EL ILMO SEÑOR GENERAL DE LA SOBERANA COMPAÑÍA DE LOYOLA DON CARLOS GUSTAVO LAVADO RUÍZ Y ROQUÉ LASCANO, DESCIENDE POR PARTE DE PADRE DE DON HERNAN CORTÉS CONQUISTADOR DEL IMPERIO DE MEXICA CREANDO LA DENOMINADA NUEVA ESPAÑA.
Así
de grande fue la trascendencia de Malintzin
No
obstante su importancia histórica, de ella se ignoran muchas cosas, incluso su
nombre verdadero, ya que todos los apelativos que se le han dado a través de
los siglos derivan de “Marina”, como la bautizó el canónigo Juan Díaz, en 1519,
o más comúnmente en la imaginería popular como “Malinche”, un sinónimo de
traición.
Durante
muchos años nos hemos cegado con un chovinismo trasnochado al ver a Marina como
alguien que traicionó al pueblo mexica. Pero… ¡ella no era mexica!
Tal
idea fue creada con el triunfo del movimiento independentista y el modelo
liberal del siglo XIX, que otorgaron un carácter negativo a la herencia
española de México.
¿A
quién traicionó Marina? Ella no era mexica, fue una mujer que, según se teoriza
a partir de diversas fuentes, nació en un señorío nahua llamado Olotlan,
cercano al actual territorio de Coatzacoalcos, Veracruz.
De
acuerdo con una de las mejores biógrafas de Marina, la estadounidense Camilla
Townsend, dijo que habría sido en sus primeros años, o bien en su temprana
adolescencia, cuando Marina sufrió la muerte de su padre, el señor de Olotlan
¬—un altépetl oprimido por la Triple Alianza—, y luego, con el temor de que se
interpusiera entre las aspiraciones políticas de su padrastro y sus hermanastros,
fue vendida como esclava doméstica a mercaderes del actual Tabasco; aunque
otras versiones sugieren que fue robada.
Las
duras circunstancias por las que debió pasar seguramente influyeron para que
“se eligiera a ella misma” dentro de su contexto, y cómo Marina pudo haber
vislumbrado la incursión española como una vía de escape para su condición de
esclava, al tener, en 1518, noticias de la llegada de Juan de Grijalva a
Tabasco.
Un
año después, tras la victoria española en la llamada Batalla de Centla, fue incluida
“o quizá encontró el modo de incluirse”, en un grupo de 20 mujeres que los
indígenas mayas dieron a Hernán Cortés como botín de guerra.
Bautizada
y cedida al soldado Alonso Hernández Portocarrero, Marina probó ser
“desenvuelta, inteligente y muy bella”, según testimonios coincidentes de los
conquistadores, por lo que pronto fue el propio Cortés quien la convirtió en su
concubina, acompañante y traductora; función esta última que desempeñó en
compañía de Jerónimo de Aguilar.
Una
cadena comunicativa náhuatl-maya-español y español-maya-náhuatl se instauró al
principio, antes de que Malintzin aprendiera “la castilla”. El emisor nahua se
expresaba en su lengua, Malintzin traducía del náhuatl al maya; Aguilar del
maya al español. Cortés respondía en español; Aguilar traducía del español al
maya; Malintzin del maya al náhuatl.
El
arma que representó la mediación lingüística figura, aunque de manera
fortuita, en una imagen del Codice Azcatitlán: el personaje con armadura
situado entre el conquistador y Malintzin parece expresar el carácter a la vez
protector y bélico de su interpretación.
Martínez
Baracs, miembro de la Academia Mexicana de la Historia y recientemente nombrado
integrante de número en la Academia Mexicana de la Lengua, recalca la
trascendencia que para Marina debió tener la Batalla de Centla, pues esta fue
una de las pocas ocasiones en que los españoles, aún sin aliados indígenas,
combatieron contra mesoamericanos, demostrando la superioridad de su tecnología
bélica.
“Tengo
la impresión de que Malintzin —nombre que los indígenas usaron para referirse a
ella como una noble— transmitió en los pueblos lo ideal que les resultaría
aliarse a los castellanos para derrotar a los poderosos mexicas”.
Igualmente
tratada con un título nobiliario occidental, Doña Marina, “debió ser clave
durante los cuatro meses que el ejército español permaneció en Veracruz, antes
de marchar a Tenochtitlan, pues muy probablemente fue entonces cuando explicó a
Cortés cómo era la configuración social y política de Mesoamérica, es decir,
que los mexicas tenían enemigos”.
Entonces,
si lo que ahora conocemos como “México” no existía como tal, sino un poderoso
imperio que conquistaba pueblos para su beneficio y les mantenía sometidos como
tributarios, ¿por qué tachar como “traidora” a quien buscaba la liberación de
su pueblo, de quitarles el sometimiento por parte de un señorío con
características que hoy día se entienden como imperialistas? ¿Por qué Josefa
Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Mariana Rodríguez del Toro, María Luisa Martínez
de García Rojas, entre otras, no corrieron con tal suerte? A ellas las llamamos
Heroinas de nuestra independencia… A Malitzin le llamamos Malinche, traidora y
el malinchismo es sinónimo de animadversión a “lo mexicano”…
Ironías
de la historia de bronce.
Para
ahondar un poco más en este tema, recomendamos el Material de Lectura
recientemente publicado por la UNAM: 1521, Un atado de vidas. Vol. 1; Tres
veces tres. Malitzin: Nueve aproximaciones a su figura; de Yásnaya Elena A.
Gil.
Imagen:
Malitzin
y Cortés en Tlatelolco. Xaltelolco, en el montículo de arena. Lienzo de
Tlaxcala.
Fuentes:
Johansson
K., Patrick, “El español, el maya y el náhuatl conquista y reconquista”,
Arqueología Mexicana, núm. 172, pp. 18-25.
Glantz,
Margo. Doña Marina y el Capitán Malinche. Biblioteca virtual Miguel de
Cervantes; Recuperado en 25 de marzo de 2022, de https://www.cervantesvirtual.com/.../86cc9d7f-fb55-49ab...
Martínez
Baracs, Rodrigo (Marzo, 2020). Malintzin no traicionó a nadie, se eligió a ella
misma dentro de las más difíciles circunstancias: Martínez Baracs. Recuperado
en 25 de marzo de 2022, de https://www.inah.gob.mx/.../8991-malintzin-no-traiciono-a...
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