Sumario.
Introducción. La
realidad latinoamericana. Hacia una nueva crisis. El fenómeno responde a causas
conocidas. La cuestión social, de seguridad e institucional. La alternativa
propuesta. La reubicación internacional. La prueba de fuego para su clase
dirigente.
Introducción
En el presente
artículo nos dedicaremos a analizar el futuro inmediato de Latinoamérica, como
en el anterior lo hicimos con relación a la Unión Europea.
El interés del
tema se encuentra en que -para la región- finaliza un período de bonanza,
derivado de los altos precios recibidos por sus exportaciones para entrar en
otro, de franco descenso, acompañado de menores inversiones externas y la
consiguiente contracción de sus economías.
Frente a esta
situación lo probable es que la región ensaye medidas defensivas
clásicas, todas de carácter contractivo, simplemente por la insuficiencia
de recursos.
Yo propongo -por
el contrario- que se enfrente la crisis con un inmenso plan de
transformación de su capacidad de producción, con enormes inversiones
financiadas por los EEUU y Europa, principalmente, con la garantía de que
aumentará la capacidad de pago de la región, impulsando el crecimiento
económico de proveedores y receptores.
La
realidad latinoamericana.
Latinoamérica es
una región compuesta por 22 millones de kilómetros cuadrados -16% de la
superficie terrestre- con algo más de 600 millones de habitantes, -el 8,5% de
la población mundial y 6 billones de dólares de PBI nominal -8,2% del PBI total
de los países-. Con respecto a EEUU, lo triplicamos en superficie, lo doblamos
en población, pero producimos sólo el 40% de su economía.
La sociedad
latinoamericana está compuesta por países en desarrollo, generadora de
productos primarios –mayoritariamente- pero con sectores industriales que
abastecen sus mercados internos en productos intermedios y algunos de capital, pero
componen sólo la minoría de sus exportaciones, siendo deficitaria en
tecnologías, servicios avanzados y capitales de inversión. Otras de sus
características es su desigualdad social, explicable por la diversidad de sus
orígenes culturales.
El pueblo, nuestro
principal capital, está compuesto por mestizos de nativos, europeos y
africanos, en distintas proporciones -según las regiones-con una cultura
media baja -para el trabajo, la obtención de los recursos para la
vida, la organización social e institucional, el ejercicio del comercio, el uso
de la tecnología moderna y el conocimiento científico y de las humanidades-.
Desde el punto de
vista institucional muestra un desarrollo muy poco satisfactorio, en orden a la
seguridad frente a la delincuencia y el narcotráfico y en materia de
corrupción, así como deficiencias en los principales servicios
-educación, salud e infraestructura-.
En el orden
político -si bien en general responde a una organización democrática y
republicana- con excepción de Cuba, presenta deficiencias importantes en
la calidad de las instituciones, la división de los poderes y el respeto de las
libertades y de las minorías.
Latinoamérica ha
tenido un crecimiento satisfactorio a partir de la Segunda Guerra Mundial,
hasta el presente y un período particularmente favorable, entre el 2003 y el
2014, salvo la Argentina que tuvo un fuerte desarrollo
anterior y muy lento después. Pero la región en
conjunto, como partió de niveles muy bajos, se encuentra a gran distancia de
los países desarrollados.
En estos últimos
años se puede anotar un mejoramiento político en México al haber pasado de un
sistema de un partido único a un sistema multipartidario y en general el haber
superado los ataques de una guerrilla de ideología marxista -que hasta hoy
compromete la paz interior de Colombia- pero que afectó también a Argentina,
Perú, Chile, Brasil, Bolivia, Uruguay, Nicaragua y otros países, con diferente
intensidad.
Esos conflictos
-si bien se derrotó a la guerrilla, excepto en Colombia, provocaron
interrupciones en el sistema democrático y dieron lugar a gobiernos de facto,
de los cuales se volvió pacíficamente a los regímenes democráticos -o
pseudo-democráticos- en la década del ochenta. Pero, el principal problema
remanente de Latinoamérica es que, a pesar de los quinientos años de mezclas y
combinaciones de razas y culturas aun no ha emergido una unidad
cultural que unifique a todos los sectores, de tal manera que la
desigualdad tiene sus bases en esas diferencias. El fenómeno no debe extrañar,
porque en Europa la nueva unidad cultural, luego de la invasión de los
bárbaros, llevó mucho más de quinientos años.
