Bandera de la Hispanidad en las Américas,
adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana
de Montevideo el 13 de diciembre de 1933
El Gran Diccionario de la Lengua Española señala, entre sus acepciones, que“Consenso” significa: “Acuerdo dado por varias personas para que se haga una cosa”.
“Consenso”, palabra de raíz latina, indica un sentido conjunto, compartido.
Entre los cambios esenciales de paradigmas que está requiriendo la nueva configuración mundial, se encuentra, justamente, la organización del sentido compartido, y a ello son llamadas a abocarse las fuerzas que lideran el planeta. Esto demanda una genuina intención de evolucionar, a fin de impulsar un salto de calidad masivo, aplicando un nuevo enfoque, mucho más acorde con los conocimientos que hemos desarrollado en estos últimos 8.000 años de historia registrada.
El antiguo paradigma es asumir la posición auto-referencial del “Yo tengo toda la razón”. El nuevo paradigma es explorar los puntos de unión que pueden surgir a partir del análisis convergente de los intereses que la entera humanidad tiene en juego. Vale la pena recordar que la eficiencia de los sistemas depende del funcionamiento integrado y coherente de sus componentes entre sí, y con su entorno.
La actual cuádruple crisis (económica-financiera-energética-medio ambiental), a la que viene agregándose de a poco un quinto elemento, la crisis política -detonante de vaya a saber qué- ha llevado en tiempo récord a replantearse ciertos hábitos y comportamientos que hasta ayer ni siquiera eran susceptibles de ser examinados, y que hoy han perdido su aparente solidez, transformándose algunos en puntos de interrogación, otros en puntos de exclamación, y otros, en puntos suspensivos.
Hoy nadie puede prever con exactitud si por delante tenemos una suave pradera, o bien un abrupto abismo. Quizás existan ambos, como potencialidad; muy probablemente, la solución para esta encrucijada dependa de nosotros mismos: seguir cumpliendo con el decrépito ritual de la contradicción y el enfrentamiento, o bien avanzar hacia algo más virtuoso e integral.
Tarde o temprano se deben abrir los ojos para ver que el individuo y las sociedades no son organismos aislados; por lo contrario, necesitamos recíprocamente de los otros para lograr nuestra máxima expresión en la escala de la evolución.
Hasta los más escépticos tienen pruebas de que el ser humano cuenta con la capacidad de grandes realizaciones; en definitiva, cambiar de un paradigma a otro no debería representar una brecha mayor que la que ya recorrimos desde la rueda hasta los robots interplanetarios.
La mecánica de la tradicional auto-referencia, puede dejar lugar a criterios de referencia global.
El alejamiento puede mudar en acercamiento.
El
cangrejismopuede dar paso a la composición conjunta.
La Narcisarquía puede encontrar belleza en lo demás, y no sólo en sí misma. ¡Dar vida puede ser mucho más grande que quitarla!
Cambiar no es simple, porque comporta abandonar el área del propio confort, en búsqueda de algo que no estamos seguros de alcanzar. Pero -si tenemos la suficiente voluntad- los individuos podemos hacerlo; de no ser así, los adultos aún seguiríamos gateando.
Los colores, las razas, los mitos, las ideologías, todos fueron excelentes argumentos para el viejo lobo de Thomas Hobbes. Se han escrito ríos de tinta acerca de las sinergias entre empresas; acaso haya llegado ahora el momento de instilar el nuevo modelo de
sinergia humana.
Al observar la extraordinaria capacidad de autodestrucción alcanzada por el hombre, alguien dijo, por allí, que la Humanidad está mentalmente en pañales;procuremos, entonces, que estos últimos no terminen encharcados de necedad y arrogancia, irremediablemente rebalsados por el flagelo de la no-evolución.
Copyright © 2016 by Ricardo Vanella. Todos los derechos reservados.
(
Este artículo se basa en un capítulo del libro "Alimento para pensar, pequeñas reflexiones para prevenir la anorexia cognitiva").