La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
General de los jesuitas: "La sociedad va cambiando, y
también nuestras estructuras tienen que cambiar" "África no tiene las mismas fronteras que Oriente Medio o
Europa. Los jesuitas estamos en todas"
(Lucas López, sj).- El pasado 21 de junio, el prepósito
general de la Compañía
de Jesús,Adolfo Nicolás, sj, visitaba España para presidir la
creación de la nueva provincia de España. "La revolución de Francisco es
la revolución de la normalidad", subraya Nicolás, quien
mantiene una fluida relación con el Papa, aunque "evitamos una frecuencia
que sea demasiado visible". Sobre la Compañía , a cuya dirección renunciará en 2016,
afirma que "la sociedad va cambiando, y también nuestras estructuras
tienen que cambiar", y apunta que "tenemos que seguir mirando a
Arrupe"
¿Quién
le enseñó a rezar?
Muchos, porque se reza
de pequeño, de joven, de mayor, de laico y de jesuita.Aprendí en casa, teníamos juntos el mes de San José,
era una devoción de mis padres. Nos pasábamos grandes juergas los hijos,
buscando una equivocación para reírnos. Pero así aprendimos, por lo menos creo
que es lo que queda siempre, que hay un recurso más allá de lo que pasa día a
día. Eso queda en la mente del niño. Luego se aprende a rezar con la
vida, con el Evangelio, con los acontecimientos, con la vida de
Compañía, la vida de la compañía es la oración de ahora.
¿Hay
tiempo para orar en la vida de la curia?
Por supuesto, hay que hacerlo por la mañana, porque luego durante el día no
queda tiempo para nada.
¿Se
encuentra a menudo con el Papa Francisco?
No, tanto él como yo evitamos una frecuencia que sea demasiado
visible.
Yo, en cuanto puedo, trato asuntos con él a través de otras fuentes. Es un
hombre muy abierto a todos los canales, oficiales y no oficiales; procuro usar
diferentes canales para no hacerme demasiado visible y que empiece una especulación sobre la relación
del papa con la Compañía , que no nos haría bien
a ninguno.
Tenemos un voto de obediencia y queremos saber que nos pide el papa Francisco ¿sabemos qué nos pide?
Esa fue la primera preocupación que tenía yo
como General. El papa Benedicto XVI nos dijo claramente qué esperaba de la
Compañía : intensidad
en el estudio, profundidad en el pensamiento y espiritualidad. He
podido confirmar con el papa Francisco que quiere lo mismo de la
Compañía. Además de
las prioridades que él tiene: contacto con la gente, servicio
a los pobres, etc. Pero creo que nuestra función ahora en la
iglesia es procurar que haya profundidad, que no nos vayamos por lo que nos
vamos todos: por lo periodístico, por lo inmediato, sino estudiar las cosas a
fondo y tratar de responder a lo que la
Iglesia necesita
ahora.
¿Le
sorprende el papa Francisco?
No me sorprende. Un periodista italiano ha dicho que la revolución de Francisco es
la revolución de la normalidad. Y no me sorprende que en
la iglesia podamos ser normales. Él es muy normal, muy natural, muy espontáneo
y eso hace bien a la iglesia y gusta a la gente.
Me he encontrado en mis viajes por todo el mundo con el agrado de la gente, de
todos, africanos, asiáticos, latinoamericanos... por este estilo informal,
cercano, de diálogo, que tiene con todos y esto corresponde también a su
canonización del beato Fabro. Le hizo santo porque le tenía gran devoción desde
joven, antes de ser jesuita, y en el beato Fabro él encuentra apoyo,
inspiración para lo que busca: diálogo, cercanía, apertura a todos, lleno de
cariño, porque no es un hombre frío.
Cómo
saber lo que un papa quiere. Qué mecanismo hay para llegar al papa.
Lo mejor es preguntar directamente. Es muy accesible y
dialogante. Le gusta que las cosas se le digan. El me ha alabado a su
secretario porque cuando no está de acuerdo se lo dice. Y a él le gusta esto, un lenguaje
directo, espontáneo, sincero. Él es muy sincero. Lo que hemos ganado en
cercanía lo hemos ganado en conocimiento de la persona, no hay nada oculto, es
un hombre transparente.
