Ayer, ante la Academia Argentina
de Ceremonial de la cual soy miembro, ofrecí una presentación
titulada “Discordancias entre el ceremonial clásico y el de la Argentina
actual”, cuyas conclusiones fundamentales consisten en que es necesario
analizar las causas, desarrollo y consecuencias de que estamos atravesando una
etapa incierta de transición en materia de comportamientos protocolares
privados, públicos y oficiales, signados por la anomia, y cuyo texto es el que
sigue:
Hoy en el mundo occidental, radica en que recoge la experiencia y el conocimiento sistematizado que durante siglos fue atesorando y enriqueciendo una gran parte de la humanidad para relacionarse armónica, respetuosa y constructivamente en medios públicos y privados, oficiales y no gubernamentales, sociales y políticos, nacionales e internacionales. Es decir, que no ha consistido en impromptus temporales o espaciales de una facción, una clase o una nación, sino que es una lenta, paciente y firme construcción de conocimientos y prácticas internacionales, basadas en el sentido común, en la prueba y el error, un verdadero ‘work in progress’, que ha ido evolucionado hasta alcanzar los estándares contemporáneos, sin mayores litigios hasta hace pocos años.
“Contrariamente, desde hace unos años
a esta parte, en la Argentina puede advertirse con facilidad que se están
imponiendo con pertinaz frecuencia otras reglas que discrepan de las de aquel
ceremonial clásico. En el ámbito oficial, por ejemplo, ya son demasiados los
signos que lo demuestran, como por ejemplo, dormir en los actos públicos,
burlarse de las víctimas a las que se está honrando con un minuto de silencio,
descuidar si lo que se está diciendo a puertas cerradas será difundido urbi et
orbi, causar escenas incómodas para obtener fotos con otras autoridades,
burlarse de la tripulación de la Fragata ‘Libertad’ apareciéndose vestido de
turista caribeño, recibir desprolijamente a autoridades extranjeras que se
presentan prolijamente, funcionarios presentándose en público disfrazados y
cantando como bataclanas de teatro de revistas, autoridades del más alto rango
corrigiendo a toda voz ante el público a los locutores oficiales acerca de
rangos y títulos, en suma, presentarse y actuar en las más elevadas y delicadas
ocasiones y ceremonias oficiales sin respetar los supuestos protocolares
clásicos.
“Por otro lado, no son menores los
cambios que registran etiquetas convencionales en ámbitos públicos no
oficiales, como han sido emblemáticamente, por ejemplo, las funciones en el
Teatro Colón, tradicional ámbito donde se ponían en práctica los códigos
protocolares sociales privados más elaborados de la sociedad argentina, donde
ahora la regla imperante, dictada por el propio público y las autoridades de la
institución, consiste en la voluntad de cada individuo.
“Como estos procedimientos se están
reiterando sin disculpas aunque también sin condenas, debe concluirse que no
sólo existen fundamentaciones y prácticas sociológicas, sino que estas van
contribuyendo, también, a la conformación de un cierto corpus normativo
consuetudinariamente aceptado, que está sustituyendo los procederes y supuestos
ceremoniales clásicos por otros nuevos. Es decir, parece un proceso serio y
profundo, una transición no circunstancial ni con visos de marcha atrás.
“Como una suerte de hipótesis, me
animaría a sugerir que este proceso comenzó en nuestro país, primero
tímidamente, con la difusión en los años ‘90 de la cultura menemista, para
llamarla de algún modo, la cual introdujo una transformación esencial en la
sociedad argentina: los sectores medios y altos de la sociedad, que hasta ese
momento habían sido una suerte de baluarte de costumbres culturales tradicionales
acordes a estándares internacionales –en el protocolo, entre otras expresiones
culturales-, fueron naturalizando y adoptando, primero como burla y juego y más
adelante como emblema de corrección política, tolerancia y amplitud
democrática, elementos culturales que correspondían a otros sectores sociales,
como la cumbia en la música, la pizza con champagne en la gastronomía, la
farandulización de la vida pública, la costumbre de besarse entre hombres, la
mirada más puesta en Miami que en París, en fin, el relajamiento generalizado
de las pautas culturales tradicionales.
“Durante los siguientes 20 años, otra
versión más radicalizada del peronismo, como es el kirchnerismo, pronunció esa
actitud de desprecio hacia las pautas culturales de los países desarrollados,
por una verdadera Política de Estado, de estilo gramsciana, es decir, apuntada
a revolucionar la sociedad por medios más sutiles como los de la cultura y la
educación, más consciente, deliberada y que se autoconsidera más seria, en
clara diferencia a las costumbres menemistas, consistente en influir desde el
Estado sobre la cultura general de los particulares, entre otros ámbitos, en el
de las costumbres relacionadas con el ceremonial.
“Sin embargo, al cabo de un largo
período que ya lleva más de 30 años, estos grandes procesos asociados, en un
primer momento al peronismo, han logrado permear en ámbitos no exclusivos de
esa tendencia partidaria, sino que alcanza también a todos los partidos y
sectores sociales de oposición, salvo excepciones individuales.
