La Orden Militar de Caballería Ligera del Papa, es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, colaboradores en la obra de Dios y de los Jesuitas en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos , el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
Se dedicaba a los gastos de la guerra contra los infieles
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
Bula de la Santa Cruzada en América
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
Se dedicaba a los gastos de la guerra contra los infieles
Si todo continúa según lo previsto, en las próximas semanas,
Lo concreto es que el
presidente Hassan Rohani puso en juego su mandato apostando al éxito de las
negociaciones con el llamado grupo 5+1 liderado por los EE.UU. El presidente
iraní cree que un acuerdo sobre la cuestión nuclear sería cortar el nudo
gordiano de las sanciones que pesan sobre Irán y una nueva era de las
relaciones de la
República Islámica con el mundo exterior. Y eso, en cierto
sentido, es el primer error en su estrategia. Las agrias relaciones de
Irán con grandes potencias como Rusia, que ha actuado recientemente como un
aliado táctico del régimen, no se debieron a la preocupación sobre la intención
real o imaginaria de Irán por construir una bomba.
Las grandes potencias consideran con recelo y desconfianza al régimen
khomeinista desde el principio mismo de constitución. Antes de que los mulláh
tomaran el poder, los líderes de las grandes potencias ya evitaban visitar Irán. En todo el decenio
de 1970 dos presidentes de EE.UU, dos de la ex Unión Soviética, tres cancilleres
alemanes, un presidente francés, dos primeros ministros británicos y un
presidente chino estuvieron en Teherán. Sin embargo, con los mullah en el
poder, esas visitas se esfumaron mucho antes que la Agencia Internacional
de Energía Atómica (OIEA) revelara que Teherán tenía un programa nuclear
clandestino con posibles dimensiones militares.
Por lo tanto, incluso
si la cuestión nuclear no fuera el motivo, no hay ninguna garantía de que las
grandes potencias alterarían su postura adversa. De hecho, hay varias otras
conductas -violaciones a los derechos humanos, violencia contra la mujer y los
homosexuales, por nombras algunas- con la que Irán genera la preocupación de
las grandes potencias antes de poner el asunto nuclear sobre la mesa. Si
esos poderes consideran a Irán poco digno de confianza en muchas cuestiones, no
hay ninguna razón para no sospechar de sus intenciones con respecto a la
cuestión nuclear. Después de todo, Irán tenía un programa nuclear ambicioso
antes de los mullah, y nadie protestó. De hecho, los países del grupo 5+1
compitieron en el pasado para proveer tecnología a las ambiciones nucleares de
Irán.
El
segundo error de Rohani es considerar las negociaciones nucleares como medio de
silenciar a la oposición. “Consideramos que estas conversaciones son un paso
hacia el desarme y la desarticulación de nuestros rivales”, dijo días pasados. Cualquier colega estudioso de la política regional e incluso un
estudiante de ciencias políticas sabe que sencillamente es un error de amateur
hacer algo con la esperanza de servir a un propósito no relacionado.
El tercer error en la
estrategia de Rohani es que se lo ve apurado para conseguir algo y se lo nota
enredado y complicado en su propia estrategia. No deja de repetir que Irán “no
va a retroceder un paso en su proyecto de investigación nuclear”. Sin embargo,
el problema no refiere a la investigación. Cualquiera podría hacer una
investigación, incluso en Internet. Lo que importa es lo que uno hace con la
investigación. Es decir, “con el desarrollo de la misma”. Irán tendrá que
probar y demostrar las hipótesis a las que llegue en la investigación que su
presidente sugiere. Y eso significa hacer las cosas diferentes de lo que ha
estado haciendo antes. En otras palabras, no se necesita una industria nuclear de
amplia base para hacer una investigación significativa si ella es de naturaleza
médica, científica y no militar.
El
siguiente error de Rohani es que rechaza la posición de “la contraparte”. Acusa
al grupo 5+1 de “falsedad” al afirmar que Irán está llevando a cabo un proyecto
militar. Y entonces él debe mentir afirmando -sin demostrarlo- que su objetivo
es un plan nuclear no militar. Pero ¿cómo se puede probar tal cosa? Aquí es
donde Rouhani ha caído en su propia trampa. En lugar de preguntar “a la otra parte”
para responder a sus preocupaciones con evidencia que quite esas
preocupaciones, Rohani elimina y descarta esas preocupaciones llamándolas
“injustificadas”. Sin embargo, no hay ninguna evidencia que indique que Irán no
esté avanzando hacia el umbral cada vez más cercano de obtener una ojiva
nuclear.
Inicialmente, Irán
tuvo una disputa técnico-legal con la OIEA. La ineptitud de los dirigentes de Teherán
transformó aquella diferencia en una crisis diplomática en la que se implico la ONU. El Consejo de Seguridad
ha aprobado seis resoluciones exigiendo que Irán tome una serie de acciones
precisas. Hubiera sido más fácil para Irán satisfacer la demanda de la OIEA , al no hacerlo, quedo
expuesto al cumplimiento de las resoluciones. En su lugar, Irán está ahora
atrapado en un procedimiento sin precedentes en la diplomacia internacional y a
negociar el cumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas o asumir los costos y su responsabilidad ante la comunidad
internacional.
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