Y
para saber lo que el papa pide a la
Compañía y lo que pide Dios a la Compañía ,
¿cómo lo hace
P. Nicolás?
El mejor camino para saberlo es el discernimiento. San Ignacio nos dejó no solo
el método sino las actitudes fundamentales, porque la realidad es uno de los
mejores puntos de partida. San Ignacio es un hombre que no es abstracto, que
camina sobre la realidad, se considera peregrino no solo porque físicamente caminó
mucho, sino porque es un hombre en búsqueda, que va descubriendo nuevos campos
y la realidad es siempre un punto de partida muy serio para él. Tanto, que
cuando envía gente a la India
o a otros sitios, siempre en sus instrucciones les deja total libertad para que
disciernan sobre el terreno. El cambio de estructuras es normal en San
Ignacio, porque no hay nada absoluto si no es la voluntad
de Dios y el bien de los demás.
.
.
¿Llega
bien la realidad a Borgo S. Spirito? ¿Cómo hace para acercarse a la realidad?
.
Llega muy bien. La Compañía
tiene 500 años de experiencia, y siempre se ha ido puliendo, precisamente, el
acceso a la realidad, a través de cartas, a través de una doble red. Me hizo
pensar cuando estudié en Roma en los años 68-69; me pidió el secretario de la
embajada japonesa que organizara un encuentro con tres profesores de la
gregoriana, y le preguntaron a él por qué la embajada japonesa en el Vaticano,
qué interés tenía Japón en dos embajadas en Roma si Japón no es un país
católico. Él respondió claramente: por información, porque lo que decide el
Vaticano afecta a los países latinoamericanos, y Japón tiene interés en saber
eso. Y porque el Vaticano tiene dos redes de información, una oficial a través
de los nuncios, y otra informal a través de sacerdotes, religiosos, laicos, que
están continuamente enviando información a Roma.
Entonces
¿lee todo lo que le mandan?
Mucho de mi trabajo es leer y escuchar. Las orejas se me han hecho
un poco grandes. Tengo un equipo para eso muy bueno. El secreto
del gobierno de la Compañía
está en el equipo. Estoy muy agradecido a la Congregación General ,
no por elegirme sino, para perdonar eso, por el equipo que me dio. Tengo 9
asistentes regionales, que tienen distintas partes del mundo bajo su
preocupación y luego 2 asistentes para las casas de Roma -que son casi 400
jesuitas- y otro para formación, que es la prioridad en la Compañía siempre. Entre
todos, sé que podemos encontrar caminos para responder a distintos retos
y eso me permite dormir en paz. Duermo bien gracias a saber que no tengo que
solucionar yo todos los problemas.
Estamos
en la creación de la nueva provincia de España, ¿es porque somos menos?
Sería mentiroso si dijera que no ha influido. Es evidente que la cuestión de número nos ha hecho pensar,
porque la reducción de número afecta inmediatamente al apostolado, nuestras
instituciones, el gobierno de la
Compañía , la misma formación. Nos estamos
dando cuenta de que a medida que las provincias tienen menos gente, hay menos
posibilidad de mantener un servicio de calidad. Aunque empezó la reflexión a partir de los números sin embargo el
acento está en lo apostólico, el servicio apostólico que damos a la
iglesia y a la gente, no se puede mantener en calidad sin recursos y estos
recursos tienen mucho que ver con los números. De manera que tenemos ahora en la
Compañía provincias
muy grandes que no quieren dividirse porque se dan cuenta de que siendo grandes
pueden mantener un apostolado vivo, con recursos, con especialistas, cosa que
no pasaría si se dividen, entonces la preocupación por mantener las estructuras
básicas, formación, superiores, requieren tantos recursos que no quedan para
compartir, intercambiar con otros...
Somos
menos porque... tenemos menos vocaciones y tenemos menos porque lo estamos
haciendo mal y Dios dice: "ya no les mando vocaciones".
Es mucho más complejo que esto. Y sobre todo en
el mundo moderno. Estamos tratando de dar sentido al hecho de que en el Vaticano II descubrimos la vocación del laico como tal,
dentro de la familia, de las instituciones, la política, la empresa, y esto ciertamente
afecta. Luego la natalidad ha bajado muchísimo en países que
tradicionalmente nos han dado muchas vocaciones. Es difícil que la familia
fomente vocaciones cuando tiene dos hijos en vez de cinco como antes.
A mí me preocupa más el hecho de que está disminuyendo el número de
profesiones vocacionales: médicos disponibles 24 horas, enfermeras
preocupadas por sus pacientes, maestros que están más preocupados por el
salario que por los estudiantes... está disminuyendo lo que es vocación, y esto
nos afecta a nosotros, porque no todo el mundo mira la vocación de forma
positiva.
