lunes, 23 de junio de 2014

La Desigualdad es una amenaza a la democracia, dice Piketty.




Quiénes somos 

Los Caballeros de la Orden, soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.

Orden Caballeros del Papa en América
Los Jesuitas conquistaron Sud América para la Iglesia de Roma 
(dijo Lord Maculay)

Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933

Bula de la Santa Cruzada en América
Se dedicaba a los gastos de la guerra contra los infieles


Megabancos como el CreditSuisse y el BNP Paribas son objeto de investigación por evasión fiscal, lavado de dinero y protección a clientes ricos que intentan burlar el fisco. Para el economista Thomas Piketty, esa es una señal de cambio positiva. La entrevista es de Eleonora de Lucena, publicada en el diario Folha de São Paulo, 14-05-2014
El autor del Best-seller “Capital in the Twenty-First Century” [El capital en el siglo XXI, que saldrá en portugués a fin de año por la editorial Intrínseca], se volvió una celebridad al escudriñar el avance de la desigualdad provocada por un modelo capitalista que reduce el crecimiento, beneficia herederos de fortunas y perjudica el asenso social.
A sus 43 años (cumplidos la semana pasada), este francés, profesor de la Escuela de Economía de París, coloca el dedo en la herida y genera debate: la desigualdad aguda mina las ideas de meritocracia que sustentan principios democráticos. Existe una “amenaza verdadera” a la democracia, dice Piketty en entrevista a Folha de Sao Paulo, por teléfono desde parís.
En el extenso trabajo que hizo, analizando la evolución de la distribución de riqueza por todo el mundo desde la Revolución Francesa (su foco son 20 países, especialmente los Estados Unidos y Europa), Piketty lamenta no haber conseguido observar a Brasil: Faltan datos y transparencia.
Aqui la entrevista:
Su libro cuenta cómo el capitalismo en los países centrales concentra renta, promueve la desigualdad y está enredado en el bajo crecimiento que beneficia a los más ricos, los herederos. ¿Con esa dinámica patrimonial, el capitalismo está cavando su propia tumba? ¿Sobrevivirá?
Pienso que ciertamente puede sobrevivir, pero necesita responder a desafíos sobre desigualdad y pobreza. Hay instituciones democráticas para tratar eso. El debate sobre la tributación más progresiva de la riqueza (propuesto en el libro) es parte de eso. Soy optimista, hace pocos días se vio que bancos suizos están teniendo que enfrentar sanciones en los Estados Unidos (por acusaciones sobre evasión de divisas y lavado de dinero). Las cosas pueden cambiar. La historia de la desigualdad está llena de sorpresas.
Usted escribe que la desigualdad es una amenaza a la democracia. ¿Vivimos en una democracia de plutócratas?
Es una verdadera amenaza, el capitalismo del siglo XXI trae extrema desigualdad. En cierto punto, esa extrema desigualdad puede traer riesgos para las instituciones democráticas. Otra amenaza es la respuesta nacionalista. Siempre que no logramos resolver los problemas sociales es tentador encontrar a alguien a quién culpar: trabajadores extranjeros, otros países, Alemania, China. Es necesario discutir una tributación adecuada para asegurar beneficios generales. Si no, corremos serios riesgos. La batalla política es muy complicada. Las personas necesitan entender las opciones que existen y es importante discutirlas, discutir sobre tasación de impuestos.
Usted defiende la Idea de un impuesto progresivo global al capital. En el pasado, como muestra su libro, las guerras y las revoluciones fueron cruciales para que los gobiernos decidieran cobrar impuestos a los ricos y mejorar la distribución de la riqueza. ¿Solamente las guerras y las revoluciones pueden cambiar la situación actual?
Soy mucho más optimista. Pienso que las instituciones democráticas pueden responder al avance de la desigualdad y hacer instituciones educativas y fiscales más incluyentes y progresistas. Pero para que eso pase necesitamos más transparencia sobre la renta y la riqueza. Esas son cuestiones que nos importan a todos, no sólo a los economistas.
Brasil es considerado uno de los países más desiguales del mundo, pero no es objeto de su trabajo. ¿Por qué?