Se percibe -por
ese motivo- una evolución despareja entre los diferentes sectores
sociales. De ahí que en el campo científico se dan progresos, como los
tres premios Nobel en ciencias de la Argentina o los de Literatura de Colombia
y México, que deben considerarse expresiones de sus clases más cultas y
no una representación de la cultura media de sus poblaciones, como lo revelan
los bajos promedios de los exámenes PISA de la escuela primaria y media.
Hacia
una nueva crisis.
Lamentablemente,
el panorama en el corto plazo y, en líneas generales desde el Río Bravo -en la
frontera de México con EEUU- hasta Tierra del Fuego -con algunas ligeras
diferencias por países- se caracteriza por una abrupta caída de
los precios de las exportaciones latinoamericanas.
El fenómeno se
había registrado en forma general, como consecuencia de la crisis financiera
del 2009, pero luego los precios se recuperaron -aunque el petróleo ya no
alcanzó la cotización de 140 dólares el barril, pero sí el nivel de 100/110
dólares, que era muy retributivo. Sin embargo, en los seis últimos meses se
precipitó hacia una rápida caída, manteniéndose actualmente por debajo
de los 50dólares-.
La baja se
proyectó a todas las materias primas un poco antes, aunque en forma más
gradual, v.g. la soja, en un 50% y al cobre en un 30% -desde sus más altas
cotizaciones-, pero afectó también a los demás granos, a la carne, los lácteos,
el azúcar, el café etc., convirtiéndose en un fenómeno general que
tendrá efectos regionales muy graves para todos los exportadores de materias
primas.
Solo por las
exportaciones de petróleo Latinoamérica perderá, en el año 2015, 100.000
millones de dólares, es decir el 10% de sus exportaciones totales. La reducción
del precio de la soja le agregará otra pérdida próxima a los 50.000 millones de
dólares. Y en el cobre, también respecto de su mejor cotización en el 2011 -a
Chile y Perú, sus dos principales exportadores- le costará una pérdida de
15.000 millones de dólares. En total, en estos tres rubros se perderán 165.000
millones de dólares anuales, equivalente al 16% de las exportaciones totales
latinoamericanas.
Con anterioridad
-desde el año 2003 en adelante- toda la región había sido favorecida por una
valorización de las materias primas exportables hasta principios del 2014, con
un paréntesis en el período 2009 por el efecto de la crisis financiera de los
EEUU y Europa, de la cual se recuperó a partir del 2010.
Esta valorización
cambió los términos del intercambio, porque mientras se valorizaban los precios
de las materias primas en un 300% y hasta 400%, como ocurrió con el
cobre, el petróleo y la soja, se mantenían estables los precios de los
productos manufacturados.
Resultaba cierta,
de esta forma, aquella advertencia que le escuché a Raúl Prebich en una
reunión en Ginebra, en 1966, que “el deterioro de los términos
del intercambio para las materias primas, no era una ley, sino la
constatación de los hechos”, que él había realizado en lo sucedido
en el comercio internacional, entre 1870 y 1930.
En el comercio
exterior argentino los términos del intercambio subieron esos años, de 90
a algo más de 140 -entre 2003 y 2013-, fenómeno que siempre trataron de ocultar
los Kirchner, ya que le hubieran quitado sus falsos méritos -más favorable aún
que en el período de fines de la segunda guerra mundial -1945/48-.
Pero además, lo
que agrava el problema comercial de referencia es que la baja de los precios de
las exportaciones viene acompañada de un corrimiento de las inversiones en
la dirección que indican los precios, es decir, que se orientan desde
los países en desarrollo a los desarrollados.
