La Orden de los Caballeros de Su Santidad el Papa "San Ignacio de Loyola", es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, Coadjutores Jesuitas Temporales en la obra de Dios y de la "Societas Jesu" en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
Desde la desintegración del Imperio Otomano después de
La ‘caballería’ protegido muchos regímenes contra la amenaza soviética, pero
también lo hizo con otros regímenes ante intimidaciones imperialistas, como fue
el caso de Egipto en la crisis de Suez. En su tiempo, también impidió a los
mulás iraníes marchar sobre Bagdad, aunque después, derroco al líder iraquí
Saddam Hussein. La ‘caballería’ rescató regímenes en Líbano y Jordania y
proporciono a Israel cierta tranquilidad en los últimos 30 años. También trajo
cambios de regímenes en Afganistán e Irak, mientras que incomprensiblemente
prolongo la vida de regímenes controversiales como el sirio mucho más allá de
su fecha de caducidad.
Sin embargo, no hay caballería ahora. Este es el mensaje que los líderes de
Oriente Medio deberían entender. Con la retirada de los EE.UU., Occidente
carece del liderazgo para utilizar su poder y arbitrar los conflictos que
salpican el paisaje político de la región.
Desde luego que se podría debatir lo bueno y lo malo de esta situación. El
hecho es que hay un importante número de razones por lo que ninguna ‘caballería
va a llegar’. Para empezar, el fin de la Guerra Fría redujo la importancia geopolítica de
la región. Incluso si el presidente ruso, Vladimir
Putin trata de jugar a la ‘superpotencia’ muchas personas
creen que Rusia no representa un desafío mundial, aunque personalmente pienso
lo contario. La segunda razón es que las potencias occidentales ya no son tan
dependientes del petróleo de Medio Oriente como lo eran hace una generación.
En 1980, la región representó el 46 por ciento del mercado mundial de petróleo.
En 2014 esa cifra se redujo a 19 por ciento.
La tercera razón es que la concordia bilateral y el profesionalismo que durante
décadas marcó la política exterior en las democracias occidentales se han hecho
añicos. En los EE.UU., el presidente Barack Obama está esperando ver Irak en
llamas para demostrar que el ex presidente George W. Bush se equivocó al
derrocar a Saddam. En el otro extremo del espectro, el Senador John McCain
también está esperando ver el mismo incendio para demostrar que Obama es un
líder incompetente. Mientras tanto, en Irak el incendio ya comenzó.
En Gran Bretaña, el ex primer ministro Tony Blair habla sobre Irak como si ello
fuera un pasatiempo nacional y no existe una discusión seria de la crisis. Los
líderes occidentales siguen fomentando la ilusión de que ejercen un liderazgo
global que da a su público un sentido de auto-satisfacción. Por su parte,
muchos de los líderes de Oriente Medio siguen pensando que ante cualquier cosa
que hagan ellos, las potencias occidentales se verán obligadas a acudir en su
rescate. Son como los grandes bancos que pensaban que eran demasiado grandes
para quebrar.
La resultante de esta doble negación de la realidad es que los líderes de
Occidente y de Oriente Medio viven un mundo de fantasía en el que creen estar
haciendo algo, cuando en realidad no están haciendo nada. Como resultado, se
obtiene este tipo de declaraciones poco sinceras como las realizadas por el
secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, en lo que respecta a la cooperación
con Irán contra el ejército del Estado islámico de Irak y Siria (ISIS).
Kerry dice que el tema es hoy más importante que las conversaciones sobre el
proyecto nuclear de Irán. Así, lo que tenemos hoy es algo impensado meses atrás, Obama y
los khomeinistas se perfilan como aliados para enfrentar la insurgencia sunita.
Los mulás están tratando de utilizar al ISIS como excusa para congraciarse con
el ‘Gran Satán’, mientras que astutamente protegen y continúan su proyecto
nuclear. Claramente ninguno de estos socios putativos es honesto sobre Irak. En
Teherán, de repente se habla del Tratado de Qasr-e Shirin (1723) que da a Irán
el derecho de inspección y control sobre las regiones chiítas de lo que
entonces era parte del Imperio Otomano.
La equivocación de Obama puede ser una bendición disfrazada. Me estremezco al pensar en los EE.UU. involucrándose en un
conflicto importante con alguien como Obama como comandante en jefe. Como hábil
político en el contexto de América en cuanto a ganar las elecciones a través de
lo que a populismo se refiere no le ha ido mal. Pero Obama carece de la capacidad
intelectual, el conocimiento práctico y la fuerza moral necesaria para dirigir
una superpotencia en una crisis de magnitud en el mundo árabe islámico.
Desde que Obama está decidido a no hacer nada, mejor sería que tampoco diga
nada, sobre todo cuando se trata de trazar ‘líneas rojas’. Si él controlara su
lengua, los líderes y los pueblos de la región tendrían que mirar el abismo y
buscar una manera de salida por si mismos, sabiendo que no habrá ‘caballería al
rescate cabalgando en sus caballos blancos’. Así, se verían obligados a crecer,
madurar y comenzar por arreglar sus propios problemas.
Es muy claro que en este momento, sólo los iraquíes pueden salvar Irak. Si en verdad quieren que Irak siga existiendo en
el corto plazo, nadie más puede hacerlo por ellos, ni lo hará.
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