Caballeros, la misión autoimpuesta
"Aferrarnos a lo que nos queda,
e intentar recuperar lo que nos hemos dejado robar"
e intentar recuperar lo que nos hemos dejado robar"
Carlos Gustavo Lavado Roqué
La Orden Militar de Caballería Ligera del Papa San Ignacio de Loyola, es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, colaboradores en la obra de Dios y de los Jesuitas en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos , el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
BUSCANDO LO QUE PERDI
Me han robado la alegría
y a mi sonrisa llevaron,
a mi silbo lo acallaron
haciendo tristes mis días,
y el canturrear que solía
juguetear entre mis labios,
es un amargo resabio
que habita en mi corazón,
y que con justa razón
hizo de este, su santuario
Sin silbo, risa, ni canto,
soy aquel pájaro herido,
que esta esperando en su nido
la llegada del Carancho,
sin la risa soy el rancho
que el tiempo hizo tapera,
y soy el Buey que en espera
del silbo para seguir,
se emperra en no consentir
caminar con la sotera
El silbo sobre mi boca
era miel de Camuatí,
y mi sonrisa un rubí
brillando sobre la roca,
estas ausencias provocan
en mi pecho de varón,
una fuerte desazón
que solo se desentraña,
al calor de algunas cañas
por el fuego de su alcohol.
Que no se pierda mi lira
encordada en esperanzas,
y si una copla me alcanzan
daré sentido a mi vida,
así, tal vez la partida
que Mandinga va ganando,
la he de ver agonizando
por mi silbo apuñalada,
y en mi canto, acorralada,
pedirá perdón llorando
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