Las inversiones
externas en Latinoamérica -alrededor de 130.000 millones de dólares anuales- en
su mayor parte se dirigen a Brasil, México, Colombia, Chile y Perú quedando
relegados, desde hace varios años, Venezuela y Argentina, por sus
políticas internas. Estas inversiones quedarán muy reducidas en el
2015.
Estas oscilaciones
en los precios internacionales y en las inversiones externas,
producen naturalmente oscilaciones en los mercados internos latinoamericanos,
expandiéndolos o contrayéndolos y de ahora en más, conoceremos la
tendencia descendente.
El
fenómeno responde a causas conocidas
Así como la
reactivación del mercado internacional respondió a una causa conocida, que fue
la recuperación de la economía del sudeste asiático, en particular de China -la
región más poblada del mundo- que al incorporar a centenares de millones de
personas a niveles de ingresos superiores, incrementó la demanda de alimentos y
materias primas en general.
El fenómeno fue
interrumpido por la crisis financiera de EEUU y Europa del 2007/2008, que se
proyectó al 2009 y se recuperó a partir del 2010,pero no al mismo ritmo,
en las diferentes regiones.
El problema del
crecimiento de la China y de la India, si bien esta centrado en la recuperación
de inmensas poblaciones de bajos niveles de vida, tiene diferentes prioridades,
periódicamente, como el mejoramiento de la infraestructura y a ello se debe a
que ajusta su comercio exterior.
Por otra parte,
fue la innovación tecnológica descubierta en EEUU la que permitió explotar los
grandes yacimientos de petróleo y gas shale -hasta ese momento inexplotables-
lo que hizo que ese país, entre el 2005 y el 2013, aumentara la producción de
petróleo y gas –equivalente- en 7,5 millones de pies diarios,
superando en un 74% lo que produce toda Latinoamérica.
Este incremento,
que se acompañó con otro menos importante -pero significativo- en Canadá, debía
producir una revolución en el mundo y la produjo: fue la caída del
precio en un 50%. La iniciativa la tuvo EEUU, pero la política
mundial la conduce Arabia Saudita, la principal productora a costos muy bajos,
que resolvió que era necesaria la baja para parar el incremento de la
producción en el mundo, desalentando todos los yacimientos que no pudieran
producir a 50 dólares el barril. Esto afectó a Rusia en primer lugar, que
entró en crisis, y al mismo tiempo paraliza las inversiones de Brasil
en el mar, de la Argentina en Vaca Muerta, afectando a México en su nueva
política petrolera.
Para
Venezuela es causa de colapso.
Por la intensidad
del fenómeno, ningún país puede estar totalmente resguardado, pero algunos se
hallan en mejores condiciones, sustancialmente porque mejoraron sus estructuras
productivas. Es decir, han ganado en competitividad internacional. El
mejor ejemplo es Chile.
Otro caso será el
de México, por su tratado de unión comercial con EEUU y Canadá, que
transmitirá el dinamismo esperado de sus economías, debiendo cargar con el
deterioro de los precios del petróleo y otras exportaciones.
Para Venezuela.
directamente se va a plantear una situación extrema por su total dependencia
del petróleo y con ella se cortará su influenciasobre varios países
del Caribe y de América Central. En el orden interno debe llevar a un
cambio de gobierno.
Sin
embargo, el termómetro de la situación regional la determinará Brasil, que
reúne el 30% de la población y el 40% del PBI, con un muy bajo nivel de
crecimiento en los dos últimos años y todavía le falta lo peor.
Para Argentina no
se alterará el panorama de deterioro del 2014 y en el cual la peor situación la
sufrirá el sector exportador, confirmándose la pesada herencia que
recibirá el próximo gobierno.
Un índice de las
precauciones que ya han tomado los gobiernos, se percibe en las devaluaciones
de las monedas, aún en ambientes de estabilidad de precios.
La
cuestión social, de la seguridad y del orden político.
Efectivamente,
además de la situación económica, la situación de Latinoamérica es
grave en el orden social, en el de la seguridad y en el orden
político, de los que nos ocuparemos seguidamente.
a) La
cuestión social.
