viernes, 21 de abril de 2023

Luis J. Medrano. La Argentina cabe en un Grafodrama. Durante décadas los grafodramas de Medrano, verdaderas radiografías del porteño y el urbanita de cualquier rincón, se comentaban en las mesas de los cafés, se disfrutaban impresas en los almanaques, con un sonrisa cómplice, en aquellas pinacotecas de los pobres que reinaban en almacenes y hogares.

 Soberana Compañia de Loyola



 



Cuando se piensa en el dibujo detallista de Joaquin Salvador LAVADO Quino, los hombrecitos de sombrero de Antonio Seguí o el Buenos Aires en camiseta de Calé, Luis J. Medrano es una sol inagotable de influencias y legados, comentaba otro de sus herederos, Rep. Durante décadas los grafodramas de Medrano, verdaderas radiografías del porteño y el urbanita de cualquier rincón, se comentaban en las mesas de los cafés. O se disfrutaban impresas en los almanaques, con un sonrisa cómplice, en aquellas pinacotecas de los pobres que reinaban en almacenes y hogares. Hasta Julio Cortázar, en su novela “Los Premios” (1960), señala que uno de sus personajes “se parece muchísimo a las gordas de Medrano, el de los Grafodramas” Y Manuel Mujica Láinez y Ernesto Sábato divulgaban sus viñetas en papel de diario como una de las altísimas expresiones del arte nacional. Sin embargo sería recién en los dos mil, en el último trabajo del gran editor y humorista gráfico Andrés Cascioli, que su nombre volvería a la consideración del público. Que nunca lo abandonó. Como lo demuestra la cálida acogida de una sala exclusiva en el Museo Las Lilas de Areco, con 23 témperas originales de la serie para los almanaques de Alpargatas (1946-47), inaugurada en 2009. Quizá el Norman Rockwell de los argentinos, a lo que el nortamericano sería el Luis J. Medrano del país del norte, sus trazos claros, los colores vibrantes, la mirada costumbrista, no exenta de crítica social, sigue capturando la imaginación, la reflexión. Como en ese grafodrama de 1943 donde se ve a un barbero apuntando aireado a un cliente a la carrera, con el delantal puesto. Sin tiempos ni voluntad de escuchar, ambos. Y abajo, epígrafe, “Política”.

Humorismo para pensar

Medrano enriquece, además, cada uno de sus dibujos con detalles, personajes y situaciones periféricas como el señor de sombrero blanco que, de espaldas a la familia feliz que corre al mar en una atestada playa marplatense, lee con cara de pocos amigos el antiperonista diario La Razón. El almanaque de Alpargatas, 1947, que pone en un recorte, de una escena exuberante, de mil ángulos y tonos, la diferencia profunda social y política. Medrano seguiría explorando estas divisiones, sin abandonar el tono amable, nunca crispado,  con su personaje “Contreras” de “Galería Contemporánea”, el típico antiperonista, en la revista justicialista PBT, entre 1951 y 1952. “Su compromismo político le daba inagotable inspiración y a la vez lo agobiaba. Medrano vivió muy de cerca los avatares, muchas veces dolorosos, de nuestra historia política, e intentó a través de su obra sembrar la tolerancia y la necesidad de la convivencia pacífica”, destacaban en el site del artista Luisjmedrano.com.ar (recuperado en Ilustracion.fadu.uba.ar)


El diario La Nación publica exitosamente la primera compilación de los “Grafodramas”, con prólogo del escritor Arturo Cancela en 1943, y Medrano se anima a una revista propia, “Poupurrí”, de escaso éxito quizá por el humorismo “demasiado anglo”, en palabras de Rep, que retornaría, fracasando, en 1955. En aquella época, además de volcarse a la caricatura política en diarios y sumarse a la editorial Atlántida, amplió las tiras con las series de “La placa velada”, “Estaba escrito” y “Apuntes desde un balcón”. Esta última en la revista “Vea y Lea” tuvo una enorme repercusión con las escenas que el artista dibujaba desde el estudio de Diagonal Norte y Florida. También se animó a crear una historieta, la única, “Matías” (1955), un hombre de un mate -cabeza- gigantesco, un sabelotodo que tenía rasgos de Medrano, y que pasó desapercibida. Mayor suceso tuvieron los microprogramas en canal 7, entre 1956 y 1958, donde dibujaba en vivo y explicaba parte de los técnicas, con referencias a sus fuentes y maestros, un antecesor del ciclo de los noventa “Caloi en su Tinta”, conducido por el dibujante Caloi

A principios de los sesenta el artista toma una decisión radical y se instala en Estados Unidos. Allí, con casi cincuenta años, se gradúa de periodista en Indianápolis. Colaboraría en el diario local y,  tanta gratitud recogió nuestro dibujante, que en Hartford se instituyó el 16 de noviembre como el “Día de Luis J. Medrano”. Seguía enviando regularmente viñetas a los diarios porteños, sumando El Cronista Comercial, y realiza almanaques para importantes automotrices norteamericanas. Entre los premios que se le otorgan contemporáneamente se encuentran la Orden del Mérito Civil del Gobierno de España y el Premio Anual ADEPA -Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas. En los últimos años alterna con muestras de sus cuadros suprarrealistas, así definidas por el artista,  con trabajos especialmente encargados como “El milagro argentino” (1967), que trazaba un panorama político y económico actual, tamizado por su afilado ingenio y lápiz. Fallecería el 29 de agosto de 1974. Medrano no creó personajes como Inodoro Pereyra o Mafalda. Medrano creó el escenario, los tipos y los códigos visuales, paridos en nuestro ADN, para que ellos, y los que vengan, pudieran ser.


DOCTOR EN FILOSOFÍA DE TEOLOGÍA CRISTIANA

 GENERAL SOBERANA COMPAÑÍA DE LOYOLA
FUNDADOR DE LA ORDEN DE CABALLERÍA


San Ignacio Lazcano de Loyola fue en un principio un valiente militar, pero terminó convirtiéndose en un religioso español e importante líder, dedicándose siempre a servir a Dios y ayudar al prójimo más necesitado, fundando la Compañía de Jesús y siendo reconocido por basar cada momento de su vida en la fe cristiana. Al igual que San Ignacio, que  el Capitán General del Reino de Chile Don Martín Oñez de Loyola, del Hermano Don Martín Ignacio de Loyola Obispo del Río de la Plata, y de del Monseñor Dr Benito Lascano y Castillo, Don Carlos Gustavo  Lavado Ruiz y Roqué Lascano Militar Argentino, desciende de Don Lope García de Lazcano, y de Doña Sancha Yañez de Loyola.

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