Nos decía un hermano cisterciense, que antes, en Italia, todas las familias
tenían un pariente religioso, y todos lo decían con orgullo. "Hoy si voy a
una familia y me encuentro a un muchacho bien plantado y le digo que si se ha
planteado ser sacerdote, toda la familia se me echa encima. ¡Padre, no le meta
ideas extrañas en la cabeza!". No es solo problema nuestro, hay toda una
cultura que no favorece este tipo de vocaciones. Se favorece lo que es más
relacionado con el marketing, la producción, un buen salario, y esto nos afecta
naturalmente a nosotros.
Para
la provincia de España, esto es una oportunidad, ¿tenemos fortaleza?
No tenemos que pensar que España es diferente. Esto es un eslogan que no sirve.
A mí me gusta decir que hay jesuitas para todo, pues
también hay españoles para todo, pero hay fortalezas evidentemente. Por lo que he visto
hay mucha dedicación, hay pasión por lo que se hace, entrega, generosidad e
imaginación. Y esto es un valor que hay que cultivar más que nunca. La Iglesia necesita
dedicación al estudio y esto no es muy español: un estudio árido, que se hace
solo, o en una biblioteca, esto no es el punto fuerte del español. Al alemán sí
le gusta estar en una biblioteca, pero al español le gusta el aire libre. Pero
es parte de una idiosincrasia, y hay mucha inteligencia, dedicación y pasión en
lo que se hace, por lo tanto la capacidad para ser creativos, para hacer
diferencia en la vida es muy alta. Lo que espero que los superiores puedan
hacer es motivar y canalizar esa energía, esa fuerza, en algo productivo
pastoral y religiosamente.
Cada
vez hay más instituciones vinculadas a la Compañía en las que hay una persona laica y no un
jesuita. ¿Nos convertimos en una marca y dejamos de ser una congregación
religiosa?
No, en absoluto, es un proceso normal. Es normal que en una
institución se busque al mejor, y el mejor puede ser jesuita o no, puede ser un
laico o una laica. Y entonces hay que escoger al mejor para que la institución vaya
bien y el jesuita se tiene que ir acostumbrando a funcionar normalmente.
Estamos acostumbrados a canalizar todo religiosamente y a mí me hacen preguntas
en algunos sitios de si el director de una obra es laico ¿tenemos que
obedecerle? No es cuestión de obediencia. ¿Qué hace un profesor ordinario?
obedece porque hay que trabajar de una manera colaborativa y ordenada. El
jesuita se tiene que acostumbrar a eso, a funcionar como una persona normal.
Pero
corremos el riesgo de ser más que una orden con una espiritualidad, con una
tarea evangelizadora, una prestadora de servicios sociales.
Creo que sí podría ser, es un peligro, pero ahora mismo hay en la Compañía un interés enorme por mantener la
identidad de nuestras obras. Si llevamos una obra, un
colegio, una universidad, una parroquia, hay una preocupación muy alta por
mantener la identidad, y no solo en los jesuitas sino también en los laicos,
porque ellos colaboran precisamente porque esa obra está ofreciendo algo
distinto, particular, y los laicos son los primeros que quieren mantener esa identidad,
y saben que no puede suceder sin un proceso de formación, programas, etc. En
España hay programas, tanto en Loyola como en Andalucía muy bien estructurados
de formación de nuestros colaboradores que forman equipo y quieren trabajar
como comunidad.
¿Somos
más capaces de trabajar con otras, con otros?
Nos vamos haciendo más capaces. Es un proceso y vamos aprendiendo. Al principio
pensábamos en laicos colaborando con nosotros, en nuestras obras. Kolvenbach ya
habló en la CG 34
de que tenemos que hablar de lo contrario: jesuitas colaborando con laicos
en sus obras. Ahora ya esa diferencia va disminuyendo y ya se habla de
colaboración en la misión de Dios. Ya no se habla de la misión de los
franciscanos, de los carmelitas, de los jesuitas, sino de la misión de Dios. Es
Dios el que llama a los colaboradores y por tanto nuestro discernimiento será
quien tiene el mismo corazón que nosotros para trabajar juntos, no quién tiene
vocación o no para trabajar, eso Dios lo decide. Pero nosotros tenemos que
discernir con quién podemos trabajar bien, en paz y en la misma dirección.
En 2016 vamos a tener Congregación General los jesuitas ¿para qué?