La CEPAL dice que
la pobreza compromete al 28% de la población latinoamericana, pero
personalmente pensamos que si en ese nivel se encuentra la de Argentina medida
por la UCA, la de toda la región se debe encontrar en el 40%, como mínimo. Es
decir, 240 millones de personas,una cifra inmensa.
En los períodos de
bonanza internacional como el que vivimos entre el 2005 y el 2013, con el
interregno del 2009, es posible que se haya beneficiado al 20%, es decir 50
millones de personas.
Ahora vamos a
experimentar el proceso inverso, que es mucho más difícil. Al
disminuir los ingresos por exportaciones e inversiones externas, el fenómeno se
extiende como las olas en el agua, a todos los estratos sociales.
b)
La cuestión de la seguridad.
El tema de la
seguridad es el más grave en México y Centroamérica, el segundo de Colombia
y Venezuela, siendo importante en Brasil y está creciendo
en forma alarmante en la Argentina.
El país que
registra el más bajo nivel de homicidios es Chile, con 3,2 por 100.000
habitantes. En el otro extremo se halla El Salvador, Honduras y Guatemala, con
68, 66 y 38. En cambio Nicaragua confiesa 5 y Costa Rica 10. Los grandes países
de la región con altas tasas son México, Colombia, Venezuela y Brasil
entre los 23 y los 27 por 100.000habitantes.
Los países de
Europa Occidental se hallan por debajo de del nivel del 1 por cada 100.000
habitantes y así han alcanzado una razonable cuota de seguridad.
El problema de la
corrupción, además de los daños económicos que provoca, afecta el prestigio de
toda la clase gobernante, al punto de comprometer la estabilidad de los
gobiernos.
c)
Las violaciones al orden político.
Las violaciones a
las libertades fundamentales comprometen la vigencia de la democracia y de la
república en la región, tales los casos de la detención de los opositores, la
persecución de la prensa independiente y de los periodistas, de la justicia, los
que lamentablemente no encuentran protección en los organismos regionales, a
diferencia de la Unión Europea.
La
alternativa propuesta.
En una situación
de contracción económica, cualquier gobierno comienza por la reducción de los
gastos, ante la lógica reducción de los ingresos fiscales, comenzando por
aquellos de menor significación social, siguiendo por las obras menos
necesarias, acentuando las restricciones de acuerdo a cómo evolucione la
situación.
De acuerdo con el
criterio que propugnamos, las reformas deben pensarse en función de la
capacidad que tengan para contribuir a mejorar la capacidad productiva del
conjunto económico, sin perjuicio de reducir los gastos superfluos, porque
se trata de torcer el sentido contractivo de la crisis.
Al respecto y
teniendo en cuenta las características del conjunto de las economías
latinoamericanas, propongo las siguientes medidas:
1) Aumentar
la financiación bancaria para todas las actividades productivas, ya que todos
los países latinoamericanos -con excepción de Chile y Panamá- tienen un nivel
muy bajo de financiación a la actividad privada.
2) Formular un plan de desarrollo de la actividad
productiva y de la construcción de obras de infraestructura que no pueden
financiarse con el apoyo bancario o recursos presupuestarios propios,
sobre la base de la renovación de tecnologías y equipamiento de las actividades
con mayores posibilidades competitivas y proponerlo a los EEUU y Europa, para
su provisión y financiamiento.
3) Si
tenemos en cuenta que la población activa latinoamericana llega aproximadamente
a 300 millones de trabajadores, con más 180 millones de niños y jóvenes
en edad escolar, una reforma educacional que comprenda toda esta población y
esté dirigida a mejorar su productividad sirviéndose de los recursos de la
informatización, sería una inversión con baja demanda de capitales y con
tecnologías disponibles, que podría cubrir -en poco tiempo- uno de los déficit
más graves de la región, para el progreso en el mundo
moderno.
