martes, 9 de agosto de 2022

“DISCORDANCIAS ENTRE EL CEREMONIAL CLÁSICO Y EL DE LA ARGENTINA ACTUAL" . Por Cecilia Scalisi. Difunde SOBERANA COMPAÑÍA DE LOYOLA S.C.L.

Ayer, ante la Academia Argentina de Ceremonial de la cual soy miembro, ofrecí una presentación titulada “Discordancias entre el ceremonial clásico y el de la Argentina actual”, cuyas conclusiones fundamentales consisten en que es necesario analizar las causas, desarrollo y consecuencias de que estamos atravesando una etapa incierta de transición en materia de comportamientos protocolares privados, públicos y oficiales, signados por la anomia, y cuyo texto es el que sigue: 

Hoy en el mundo occidental, radica en que recoge la experiencia y el conocimiento sistematizado que durante siglos fue atesorando y enriqueciendo una gran parte de la humanidad para relacionarse armónica, respetuosa y constructivamente en medios públicos y privados, oficiales y no gubernamentales, sociales y políticos, nacionales e internacionales. Es decir, que no ha consistido en impromptus temporales o espaciales de una facción, una clase o una nación, sino que es una lenta, paciente y firme construcción de conocimientos y prácticas internacionales, basadas en el sentido común, en la prueba y el error, un verdadero ‘work in progress’, que ha ido evolucionado hasta alcanzar los estándares contemporáneos, sin mayores litigios hasta hace pocos años.

“Contrariamente, desde hace unos años a esta parte, en la Argentina puede advertirse con facilidad que se están imponiendo con pertinaz frecuencia otras reglas que discrepan de las de aquel ceremonial clásico. En el ámbito oficial, por ejemplo, ya son demasiados los signos que lo demuestran, como por ejemplo, dormir en los actos públicos, burlarse de las víctimas a las que se está honrando con un minuto de silencio, descuidar si lo que se está diciendo a puertas cerradas será difundido urbi et orbi, causar escenas incómodas para obtener fotos con otras autoridades, burlarse de la tripulación de la Fragata ‘Libertad’ apareciéndose vestido de turista caribeño, recibir desprolijamente a autoridades extranjeras que se presentan prolijamente, funcionarios presentándose en público disfrazados y cantando como bataclanas de teatro de revistas, autoridades del más alto rango corrigiendo a toda voz ante el público a los locutores oficiales acerca de rangos y títulos, en suma, presentarse y actuar en las más elevadas y delicadas ocasiones y ceremonias oficiales sin respetar los supuestos protocolares clásicos.

“Por otro lado, no son menores los cambios que registran etiquetas convencionales en ámbitos públicos no oficiales, como han sido emblemáticamente, por ejemplo, las funciones en el Teatro Colón, tradicional ámbito donde se ponían en práctica los códigos protocolares sociales privados más elaborados de la sociedad argentina, donde ahora la regla imperante, dictada por el propio público y las autoridades de la institución, consiste en la voluntad de cada individuo.

“Como estos procedimientos se están reiterando sin disculpas aunque también sin condenas, debe concluirse que no sólo existen fundamentaciones y prácticas sociológicas, sino que estas van contribuyendo, también, a la conformación de un cierto corpus normativo consuetudinariamente aceptado, que está sustituyendo los procederes y supuestos ceremoniales clásicos por otros nuevos. Es decir, parece un proceso serio y profundo, una transición no circunstancial ni con visos de marcha atrás.

“Como una suerte de hipótesis, me animaría a sugerir que este proceso comenzó en nuestro país, primero tímidamente, con la difusión en los años ‘90 de la cultura menemista, para llamarla de algún modo, la cual introdujo una transformación esencial en la sociedad argentina: los sectores medios y altos de la sociedad, que hasta ese momento habían sido una suerte de baluarte de costumbres culturales tradicionales acordes a estándares internacionales –en el protocolo, entre otras expresiones culturales-, fueron naturalizando y adoptando, primero como burla y juego y más adelante como emblema de corrección política, tolerancia y amplitud democrática, elementos culturales que correspondían a otros sectores sociales, como la cumbia en la música, la pizza con champagne en la gastronomía, la farandulización de la vida pública, la costumbre de besarse entre hombres, la mirada más puesta en Miami que en París, en fin, el relajamiento generalizado de las pautas culturales tradicionales.