Primero para elegir General. Creo que los 80 años es una buena fecha para pensar en el relevo porque después de los 80 ya no hay ninguna garantía ni médica ni psicológica ni del sistema nervioso para que la mente funcione bien, y ciertamente no puedo someter a la Compañía a años de decadencia personal. Después de los 80 ya entra uno en ese proceso de decadencia. Yo prefiero moverme fuera del trabajo, cuando todavía tengo capacidad de pensar y no esperar a que los jesuitas pregunten "ese viejito de Roma sigue allí" que no es muy positivo. Hay que hacer las cosas con cierta lucidez y es mejor empezar ya a prepararlo.
La Congregación General no es solamente para elegir
General
Aunque la prioridad sea elegir General hay todo un proceso y en ese proceso
entran las Congregaciones Provinciales , que habrá que tener una en España
también, y en esas Congregaciones Provinciales piensan qué tipo de problemática
hay que ajustar, cómo entendemos la misión. En el futuro las CG sean de
elección o no, lo único importante que tienen que hacer es ajustar la misión.
Porque la sociedad va cambiando, y también nuestras estructuras tienen
que cambiar. San Ignacio sería el primero en hablar de cambio. San Ignacio
dio libertad a los que iban a la
India , a Japón... para discernir sobre el terreno porque no
todo se ve desde Roma, él sería el primero en decir, han pasado 500 años, las
estructuras que tenemos ahora son de 500 años antes, ya es hora de cambiar
porque el mundo ha cambiado muchísimo. El cambio no es porque algo no funcione,
sino por ir ajustándose a las necesidades nuevas y a los tiempos nuevos.
¿Cuántos
años lleva de General? ¿Ha cambiado mucho su visión de la Compañía estando en Roma?
Y
le cambia a uno también ser el P. General
No cambia uno en el carácter, el temperamento, como el Papa, sigue siendo él,
pero ha cambiado su estilo, era más bien una persona adusta, ahora se ha hecho
una persona muy cercana a la gente. Él lo atribuye a que así trabaja la Gracia. Él dice, yo no era
así antes, era distante, serio... pero ahora me encuentro a gusto en
esto, y
él lo atribuye a la
Gracia. Algo de eso pasa al ir a Roma. El carácter
fundamental sigue pero tiene uno más información, tiene uno entrevistas como
ésta, que antes no tenía, y uno es más consciente de que es una persona
pública, no hay tanto espacio para lo personal, para el gusto concreto.
La
visita de Benedicto XVI y su discurso en la Congregación General
fue emocionante. Nos habló de ir a las fronteras ¿Estamos los jesuitas en las
fronteras?
Creo que sí, que una de las razones por las que tenemos tantos y muy buenos
colaboradores laicos y laicas es por estar en las fronteras. Se encuentran que
ahí hay que estar, donde están los jesuitas. Lo que pasa es que las
fronteras no son unívocas. Una de las cosas que hemos hecho recientemente
en Roma es rehacer el mapamundi. Hacer un mapa de fronteras porque cada
continente tiene fronteras distintas.África no tiene las mismas
fronteras que Oriente Medio o Europa. Los provinciales de
Europa han decidido que una de esas fronteras es la secularidad, que
ciertamente es muy fuerte en Europa, y otra es el encuentro con otras
religiones, sobre todo el Islam. La secularidad no ha entrado tan fuerte en
África. Tienen el problema de la reconciliación, la guerra, la justicia, la
paz, cómo trabajar por la paz, aunque el islam sigue siendo fuerte. En Asia
tienen otras fronteras. En USA tienen el problema de la inmigración que es
enorme. Cada continente tiene que decidir cuáles son sus fronteras y según eso organizar su
apostolado y sus prioridades. Eso es lo que estamos haciendo en Roma, dos
mapamundis, uno de fronteras y otro de puntos fuertes, porque cada continente
tiene también puntos fuertes. Por ejemplo, USA, educación superior, es el único
país donde tenemos 28 universidades. Tienen un saber hacer en la educación
superior que no lo tenemos en otros sitios. El tercer mapa que queremos hacer
es que nos den cinco o seis nombres de especialistas en esos puntos fuertes,
para comunicarlos a toda la
Compañía y que se les pueda pedir ayuda, de Asia, de
Latinoamérica... y esto está tardando en venir, porque los Provinciales hacen
una lista larga, pero es más difícil una lista corta.
Hace
poco firmó el prólogo de la nueva edición de la biografía de Arrupe escrita por
Pedro M. Lamet SJ. ¿Debemos seguir mirando hacia Arrupe?
