La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
En el año 2015 se celebrarán
cuarenta años del decreto cuarto, un buen momento para contemplar serenamente
los cambios vividos. Este largo proceso ha sido experimentado en primera
persona por una buena parte de los jesuitas que hoy componen la Compañía. Hemos
convocado a algunos de los protagonistas para que puedan expresar lo que ha
supuesto este decreto en la vida de la Compañía y describir la situación en la que nos
encontramos hoy. El presente número 115 de Promotio quiere aportar un balance
inicial de este proceso, que pueda servir de base en provincias y conferencias
para realizar una reflexión sobre este tema durante el próximo año. Por Patxi
Álvarez sj, Promotio Iustitiae, n° 115, 2014/2.
En 1975 la Congregación General 32 (CG 32) de la Compañía actualizaba la
formulación de su misión en su decreto cuarto: ”la misión de la Compañía de Jesús hoy es
el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una
exigencia absoluta” (n. 2) y consideraba ”la promoción de la justicia como
parte integrante del servicio presbiteral de la fe” (n. 18).
Aquel decreto conmocionó la Compañía por su
radicalidad. Los padres congregados fueron lúcidos y se dieron cuenta de que si
la Compañía
comenzaba a trabajar por la justicia, habría de pagar un precio (n. 46). Así ha
sido: desde entonces más de una cincuentena de jesuitas y muchos más
colaboradores laicos han muerto por su compromiso de fe en favor de la
justicia. El texto anunciaba un renacimiento de la Compañía , que se unía al
proceso de renovación que el propio Concilio, unos años antes, ya había
desencadenado.
El decreto cuarto supuso una conversión
dolorosa para los jesuitas, un proceso que no estuvo exento de errores, ni de
conflictos. Unos pocos años más tarde, en 1983, la CG 33 hacía un elenco de ellos
(d. 1, n. 32-33). Señalaba que la interpretación del decreto había sido en
ocasiones truncada, unilateral, o no bien ponderada. También decía que no
siempre se había comprendido la justicia social a la luz de la justicia
evangélica y que la Compañía
no se había entregado por entero a esta misión. Añadía que ni el espiritualismo
desencarnado ni el activismo meramente secular sirven verdaderamente para la
proclamación íntegra del Evangelio.
El P. Kolvenbach, allá por el año 2000,
escribía una carta sobre el apostolado social en la que también hacía un
balance del apostolado social. Junto a elementos positivos notables, como la
entrega, energía y creatividad en todos los rincones del mundo, indicaba
también las dificultades crecientes: eran cada vez menos y menos preparados los
jesuitas dedicados a este 6 Secretariado para la Justicia Social y la Ecología apostolado, a
veces desanimados y en soledad, con escasa organización. Decía que el
apostolado social corría el riesgo de ”perder su vigor e impulso, su
orientación e impacto. Si esto ocurriera a una determinada Provincia o
Asistencia, entonces por falta de un apostolado social vigoroso y bien
organizado, la dimensión social esencial se desvanecería también poco a poco”.
El año 2015 se celebrarán cuarenta años del
decreto cuarto, un buen momento para contemplar serenamente los cambios
vividos. Este largo proceso ha sido experimentado en primera persona por una
buena parte de los jesuitas que hoy componen la Compañía. Hemos
convocado a algunos de los protagonistas para que puedan expresar lo que ha
supuesto este decreto en la vida de la Compañía y describir la situación en la que nos
encontramos hoy. El presente número 115 de Promotio quiere aportar un balance
inicial de este proceso, que pueda servir de base en provincias y conferencias
para realizar una reflexión sobre este tema durante el próximo año.
Los autores han optado en bastantes casos por
incluir referencias de su trayectoria personal en la Compañía , que ven ligada
a la puesta en práctica del decreto. Muchos de ellos se han decantado por
agradecer ”tanto bien recibido” (Ejercicios n. 233). En total se recogen 19
artículos casi todos de jesuitas, con contribución de dos personas
laicas procedentes de las seis conferencias.
Un modo sencillo en que se puede utilizar este
número de Promotio en comunidades y grupos consiste en seleccionar unos pocos
artículos por su interés, proponerlos para su lectura y realizar colectivamente
ese mismo esfuerzo de los autores de agradecimiento y de valoración de la
situación presente.
Ese ejercicio dará lugar con seguridad a
compartir muchas mociones interiores y nos ayudará a renovar una vez más
nuestro deseo de ”buscar el Reino de Dios y su justicia” (Mateo 6, 33), para
que así, a todos todo se les dé por añadidura.
Tomado del editorial de la revista PromotioIustitiae, n° 115, 2014/2
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