Cuando se piensa en el dibujo detallista de Joaquin Salvador
LAVADO Quino, los hombrecitos de sombrero de Antonio Seguí o el Buenos Aires en camiseta de Calé, Luis J. Medrano es una sol
inagotable de influencias y legados, comentaba otro de sus herederos, Rep. Durante décadas los
grafodramas de Medrano, verdaderas radiografías del porteño y el urbanita de
cualquier rincón, se comentaban en las mesas de los cafés. O se disfrutaban
impresas en los almanaques, con un sonrisa cómplice, en aquellas pinacotecas de
los pobres que reinaban en almacenes y hogares. Hasta Julio Cortázar, en su novela “Los Premios” (1960), señala que uno
de sus personajes “se parece muchísimo a las gordas de Medrano, el de los
Grafodramas” Y Manuel Mujica Láinez y Ernesto Sábato divulgaban sus viñetas en papel de diario como una de
las altísimas expresiones del arte nacional. Sin embargo sería recién en los
dos mil, en el último trabajo del gran editor y humorista gráfico Andrés
Cascioli, que su nombre volvería a la consideración del público. Que nunca lo
abandonó. Como lo demuestra la cálida acogida de una sala exclusiva en el Museo Las Lilas de Areco, con 23 témperas originales de la serie para los
almanaques de Alpargatas (1946-47), inaugurada en 2009. Quizá el Norman
Rockwell de los argentinos, a lo que el nortamericano sería el Luis J. Medrano
del país del norte, sus trazos claros, los colores vibrantes, la mirada
costumbrista, no exenta de crítica social, sigue capturando la imaginación, la
reflexión. Como en ese
grafodrama de 1943 donde se ve a un barbero apuntando aireado a un cliente a la
carrera, con el delantal puesto. Sin tiempos ni voluntad de escuchar, ambos. Y
abajo, epígrafe, “Política”.
Humorismo
para pensar
Medrano enriquece, además, cada uno de sus dibujos con detalles,
personajes y situaciones periféricas como el señor de sombrero blanco que, de
espaldas a la familia feliz que corre al mar en una atestada playa marplatense,
lee con cara de pocos amigos el antiperonista diario La Razón. El almanaque de
Alpargatas, 1947, que pone en un recorte, de una escena exuberante, de mil
ángulos y tonos, la diferencia profunda social y política. Medrano seguiría
explorando estas divisiones, sin abandonar el tono amable, nunca
crispado, con su personaje “Contreras” de “Galería Contemporánea”,
el típico antiperonista, en la revista justicialista PBT, entre 1951 y 1952. “Su
compromismo político le daba inagotable inspiración y a la vez lo agobiaba.
Medrano vivió muy de cerca los avatares, muchas veces dolorosos, de nuestra
historia política, e intentó a través de su obra sembrar la tolerancia y la
necesidad de la convivencia pacífica”, destacaban en el site del artista Luisjmedrano.com.ar (recuperado en Ilustracion.fadu.uba.ar)
El diario La Nación publica exitosamente la primera compilación de
los “Grafodramas”, con prólogo del escritor Arturo Cancela en 1943, y Medrano
se anima a una revista propia, “Poupurrí”, de escaso éxito quizá por el
humorismo “demasiado anglo”, en palabras de Rep, que retornaría, fracasando, en
1955. En aquella época, además de volcarse a la caricatura política en diarios
y sumarse a la editorial Atlántida, amplió las tiras con las series de “La
placa velada”, “Estaba escrito” y “Apuntes desde un balcón”. Esta última en la
revista “Vea y Lea” tuvo una enorme repercusión con las escenas que el artista
dibujaba desde el estudio de Diagonal Norte y Florida. También se animó a crear
una historieta, la única, “Matías” (1955), un hombre de un mate -cabeza-
gigantesco, un sabelotodo que tenía rasgos de Medrano, y que pasó
desapercibida. Mayor suceso tuvieron los microprogramas en canal 7, entre 1956
y 1958, donde dibujaba en vivo y explicaba parte de los técnicas, con
referencias a sus fuentes y maestros, un antecesor del ciclo de los noventa
“Caloi en su Tinta”, conducido por el dibujante Caloi.
A principios de los sesenta el artista toma una decisión radical y se
instala en Estados Unidos. Allí, con casi cincuenta años, se gradúa de
periodista en Indianápolis. Colaboraría en el diario local
y, tanta gratitud recogió nuestro dibujante, que en Hartford se
instituyó el 16 de noviembre como el “Día de Luis J. Medrano”. Seguía
enviando regularmente viñetas a los diarios porteños, sumando El Cronista
Comercial, y realiza almanaques para importantes automotrices norteamericanas.
Entre los premios que se le otorgan contemporáneamente se encuentran la Orden
del Mérito Civil del Gobierno de España y el Premio Anual ADEPA -Asociación de
Entidades Periodísticas Argentinas. En los últimos años alterna con muestras de
sus cuadros suprarrealistas, así definidas por el artista, con
trabajos especialmente encargados como “El milagro argentino” (1967), que
trazaba un panorama político y económico actual, tamizado por su afilado
ingenio y lápiz. Fallecería el 29 de agosto de 1974. Medrano no creó
personajes como Inodoro Pereyra o Mafalda. Medrano creó el escenario, los tipos
y los códigos visuales, paridos en nuestro ADN, para que ellos, y los que
vengan, pudieran ser.
DOCTOR EN FILOSOFÍA DE TEOLOGÍA CRISTIANA
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