La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios. Herederos de Misioneros y educadores, viajeros y descubridores, cartógrafos y geógrafos, hombres de teología y espada, de ciencia y espiritualidad, conspiradores políticos o pacificadores, los jesuitas han sido, desde la fundación de la Compañía de Jesús una de las órdenes religiosas más importantes y controvertidas de la cristiandad; efectivamente, un grupo muy influyente a nivel mundial.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
Fundación Iberoamerica Europa (Centro de Investigación, Promoción y Cooperación Internacional -CIPIE-) Diario Exterior, Madrid.
Es innegable que la política
internacional avanza hacia una nueva etapa, en este proceso, muchos
intelectuales no han vacilado en abundar sobre los posibles aspectos que los
cambios entrañan, ellos ofrecen definiciones tales como: ´el fin de la historia,
el regreso de las rivalidades tradicionales entre naciones-estado o la
declinación del estado-nación a causa de las contradicciones entre tribalismo y
globalización´.
Cada una de estas versiones da
cuenta de algunos aspectos de nuestra realidad. Sin embargo, pasan por alto un
elemento decisivo y central en la política mundial de los próximos años. Y es
que ‘la principal fuente de conflicto en el mundo que viene, fundamentalmente
se producirá por las grandes divisiones de la humanidad. En este marco el eje
dominante del conflicto, a mi juicio “será cultural”.
Durante la guerra fría, el mundo
se dividió en lo que se conoció como‘primero, segundo y tercer mundo’. Esa
división ya no resulta pertinente y adquiere categoría de obsoleta. Hoy es
mucho más lógico agrupar a los países en función de su cultura e idiosincrasia
que hacerlo según sus sistemas y regímenes políticos.
En mi opinión, una lectura
profunda del tablero político internacional nos muestra que las naciones-estado
seguirán siendo los agentes más poderosos en los asuntos mundiales, pero en los
principales conflictos internacionales se enfrentarán naciones o entidades
culturales distintas. Así, el choque cultural puede llegar a instalarse en el
escenario de la política mundial.
La batalla ideológica del futuro
tendrá lugar entre las líneas de ruptura que no sean resueltas a través de las
entidades culturales y esto es, si se me permite la definición, “una política
-casi de estado- en el pensamiento yihadista”. De hecho, sostengo que estamos
inmersos en esta etapa. “El conflicto inter-cultural abierto y directo, será la
última fase de la evolución del conflicto en el mundo moderno”. Comprender este
punto es central y es fundamental que la comunidad internacional trabaje sobre
ello si desea evitarlo.
Los defensores occidentales del
yihadismo postulan como válida o exclusivamente válida, la norma
jurídica-religiosa desarrollada históricamente por la escuela Jambalí -la más
rigurosa- cuyos postulados generan un fuerte rechazo en las sociedades abiertas
y democráticas. Esta doctrina cuenta entre sus exponentes a clérigos, teólogos
y juristas ultraconservadores de los
países del Golfo. En su enunciado rígido, la escuela Jambali presenta también
una rama más extrema y radicalizada, entre cuyos exponentes, la yihad se
plantea como el único camino aceptable para recuperar los territorios en los
que ha regido el Islam y para defender aquellas zonas en que los musulmanes
están en lucha, lo cual se plantea como un acto de autodefensa contra los que
conspiran para socavar las bases de la sociedad, la religión, la cultura y los
valores del mundo islámico.
Lo concreto es que el mundo se va
haciendo cada vez más pequeño y aumentan las interacciones entre pueblos de
distintas culturas que intensifican su conciencia idiosincrásica y las
diferencias y similitudes con las restantes. En Francia y España, por ejemplo,
la inmigración árabe genera entre franceses y españoles mayor hostilidad, y al
mismo tiempo, mayor receptividad a la inmigración polaca y ucraniana de
europeos católicos.
Lo mismo en lo comercial y
empresarial, donde los estadounidenses reaccionan en forma mucho más negativa a
la inversión japonesa que a la canadiense o europea. Los procesos de
modernización económica y cambio social tienen en todo el mundo el efecto de
separar a la gente de sus identidades originales debilitando inexorablemente a
la nación-estado como fuente de identidad. En el mundo árabe, la religión ha
conseguido llenar este vacío muchas veces en forma de movimientos
fundamentalistas que es posible encontrar en todas las creencias religiosas,
aunque más a menudo en el integrismo militante yihadista.
El doble papel que impulsa
Occidente con la toma de conciencia sobre la propia cultura, no lo muestra en
la cúspide del poder. Sin embargo, entre las culturas no occidentales ocurre un
fenómeno que es el "regreso a las raíces". Así, se escuchan cada vez
más referencias al encierro y al fracaso de las ideas occidentales del
socialismo o el neo-liberalismo; al tiempo que en Oriente Medio es bien visto
el retorno a la rígida "re-islamización"que proponen movimientos
yihadistas satelitales a Al-Qaida.
En el pasado, las élites de las
sociedades no occidentales solían ser las personas que más relación tenían con
Occidente, se educaban en Oxford y la Sorbona y estaban imbuidas de hábitos y valores
occidentales. Ahora esas relaciones se invierten. En países no occidentales se
produce una "desoccidentalización" de élites que cobran popularidad
entre las masas, y sin procurarlo, esa desoccidentalizacion sumada a la de los
propios occidentales acaba siendo funcional al integrismo violento.
En resumen, se debe reconocer que
la democracia occidental no ha llevado las recetas perfectas a Oriente Medio,
que escogió socios equivocados y robusteció algunas fuerzas políticas
anti-occidentales en el mundo árabe. Y aunque esto podría ser un fenómeno
pasajero, sin duda complicó las relaciones entre países árabes-islámicos y
occidentales. Este escenario configura una materia pendiente de interpretación
para gran parte de la dirigencia occidental, que aunque construyo alianzas no
tan genuinas con una dirigencia que casi siempre aspiró a desarrollar una
estrategia de unirse a los beneficios para moderar la imagen de sus países en
Occidente; su legado violento y excluyente los expone como aliados poco
confiables para Occidente y como opresores para con sus conciudadan
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