4) Otra
reforma de fundamental importancia y no muy alta demanda de fondos, es
organizar en todos los países -menos en Chile- una fuerza policial federal para
combatir los delitos violentos y el narcotráfico, que por sus recursos y medios
esté en condiciones de derrotar en breve plazo a la totalidad de las
organizaciones delictivas y apresar a sus miembros. Al respecto, todos los
países latinoamericanos deben preparase para encarcelar hasta el 0,7% de su
población, como lo tiene EEUU. México -por ejemplo- que tiene 238.000 personas
como población carcelaria y debe tener 840.000, para poder superar la gravísima
situación de inseguridad que enfrenta. Es decir, el primer paso debe ser que el
Estado demuestre que puede garantizar la seguridad de todos sus ciudadanos y
funcionarios. Simultáneamente se debe agilizar el procedimiento judicial,
comenzando por crear tribunales suficientes y crear el sistema carcelario
para la población mencionada.
5) El
Estado debe también garantizar la eficiencia en todas las funciones que cumple.
La medida para esto es imponer la selección para el ingreso y el ascenso de los
funcionarios mediante exámenes ante tribunales independientes. Esta es una
práctica sin excepciones en todos los países desarrollados y
absolutamente indispensables en los países en desarrollo.
6) El
combate contra la corrupción solo es posible si se establece un contralor de
los actos administrativos previos a su aprobación por un organismo
independiente del poder administrador. En la Argentina este organismo es un
Tribunal cuyos miembros los elige el propio poder administrativo.
7) Otro
procedimiento muy útil para transparentar la actividad administrativa y
judicial es la informatización de todos los actos de la
administración y la justicia, de manera que se tenga acceso a ellos y
se pueda recurrir por
Internet.
IV
El correcto encuadre internacional.
El otro
realineamiento que debe emprender Latinoamérica es en el orden de las
relaciones internacionales. Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, por
influencia de los populismos, con agregados ideológicos nacionalistas y
marxistas, hubo una generalizada tendencia a oponerse a la vinculación con los
EEUU y Europa Occidental, para buscar relaciones con países “no
alineados” o sostenedores de “terceras posiciones”, que
en realidad eran un conjunto de naciones que no guardaban ninguna
complementariedad ni afinidad con la región y, en consecuencia no le podían
aportar nada o muy poco.
Esta tendencia
persiste hasta la fecha y se manifiesta claramente en la inclinación a
fortalecer la CELALC en vez de la OEA, o formar el Grupo ALBA sostenida por
Chávez y hoy en extinción, por la situación de Venezuela. La importante
presencia de China contribuye a agregar confusión en el panorama.
Razonemos con
realismo: para encontrar la correcta orientación de la
política exterior de Latinoamérica, con 22 millones de kilómetros de
superficie, carente de obras de infraestructura y 600 millones de habitantes
-con 240 millones de pobres y una producción por habitante insuficiente-
requiere para su transformación en una región desarrollada, capitales y
tecnologías, en un volumen que solo EEUU y Europa lo pueden proveer. Los grades
mercados asiáticos son muy importantes para colocar sus exportaciones de
materias primas.
Latinoamérica debe
construir su infraestructura, comprar matrices modernas para su industria, para
hacerla competitiva y atraer grandes inversiones para desarrollar su minería,
incluida el petróleo y el gas y esto no se puede hacer sin los EEUU y Europa. En
la misma forma que China debió recurrir a EEUU y Europa para transformarse, Latinoamérica
no tiene otro camino.
El
desafío a la clase dirigente latinoamericana
Conducir los
países latinoamericanos durante el período 2003/2014 tuvo sus méritos, la
prueba es que algunos como la Argentina y Venezuela cometieron grandes errores, pero
será mucho más difícil conducir la región en el período que viene. Si
los gobernantes se limitan a seguir los acontecimientos,
enfrentaremos un período de contracción, con sus proyecciones económicas y
sociales. Para la Argentina la contracción será más aguda, por la
devaluación y la corrección de la inflación, y para Venezuela será directamente
caótica.
La clase dirigente
de toda la región debe realizar un esfuerzo para que por su propia iniciativa
se cambie el curso del proceso y, utilizando todos sus recursos y los que pueda
obtener -en particular de EEUU y Europa- sobre la base de un plan que debe
elaborar fundado en el recíproco interés, se haga el intento de transformar a
Latinoamérica de una región en desarrollo, en una región
desarrollada.
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