactivo que
pretende aportar soluciones claras.
Bajo su monarquía,
Irak disfrutó de toda la libertad que los diversos componentes del futuro
estado alemán habían tenido bajo sus respectivos príncipes.
La
fundamentación que esgrimen contra Irak sus detractores -como el profesor
español- ha sido y es, que los iraquíes, por ser árabes o musulmanes, son incapaces
de vivir en libertad. A los árabes y los musulmanes, en esta corriente de
opinión, generalmente se los considera programados genéticamente para favorecer
un gobierno despótico. Sin embargo, si la ‘artificialidad’ de Irak significa
que no tiene derecho a ser un Estado-nación moderno y unificado, ¿por qué no
aplicar la misma norma a los 158 miembros de Naciones Unidas que son más
recientes y tan artificiales como Irak? Con el criterio de los detractores de
Irak cualquier país del mundo se puede dividir en dos o más partes y cada uno
puede redibujar sus fronteras. Sostener tal cosa es un absurdo. Lo crea o no el lector, con prescindencia del caos politico del
presente, Irak en su forma actual es uno de los tres estados árabes modernos
más antiguos.
Es innegable que hay
varias potencias y algunas energías dentro del propio Irak con especial interés
en que el país sea desmembrado. Desmontar Irak podría adaptarse a las
estrategias de esos poderes y esas energías, pero no será una solución a la
crisis actual que tiene sus raíces en otros lugares.
A
mi juicio, la crisis en curso podría describirse como una guerra entre
fanáticos en lugar de una guerra sectaria. La masa de los sunitas y los chi’ítas de Irak no están
involucrados en este conflicto, salvo como víctimas, pues son ellos los que
están muriendo.
El hecho de que facciones sectarias de ambos bandos utilicen un
lenguaje teológico no nos debe inducir al error. La razón es que la
lengua islámica y en particular el idioma árabe, carece de un vocabulario
político secular. Esta manifestación ha sido una constante en toda
la historia árabe-islámica.
La
primera guerra civil en el islam, entre Ali Ibn-Taleb y Muawiya I, no tuvo nada que ver con las
interpretaciones de rivalidades en la fe. Se trato únicamente de vencerse entre sí para ganar poder
político.
Sin embargo, la única
manera de expresar la rivalidad en aquel momento era a través de un léxico
discursivo-teológico, el cual a su vez y durante varios siglos, alentó la
confrontación y el cisma doctrinal. Esto es bien simple y no debería ser de
difícil comprensión para los analistas occidentales, deben estudiar historia
antigua del mundo árabe y con ella el comportamiento del liderazgo y las masas.
Previamente, claro que deben aprender el idioma árabe ya que no hay
bibliografía en español o inglés sobre la materia. Pero hay colegas de este
lado del atlántico que podrían lograrlo, desde luego que sí.
El
escenario iraquí es bien sencillo de interpretar, el primer ministro, Nuri Al-Maliki, quiere mantenerse en el poder tanto
tiempo como le sea posible. Esto no tiene nada que ver con que él sea un
chi’íta. Saddam Hussein, era un sunita que tuvo una actitud
similar hasta las últimas consecuencias, no creo que haga falta mencionar su
bien conocido final.
Es
cierto que el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) y
sus enemigos están causando estragos en Irak, pero también es cierto que están
motivados por la sed de poder político en lugar de cualquier interpretación
específica de la fe. A quien lo quiera ver despojado de sectarismo, hay que decirle que
estos sujetos realizan sus desmanes y luchan militarmente por objetivos
políticos disfrazados de fines religiosos.
Esto
que expongo queda demostrado en el hecho de que ningún teólogo creíble suní o
chía ha proporcionado una cubierta religiosa a los combates. En el lado suní,
casi todos los teólogos han hecho un llamamiento de buena fe por la paz y la
reconciliación. En el lado chií también, el tono abrumador de los clérigos de
alto nivel ha estado a favor de calmar los ánimos. A pesar de una serie de
presiones políticas, los religiosos de alto rango, como el ayatollah de la
ciudad de Nayaf, Ali al-Sistani y
el ayatollah de Qom, Alawi Boruyerdi, se han negado a
declarar la ‘yihad’ contra el ISIS. En Qom, sólo el ayatollah, Makrem Shirazi utilizo el término yihad, indicando
con ello su ignorancia sobre los principios y las reglas bajo las cuales se
realiza una llamada de este tipo. Sin embargo, Shirazi, al igual
que el líder supremo iraní Ali Khamenei, es una figura política más que religiosa,
por lo tanto ‘no puede pretender expresar una posición teológica, cuando lo que
efectúa es absoluta acción política’.
En
esta situación, el que ha demostrado inteligencia y pragmatismo ha sido el
teólogo Alawi Boruyerdi, quien a través de una fatwa, ha declarado, independientemente de
posiciones sectarias, que los iraquíes deben luchar en defensa propia, en el
apoyo de sus fuerzas armadas regulares, por su propio país y contra los que
quieren desmembrar su estado. Por tanto, el actual conflicto no debería ser
capitalizado por aventureros para revivir sus milicias sectarias y empujar a
Irak de regreso a los viejos tiempos del terror en nombre de la fe.
Irak puede y debe
resistir la tormenta. Debe preservar su soberanía e integridad territorial
intacta y es en el mejor interés de todos los iraquíes que lo debe hacer. Con
ello se quitara a todo aquel que desee deglutirlo utilizando la cortina de humo
teológica.
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