“En resumidas cuentas, debemos
reconocer que la vasta estructura del ceremonial que Occidente construyó a lo
largo de varios siglos, y que conforma el fundamento existencial de nuestra
Academia, pues se entiende que integramos una institución destinada a estudiar,
conservar, mejorar y difundir aquellos supuestos, basados en la experiencia
pasada, en el sentido común y en el principio del respeto a los demás, hoy
están más que duda, denostados no sólo por parte de un sector, sino de casi
toda la sociedad y, me animaría decir, desde el propio Estado argentino. El
ceremonial tradicional se reduce hoy a ámbitos, instituciones y personas, cada
vez más acotados y menos poderosos o influyentes, como nuestra institución.
“Ahora bien, ¿cuáles son esas nuevas
reglas y cuál sería su principio rector? En otras palabras, ¿cuáles son los
rasgos esenciales de este nuevo proceso en el ámbito de los conocimientos y
prácticas del ceremonial? Me atrevo a bosquejar los siguientes rasgos:
- es consuetudinario, es decir, no está
formalmente explicitado ni escrito;
- se encuentra en proceso, es decir,
no parece del todo formado;
- es proteico, es decir, no es claro
ni contundente, sino impreciso:
- es transversal, pues trasciende
clases, edades e ideologías;
- es vigoroso, pues se difunde con
virulencia;
- es más bien público, pues parece
provenir o estar alentado en buena parte desde el Estado y los medios de
comunicación, más que de prácticas privadas que se impulsen de abajo hacia
arriba;
- parece ser irreversible, pues exhibe
una dinámica irrefrenable;
- el principio general del cual se
derivarían las reglas particulares, parece sostener que la regla es que no hay
reglas, la anomia o la autonomía individual, o lo que es igual a decir, que
cada uno haga lo que quiera, sin importar las circunstancias ni los demás;
- pero también parece actuar guiado
por ciertos elementos como la demagogia, la transgresión como valor en sí, la
espontaneidad y el exceso de sinceridad sin miramientos como si fuera una
virtud, el miedo a la condena social o a ser considerado politically incorrect,
entre otros, como mecanismos sutiles consistentes en que unos agentes
ejemplificadores selectos, para decirlo de algún modo, más osados y poderosos,
se animan a liderar el proceso, a lo que el resto obedece por temor a sufrir
una condena social por arcaico, conservador o reaccionario;
- finalmente, parece constituir un
fenómeno que, aunque acaso sea más vulgar y acentuado en nuestro país, comparte
elementos e indicios de cambios internacionales, una verdadera revolución en
curso o cambio de época, como habrá ocurrido con la revolución francesa,
probablemente enmarcado en el vasto contexto existencial que impera en nuestro
tiempo: el culto absoluto a las incertidumbres que impone el relativismo
posmoderno en sustitución de las dudas metódicas que proponía el racionalismo
moderno.
“Adviértase, por favor, que no estoy
argumentando vía la ironía, sino con el afán constructivo de asumir la
realidad, intentar entenderla y contribuir a una evolución sana del protocolo
en el futuro.
“La tesis fundamental de mi
presentación consiste, pues y para terminar, en las siguientes conclusiones:
1°) este proceso de cambio del ceremonial clásico es profundo, es severo y
parece irreversible; 2°) estos cambios ponen en tela de juicio los fundamentos
esenciales de las teorías y prácticas que promueven una institución como la
nuestra; 3°) en consecuencia, considero imprescindible abocarnos a estudiar
este proceso y a compartir inquietudes y conclusiones con otras academias y
expertos nacionales y extranjeros.
Muchas gracias por su atención.”
"PARTICIPO EN LA GUERRA DE LA CUARTA GENERACIÓN Y AMENAZAS ASIMÉTRICAS".en la elaboración de NORMAS DE PROTECCIÓN FÍSICA DE INSTALACIONES NUCLEARES junto al OIEA, con medidas para PREVENIR, INTERCEPTAR y RESPONDER a usos ilícitos de materiales nucleares y fuentes radiactivas. Antes de los ataques terroristas del 11 septiembre de 2001
DESCENDIENTE DE GUERREROS Y PRÓCERES DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA Y SUDAMERICANA.
MIEMBRO DE LA LEGIÓN DE PATRICIOS VOLUNTARIOS DE BUENOS AIRES
Especialista en Emergencias Toxicológicas Masivas - CITEDEF - CONICET
"PARTICIPO EN LA GUERRA DE LA CUARTA GENERACIÓN Y AMENAZAS ASIMÉTRICAS".en la elaboración de NORMAS DE PROTECCIÓN FÍSICA DE INSTALACIONES NUCLEARES junto al OIEA, con medidas para PREVENIR, INTERCEPTAR y RESPONDER a usos ilícitos de materiales nucleares y fuentes radiactivas. Antes de los ataques terroristas del 11 septiembre de 2001
DESCENDIENTE DE GUERREROS Y PRÓCERES DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA Y SUDAMERICANA.
MIEMBRO DE LA LEGIÓN DE PATRICIOS VOLUNTARIOS DE BUENOS AIRES
Especialista en Emergencias Toxicológicas Masivas - CITEDEF - CONICET
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