Doña Teresa Apoayala fue una noble indígena del siglo XVIII,
hija del cacique Don Carlos Apoalaya, posiblemente la mujer más poderosa e
influyente de todo el Valle del Mantaro.
En la primera década del siglo XVIII, cuando no tenía más de
treinta años, "ya dominaba las tres parcialidades más importantes de la
nación huanca, lo que hoy serían las ciudades de Huancayo, Concepción, Jauja y
Chupaca", señala el historiador Aquilino Castro.
Su fortuna, a diferencia del oro y plata de la leyenda,
consistía en cinco haciendas ubicada en el valle del Mantaro, la de Laybe era
la mayor con 23 mil ovejas y ganado, además de cultivos de caña de azúcar,
maíz, papa, así como trapiches, obrajes y molinos.
Teresa Apoalaya ejerció su poder por cuatro décadas, muriendo en
1735 aproximadamente, sin dejar testamento conocido. Se casó tres veces, tuvo
tres hijos, y su última boda la realizó cuando ya bordeaba los 60 años con el
español Benito Troncoso de Lira y Sotomayor.
Tenía fama de ser una mujer de carácter con los poderosos y dadivosa
con los indios. En documentos registrados en los años 1712, 1714, 1715 y 1717
ella dona gran parte de su fortuna a los ayllus indígenas de la zona.
Sin embargo, la pregunta pendiente es ¿Por qué Teresa Apoalaya
se transforma en Catalina Huanca? Según Aquilino Castro ella tomaba esta
identidad durante sus viajes a Lima para evitar que su hermano Cristóbal -quien
ya había adoptado el nombre de Bartolomé Rodríguez- sea identificado. Y otra
razón poderosa era su devoción por Catalina de Siena, su santa protectora.
Según el historiador Aquilino Castro, quien donó los azulejos
para la construcción de la Iglesia de San Francisco de Lima no fue Doña Teresa,
como cuenta la célebre tradición de Ricardo Palma, sino su hermana menor
Petronia Apoalaya. Y como podemos suponer es probable que ella nunca haya
dejado tesoros sembrados en su camino hacia Lima.
Eso sí, Laybe, su hacienda más importante, fue vendida en 1761
por una nieta suya a la madre del prócer de la independencia José Baquíjano y CARRILLO,
y en 1848 pasó a manos de Manuel Salazar Baquíjano, Conde de Vista Florida.
Referencia:
.- Teresa Apoalaya, "la muy poderosa señora Catalina
Huanca", Aquilino Castro Vásquez (2005).
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