No tuvimos condiciones de reunir datos precisos sobre Brasil. Muchas veces intentamos obtenerlos, pero no conseguimos datos apropiados para nuestra investigación. El problema es la falta de transparencia en datos referentes al impuesto a la renta, por ejemplo. Queríamos datos de todo el mundo y ciertamente Brasil es un país muy importante. Pero infelizmente, por esa falta de información, Brasil no pudo ser incluido en la base de datos mundial sobre los mayores ingresos (World Top Incomes Database, WTID). Espero que podamos incluir a Brasil en un futuro. Conseguimos datos sobre Argentina.
¿Qué revela esa falta de información sobre el país? ¿Hay razones políticas y económicas para que esos datos no sean claros?
No sé. Es importante entender que el impuesto, especialmente sobre la riqueza, en el caso de Brasil, necesita ir al lado de la transparencia de la información. Siempre, los impuestos no son simplemente tributación. Es una forma de producir información. Es problemático que algunos países, inclusive Brasil, no produzcan ese tipo de información.
¿Cuál es su visión sobre Brasil?
No sé mucho sobre Brasil. Sé que una fuerza importante que puede actuar en dirección de la reducción de la desigualdad es la educación. Si hay mejor acceso a la educación e instituciones educativas más inclusivas, habrá avances contra la desigualdad. Cada país necesita tener instituciones para prepararse en el sentido de que haya acceso a la riqueza, creación de empleos.
A pesar de no tratar sobre Brasil (que es fugazmente citado una vez en el libro), ¿qué lecciones deben aprender los brasileros con su investigación?
Pienso que las lecciones de la historia de la desigualdad de riqueza en los países que hoy son ricos son de interés para Brasil y para todos los países. En algún momento, el crecimiento se va a reducir en los países emergentes. Y entones la lógica de que el impuesto de retorno sobre el capital es mayor que el ritmo de crecimiento económico va a valer de la misma forma como vale en los países ricos.
Usted afirma que la inversión extranjera no fue determinante en la historia de los países desarrollados; que los países necesitan autofinanciarse. Brasil, con altas tasas de interés, y que está muy preocupado en atraer capitales extranjeros, ¿está equivocado?
Cada país tiene que encontrar su camino, definir cuánto necesita ahorrar, etc. Puede ser un problema aceptar mucho capital externo. Se necesita una discusión como hoy en día en Francia, con el caso de la venta de Alstom a capital extranjero.
¿Qué es mejor para un país: tasar a los ricos o endeudarse?
Tasar siempre es mejor, es más eficiente, pero los gobiernos prefieren hacer otra cosa. Tasar es decisión política, definir a quién se va a cobrar o no. Los gobiernos prefieren escapar de esa discusión.
Usted defiende que la intervención estatal no perjudicó las sociedades. ¿Necesitamos más intervención estatal?
Depende del tipo de intervención y del país. Si miramos a los países europeos y los Estados Unidos, eso no fue un problema en el siglo XX. En la educación, en la salud, en la construcción, el papel de la intervención estatal fue esencial.
Usted afirma que la privatización fue un factor que actuó hacia la aceleración de la desigualdad en las últimas décadas. ¿Fue un error privatizar?
La privatización no es necesariamente mala, depende del sector, del precio. El problema es que generalmente la transferencia de propiedad ha hecho fortunas. Basta recordar el caso de Rusia. En muchos casos ha habido venta de propiedades públicas y aumento de la deuda, con un resultado líquido malo. Hubo casos positivos.
En el libro usted dice que el futuro puede traer lo peor de los dos mundos: desigualdad de riqueza, por cuenta del mayor peso de las herencias de los ricos, y desigualdad salarial, en razón de los megasalarios de los ejecutivos. ¿Qué pueden hacer partidos, sindicatos y organizaciones para enfrentar eso?
Los sindicatos tuvieron un papel importante en el siglo XX, pero hoy no ocupan el mismo lugar. Ahora está la discusión del salario mínimo (En Europa), que es importante y que necesita venir junto con otras políticas, como educación. Los sindicatos necesitan adaptarse a la nueva situación.
¿Cuál es el futuro de la clase media en el mundo?
La ascensión de la clase media patrimonial fue muy importante en el siglo XX. La reducción del crecimiento económico y el aumento de la desigualdad pusieron en riesgo un encogimiento gradual. Esto es malo para la economía y para la democracia.
Traducción de Constanza Solorzano para  www.cpalsocial.org
Original en http://www.ihu.unisinos.br/noticias/531303-desigualdade-e-ameaca-a-democracia-diz-piketty


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