“Durante los siguientes 20 años, otra versión más radicalizada del peronismo, como es el kirchnerismo, pronunció esa actitud de desprecio hacia las pautas culturales de los países desarrollados, por una verdadera Política de Estado, de estilo gramsciana, es decir, apuntada a revolucionar la sociedad por medios más sutiles como los de la cultura y la educación, más consciente, deliberada y que se autoconsidera más seria, en clara diferencia a las costumbres menemistas, consistente en influir desde el Estado sobre la cultura general de los particulares, entre otros ámbitos, en el de las costumbres relacionadas con el ceremonial.

“Sin embargo, al cabo de un largo período que ya lleva más de 30 años, estos grandes procesos asociados, en un primer momento al peronismo, han logrado permear en ámbitos no exclusivos de esa tendencia partidaria, sino que alcanza también a todos los partidos y sectores sociales de oposición, salvo excepciones individuales.

“En resumidas cuentas, debemos reconocer que la vasta estructura del ceremonial que Occidente construyó a lo largo de varios siglos, y que conforma el fundamento existencial de nuestra Academia, pues se entiende que integramos una institución destinada a estudiar, conservar, mejorar y difundir aquellos supuestos, basados en la experiencia pasada, en el sentido común y en el principio del respeto a los demás, hoy están más que duda, denostados no sólo por parte de un sector, sino de casi toda la sociedad y, me animaría decir, desde el propio Estado argentino. El ceremonial tradicional se reduce hoy a ámbitos, instituciones y personas, cada vez más acotados y menos poderosos o influyentes, como nuestra institución.

“Ahora bien, ¿cuáles son esas nuevas reglas y cuál sería su principio rector? En otras palabras, ¿cuáles son los rasgos esenciales de este nuevo proceso en el ámbito de los conocimientos y prácticas del ceremonial? Me atrevo a bosquejar los siguientes rasgos:

- es consuetudinario, es decir, no está formalmente explicitado ni escrito;

- se encuentra en proceso, es decir, no parece del todo formado;

- es proteico, es decir, no es claro ni contundente, sino impreciso:

- es transversal, pues trasciende clases, edades e ideologías;

- es vigoroso, pues se difunde con virulencia;

- es más bien público, pues parece provenir o estar alentado en buena parte desde el Estado y los medios de comunicación, más que de prácticas privadas que se impulsen de abajo hacia arriba;

- parece ser irreversible, pues exhibe una dinámica irrefrenable;

- el principio general del cual se derivarían las reglas particulares, parece sostener que la regla es que no hay reglas, la anomia o la autonomía individual, o lo que es igual a decir, que cada uno haga lo que quiera, sin importar las circunstancias ni los demás;

- pero también parece actuar guiado por ciertos elementos como la demagogia, la transgresión como valor en sí, la espontaneidad y el exceso de sinceridad sin miramientos como si fuera una virtud, el miedo a la condena social o a ser considerado politically incorrect, entre otros, como mecanismos sutiles consistentes en que unos agentes ejemplificadores selectos, para decirlo de algún modo, más osados y poderosos, se animan a liderar el proceso, a lo que el resto obedece por temor a sufrir una condena social por arcaico, conservador o reaccionario;

- finalmente, parece constituir un fenómeno que, aunque acaso sea más vulgar y acentuado en nuestro país, comparte elementos e indicios de cambios internacionales, una verdadera revolución en curso o cambio de época, como habrá ocurrido con la revolución francesa, probablemente enmarcado en el vasto contexto existencial que impera en nuestro tiempo: el culto absoluto a las incertidumbres que impone el relativismo posmoderno en sustitución de las dudas metódicas que proponía el racionalismo moderno.

“Adviértase, por favor, que no estoy argumentando vía la ironía, sino con el afán constructivo de asumir la realidad, intentar entenderla y contribuir a una evolución sana del protocolo en el futuro.

“La tesis fundamental de mi presentación consiste, pues y para terminar, en las siguientes conclusiones: 1°) este proceso de cambio del ceremonial clásico es profundo, es severo y parece irreversible; 2°) estos cambios ponen en tela de juicio los fundamentos esenciales de las teorías y prácticas que promueven una institución como la nuestra; 3°) en consecuencia, considero imprescindible abocarnos a estudiar este proceso y a compartir inquietudes y conclusiones con otras academias y expertos nacionales y extranjeros.

Muchas gracias por su atención.”

Cecilia Scalisi

Ceremonial y Protocolo


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