Arrupe ocupó un puesto teológicamente providencial, clave en una transición
muy importante en la
Compañía. Arrupe nos enseña cómo hacer transiciones, porque
de ahora en adelante vamos a tener varias. No solo es el Vaticano II y una
nueva mentalidad que tiene que ver con situaciones sociales, etc. Arrupe nos
enseñó cómo discernir en un momento difícil, clave, cómo encontrar la
profundidad en lo nuevo que está emergiendo y eso nos va a ayudar mucho. Creo que tenemos que seguir
mirando a Arrupe.
Lo que me preguntan siempre en todas partes es qué hay de su canonización. Hay
que tener paciencia, no tenemos prisa en canonizar jesuitas porque
tenemos muchos santos jesuitas y hay que dejar sitio a
otros. Pero Arrupe seguirá inspirando, porque vivió en un momento clave y de
una manera muy ignaciana, con todos los riesgos que tenía y con los que sufrió
mucho.
Dios nos regala mucha santidad enla Compañía. Nos acaban de canonizar a dos
compañeros, del siglo XVI, San Pedro Fabro y San José de Anchieta. Pero esa
santidad ¿sigue vigente en la
Compañía ?
Dios nos regala mucha santidad en
Sí, creo que sigue vigente. Una de las cosas que más me anima son las visitas a
las Provincias. Viajo por todo el mundo y me encuentro jesuitas de primera. También hay de
segunda..., no hay que glorificar todo lo que se ve, pero me encuentro jesuitas
muy entregados. Por ejemplo, el P. Frank Van der Lugt, que acaban
de matar en Siria. Es un hombre que conscientemente sabía que iba al martirio y
cuando tuvo oportunidad e incluso con presión para salir, dijo que se quedaba,
que mientras su gente estuviera sufriendo, se quedaba con ellos, y le han
matado por eso. Era un testimonio tremendo, y su muerte ha sido un testimonio
en todo el mundo, porque toda la prensa internacional lo ha tratado, y muy
bien.
Hay
dos compañeros más secuestrados en Siria y en Afganistán.
En Afganistan está el P. Prem y en Siria el P. Dall'Oglio, que lo
más probable es que haya muerto ya, aunque no sabemos nada
.
.
Padre,
¿le va a dar instrucciones al nuevo Provincial de España de lo que tiene que
hacer?
Yo creo que sabe más que yo y no es porque esté presente... Sabe más de todo el proceso, de cómo ha ido la unión y de cómo incluso se ha adelantado porque ya estaba maduro el proceso y lo que queda por hacer. Creo que los próximos tres años van a ser de apuntalar cosas que están a medias o que la experiencia tiene que darnos nuevos datos, pero esto lo sabe él de sobra.
¿Hay
procesos similares en otros lugares de la Compañía ?
Sí, en noviembre tengo que ir a Brasil, porque son tres
provincias y una región, una región enorme, en la que cabe prácticamente toda
Europa Occidental y parte de la
Oriental , que es Amazonia y van a formar también una
provincia. Después convocaremos la Congregación General ,
porque esto afecta a la participación.
El
último santo jesuita español canonizado vivió precisamente en Brasil, nos
escribió una carta P. General. ¿Qué es la itinerancia para un jesuita?
Anchieta es un santo que nos dice mucho de lo que es la vida jesuítica, que es
no estar apegado a nada, vivir respondiendo a distintos retos. Anchieta fue a
Brasil enfermo, porque tenía problemas de columna, y montado en una mula fue
por toda América, porque llegó hasta Perú, extraordinario. La itinerancia sigue
siendo un modo de ser jesuita muy eficaz. No solo las instituciones que son
necesarias, que tienen sus problemas, sino la itinerancia misma, que es una
forma de ser jesuita, totalmente desapegado, el peregrino eterno, pero al
servicio de los demás. Anchieta nos da un ejemplo.
El
actual P. General también es itinerante.
Nos
puede bendecir, Padre, a toda la
Compañía española
Que tenga capacidad de ir en profundidad a las
cuestiones. Este mismo lunes vino a saludarme el arzobispo de
Canterbury y me dijo que sus relaciones con la
Compañía son
muy positivas y que admira dos cosas, -y esa es mi bendición, que sigamos en
esa línea- la capacidad de servir a los pobres, -desde San Pablo es una
prioridad que no podemos olvidar- y la capacidad de tratar los problemas con
rigor, incluso rigor académico. Poder ir profundo en las cuestiones. No
quedarse en la hojarasca, en la opinión periodística, sino estudiar los
problemas e ir a fondo para poder ayudar a la
Iglesia en
profundidad. Mi bendición sería una oración por que eso sea una realidad en España..
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