La Orden Militar de Caballería Ligera del Papa, es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, colaboradores en la obra de Dios y de los Jesuitas en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos , el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
(dijo Lord Maculay)
Superior General
Queridos hermanos y amigos en el Señor,
Hace ya casi dos años, el día 1 de enero de 2012, escribí a todos los superiores pidiéndoles que comenzaran la preparación de la conmemoración, el año 2014, del segundo centenario de la Restauración de la Compañía de Jesús. Con la presente carta deseo invitarles a todos, jesuitas y colaboradores nuestros, a toda comunidad, obra apostólica, Región y Provincia de la Compañía a celebrar el 200 aniversario de la Restauración de la Compañía con humilde y sincero agradecimiento al Señor, con deseo de aprender de nuestra historia y viviéndolo como una ocasión de renovación espiritual y apostólica.
2014 va a ser un año importante para el estudio de nuestra historia como Compañía. En distintos lugares del mundo se han programado estudios académicos, publicaciones, conferencias y reuniones de estudio para impulsar un conocimiento más profundo y ayudar a entender mejor la compleja realidad de la Supresión y de la Restauración de la Compañía: sus causas, sus principales protagonistas y sus consecuencias. Estoy muy agradecido por el trabajo que se ha hecho hasta ahora, y espero que un esfuerzo tan importante de investigación y de estudio de la historia prosiga también después de 2014. Como bien sabemos, memoria e identidad están ligadas por profundos vínculos: el que olvida su pasado no sabe quién es. Cuanto mejor conozcamos nuestra historia y cuanto más profundamente la comprendamos, mejor nos entenderemos a nosotros mismos y mejor conoceremos nuestra identidad como cuerpo apostólico en la Iglesia.
Deseo también que durante 2014 nuestra oración personal y comunitaria, por medio de la reflexión y el discernimiento, den profundidad al estudio de la historia. Pienso que el mejor modo de entrar espiritualmente en este año tan especial - 200 aniversario de la Bula Pontificia Sollicitudo omnium ecclesiarum, promulgada por el Papa Pío VII el 7 de agosto de 1814 - es buscar la gracia que san Ignacio nos propone en la Contemplación para alcanzar amor: pedir al Señor "cognoscimiento interno de tanto bien recibido, para que yo enteramente reconosciendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad" (EE 233). En otras palabras, no sería deseable que nuestra atención quedara fijada sólo en el pasado. Desearíamos comprender y estimar mejor nuestro pasado para así seguir caminando hacia el futuro, en nuestra vida y nuestra misión de hoy, "con renovado impulso y fervor" (CG 35, Decreto 1).
Permitan que les proponga algunos temas que puedan ayudarles en su oración, reflexión y discernimiento durante el año próximo.
• 1. Fidelidad creativa: ¿Qué significa para nosotros hoy el hecho de que la Compañía, si exceptuamos el Imperio Ruso, lo perdiera todo durante la Supresión y que fuera capaz de comenzar de nuevo cuando carecía de recurso alguno? Más aún, ¿qué podemos aprender de los esfuerzos de la Compañía restaurada por ser fiel al legado de Ignacio en unas circunstancias tan diferentes?
• 2. Amor a nuestro Instituto: Según la importante carta titulada Por amor a nuestra Compañía y a nuestro Instituto (1830), escrita por una de las figuras más significativas de la Compañía restaurada, el P. General Jan Roothaan, una tentación que podía amenazar a algunos miembros de la Compañía restaurada era amarla, podríamos decir, de modo externo y superficial: valorando la riqueza que suponía tener muchas instituciones, sintiendo el honor de ver que otros les estimaban, el orgullo de ser de nuevo poderosos e influyentes. En dirección opuesta, el P. Roothaan procuraba impulsar el amor hacia la realidad interior de la Compañía: hacia su Instituto, sus valores espirituales, hacia un modo de proceder enraizado en los Ejercicios Espirituales. ¿Qué significado tiene para nosotros, en el día de hoy, esta llamada de atención a centrarnos sobre todo en el conocimiento y amor de nuestro Instituto?
• 3. Relación fraternal: Otra de las figuras importantes de este período fue San José Pignatelli, que, en aquellos difíciles tiempos en que vivían expulsados y sin techo, supo infundir unión, fortaleza y ánimo en sus hermanos. Alentó, en medio de la supresión, la comunicación, la amistad y la esperanza entre los antiguos compañeros. En estos días, ¿no dice algo a nosotros, llamados por la CG 35 a vivir la "comunidad como misión", el testimonio de aquellos hombres, que en tiempos de crisis se desvelaban por sus hermanos?
• 4. Misión universal: Uno de los rasgos de la Compañía restaurada era su notable actividad y su espíritu misionero. Ya en el generalato del P. Roothaan, de los 5.209 miembros de la Compañía, el 19% trabajaba fuera de las provincias en que habían entrado. Muchas de las provincias de Asia, África, América y Australia tienen su origen en estos años de la Compañía restaurada. ¿Qué significado puede tener hoy para nosotros este fuerte sentido de misión universal de la Compañía recién restaurada?
• 5. Fe en la Providencia: Los que nos precedieron en la Compañía vivieron tiempos que eran todo un reto: la Supresión, la precaria existencia de la Compañía en el Imperio Ruso; el reconocimiento de la Compañía a nivel sólo local, hasta que no llegó su Restauración universal en 1814; los difíciles y frágiles comienzos de la Compañía restaurada. ¿Qué podemos aprender de la paciente resistencia que tuvieron nuestros hermanos durante aquel turbulento período, de su fortaleza, de la fe y la confianza que mostraron en la Providencia de Dios y en la presencia del Espíritu en la Iglesia?
Quiero repetir de nuevo lo que ya les pedí en mi anterior carta sobre el año 2014: que nuestra conmemoración de la Restauración - que comienza oficialmente el día 3 de enero, fiesta del Sacratísimo Nombre de Jesús, y concluye el día 27 de septiembre, aniversario de la confirmación de la Compañía en 1540 - evite cualquier señal de triunfalismo o de orgullo. Espero sin embargo que, aun sencilla y modestamente, todas las comunidades, regiones y provincias de la Compañía hagan un esfuerzo por conmemorar este aniversario de modo memorable y lleno de significado a nivel personal y comunitario.
Contemplando este hito de nuestra historia como Compañía, demos humildemente gracias a Dios porque nuestra mínima Compañía sigue existiendo: porque nosotros mismos, miembros de la Compañía, seguimos encontrando en la espiritualidad de San Ignacio un camino hacia Dios; porque seguimos creciendo gracias al apoyo y el estímulo de nuestros hermanos en comunidad, porque experimentamos aún el privilegio y el gozo de servir a la Iglesia y al mundo, especialmente a los más necesitados, por medio de nuestros ministerios. Pido a Dios que la conmemoración agradecida de este 200 aniversario de la restauración de la Compañía sea bendecida por una más profunda asimilación de nuestro modo de vida y por el compromiso cada más creativo, generoso y alegre de entregar nuestras vidas al servicio de la mayor gloria de Dios.
Fraternalmente en el Señor
Adolfo Nicolás, S.J.
Superior General
“Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aun más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”
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