Así nos adentramos en el poco conocido mundo real del cuerpo diplomático y vemos cuántas similitudes hay con el ámbito de las relaciones públicas, la comunicación, el marketing y la publicidad.
Con 37 años de carrera diplomática, su último destino como embajador argentino en Hungría nos permite descubrir cuánto hay en común entre el quehacer diplomático y el mundo de la imagen y la marca del país. Tanto, que él mismo define que en verdad se trata de «hacer publicidad».
Este 25 de mayo pasado, con mi esposa
Cecilia Scalisi, recordamos a nuestros numerosos y
queridos amigos cuando celebrábamos nuestro Día Nacional en la residencia de la
Embajada argentina en Budapest (Palacio Tildy), durante los años en que fuimos
embajadores ante Hungría, Croacia y Bosnia y Herzegovina (2016-2020).
Para la última de esas celebraciones,
el 25 de mayo de 2019, eran ya tanto los amigos invitados (400), que aunque
usábamos los salones interiores del Palacio Tildy y sus magníficos jardines,
debimos organizar el día en tres reuniones sucesivas: en una primera, a las 12
hs., recibimos a las autoridades y funcionarios húngaros y al Cuerpo
Diplomático acreditado en esa capital; a las 16 hs., recibimos a los amigos
húngaros de la sociedad civil en general; y desde las 19hs hasta la madrugada,
a la colectividad argentina. Las dos primeras reuniones duraban cada una dos
horas, para dejarnos un breve tiempo intermedio para que ni esposa y yo
pudiésemos cambiarnos y recuperarnos, y los empleados pudiesen limpiar y
reordenar las instalaciones. La última reunión, con los argentinos y húngaros
más amigos, no tenía límite de horario y se extendía con música y baile hasta
la madrugada, invitando sobre todo a los vecinos para que no se molestasen con
los ruidos.
Ese día recibimos a muy destacadas
personalidades del Gobierno, las empresas y la cultura de Hungría.
Con mi esposa y mis hijos, formamos una línea y recibimos, saludamos y conversamos con cada uno de los 400 invitados, que ingresaron por una magnífica alfombra roja de 30 metros desplegada a lo largo de todo el pasaje de los carruajes del palacio.
Adornamos toda la residencia con enormes banderas argentinas, brindamos constante música grabada e incluso en vivo, y se ofrecieron exquisitas empanadas, carne a la parrilla, vinos, dulce de leche y golosinas argentinas, y otros productos (café, cerveza, agua, etc.) gracias a los varios y generosos sponsors que nos acompañaban, de modo que estos encuentros cada vez convocaban a más gente por cada vez menos gasto.
Cuando me hice cargo de la Embajada en 2016, la celebración del 25 de mayo costaba USD 8.000, convocaba a 100 personas y había que pagar un salón para poder realizarlo.
En mi último 25 de mayo, en 2019,
reunimos a 400 personas, con un presupuesto de Cancillería de sólo USD 1.500 y
sin necesidad de alquilar ningún salón, porque lo realizamos en las
instalaciones de nuestra propia residencia.
¡Muchos saludos a todos esos queridos
amigos que nos acompañaban con tanta alegría y entusiasmo!
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