orden de los caballeros de
su santidad el papa
"san ignacio de loyola"
Prepósito general de la Compañía de Jesús, virrey
de Cataluña y IV duque de Gandía, nacido el 28 de octubre de 1510 y fallecido
en Roma el 30 de septiembre de 1572. Fue beatificado por Urbano
VIII y canonizado por Clemente
X. Es patrono de Gandía, de la
Nobleza española y de la Curia General de la Compañía de Jesús. Su
fiesta se celebra el 3 de octubre.
Linaje y familia
Los Borja proceden del pueblo homónimo
aragonés, pero pronto se establecieron en Játiva. Su primer gran vástago fue el
papa Calixto
III. El linaje se extendió gracias a la política matrimonial de Rodrigo de
Borja, más tarde Alejandro
VI. El primogénito de Rodrigo Borja, siendo cardenal, nació de la unión con
Julia Farnese, hermana del cardenal Alejandro Farnese, futuro Paulo
III, y se llamó Pedro Luis (Roma, 1462-1488).
Fue el primer duque borgiano de Gandía por la compra del ducado y del castillo de Bayrent, cuando Rodrigo Borja fue legado a latere en España en 1471. Pedro Luis se desposó en 1486 por poderes con María Henríquez (1469ca-1539), hija de Enrique Henríquez y de María de Luna. Pero el matrimonio no se llegó a consumar y el esposo murió dos años después, al poco de entrar en Roma, en agosto de 1488.
Fue el primer duque borgiano de Gandía por la compra del ducado y del castillo de Bayrent, cuando Rodrigo Borja fue legado a latere en España en 1471. Pedro Luis se desposó en 1486 por poderes con María Henríquez (1469ca-1539), hija de Enrique Henríquez y de María de Luna. Pero el matrimonio no se llegó a consumar y el esposo murió dos años después, al poco de entrar en Roma, en agosto de 1488.
Sucedió al duque Pedro Luis su hermanastro
Juan, nacido en 1476 y muerto el 14 de junio de 1497, que acrecentó enormemente
su influjo a la sombra de su pontificio padre. La llegada del duque Juan de
Borja a Barcelona y luego a Gandía a finales de 1494 marcó una nueva etapa.
Había casado con la prometida de su hermano, María Henríquez, en Barcelona, el
31 de agosto de 1493, previa dispensa papal, con quien tuvo a Juan de Borja y
Henríquez, nacido el 10 de noviembre de 1494 y fallecido el 9 de enero de 1543,
que le sucedió como tercer duque borgiano tras la trágica y todavía oscura
muerte de su padre. Su hermana Isabel (1495-1547) se hizo monja clarisa en
Gandía.
Juan de Borja y Henríquez casó en Valladolid
el 31 de enero de 1509 con Juana de Aragón (ca1493-1521?), nieta de Fernando
el Católico, hija del arzobispo de Zaragoza Alonso de Aragón. Este
arzobispo tuvo con Ana de Gurrea cuatro hijos: Juan de Aragón, obispo de Huesca
(1484-1519); Fernando de Aragón, también arzobispo de Zaragoza (1539-1577); Ana
de Aragón, casada con el duque de Medina Sidonia Juan Alonso de Guzmán; y Juana
de Aragón.
Como todos los primeros Borja, Juan tuvo
dilatada descendencia. Del primer matrimonio con Juana de Aragón le nacieron
siete: Francisco (1510-1572), Alonso (1511-1536) abad comendatario del
monasterio bernardo de Nuestra Señora de Valldigna; María (1513-1569) clarisa
(María de la Cruz );
Ana (1514-1568) clarisa (Juana Evangelista); Isabel (1515-1568) clarisa (Juana
Bautista); Enrique (1519-1540), comendador mayor de Montesa y cardenal; y Luisa
(1520-1560), casada con Martín de Aragón y de Gurrea, conde Ribagorza y duque
de Villahermosa, que mereció la consideración de "santa duquesa". De
la unión adulterina con la noble señora Catalina Díaz nació Juan Cristóbal
(1517-1573). Un autor añade otro hijo adulterino, don Pedro de Borja, que fue
regente vicario general del reino de Nápoles.
Juan de Borja casó en segundas nupcias con
Leonor de Castro, hermana del vizconde de Evol. Los hijos de este matrimonio
fueron doce: Jerónimo, caballero de Santiago; Rodrigo (1523-1536) cardenal;
Pedro Luis Galcerán (1528-1592), gran maestre de Montesa, primer marqués de
Navarrés, capitán general de Orán y virrey de Cataluña; Diego (1529-1562);
Felipe-Manuel (1530-1587), caballero de Montesa; María (1533-?), la clarisa sor
María Gabriela; Leonor (1534-1564), casada con Miguel de Gurrea; Ana
(1535-1565?), la clarisa sor Juana de la Cruz ; Magdalena Clara (1536-1592), casada con el
conde de Almenara Francisco de Proxita; Margarita (1538-1573), casada con
Fadrique de Portugal; Juana (1540-?); Tomás (1543-†1610), obispo de Málaga,
arzobispo de Zaragoza y virrey de Aragón.
Vida
El primer fruto del enlace entre Juan de Borja
y Juana de Aragón fue Francisco de Borja y Aragón, bisnieto de Alejandro VI por
línea paterna y bisnieto de Fernando el Católico por línea materna. Después de
los primeros pasos en su educación, bajo la supervisión de su abuelo el
arzobispo de Zaragoza, y tras la muerte de éste, acaecida en Lécera el 23 de
febrero de 1520, se abrió la posibilidad de enviar a Borja a la Corte , toda vez que el
emperador regresaría a España en 1522. Fue destinado a Tordesillas, que no era,
sin embargo, un destino cortesano envidiable, como lo habría sido la propia
corte de Carlos
V, y habrían merecido los hijos del duque. En el palacio también vivía la
hija póstuma de Felipe el Hermoso, Catalina de
Austria, la primera persona a quien Francisco sirvió, como él recordará. La
infanta hizo compañía a su trastornada madre hasta que por orden del rey hubo
de contraer matrimonio con Juan
III de Portugal en 1524.
En Tordesillas, de 1522 a 1526, Francisco de
Borja conoció personalmente al emperador. Regresó a Zaragoza, donde estudió
filosofía, teniendo por maestro a Gaspar de
Lax.
A mediados de 1529 Carlos V convino con Juan de Borja el matrimonio de su primogénito con Leonor de Castro (1509-1546), una portuguesa, dama de la emperatriz, hija de Álvaro de Castro e Isabel Barreto. El 26 de julio de 1529 se realizó por poderes en Barcelona y el 15 de agosto de ese año celebró la boda eclesiástica en Toledo. El matrimonio tuvo ocho hijos: Carlos (1530-1592), V duque de Gandía; Isabel (1532-1566), casada con Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, III conde de Lerma; Juan (1533-1606), I conde de Mayalde y Ficalho; Álvaro (1534-1594), marqués de Alcañices, casado con Elvira de Almansa; Juana (1535-?), casada con Juan Enríquez de Almansa; Fernando (1535-?), comendador de Calatrava; Dorotea (1537-1552), clarisa; y Alfonso (1539-?), casado con Leonor de Noroña. En septiembre de 1529 Carlos V elevó a marquesado la baronía de Lombay, que poseía Borja, y nombró a éste caballerizo mayor de la emperatriz.
A mediados de 1529 Carlos V convino con Juan de Borja el matrimonio de su primogénito con Leonor de Castro (1509-1546), una portuguesa, dama de la emperatriz, hija de Álvaro de Castro e Isabel Barreto. El 26 de julio de 1529 se realizó por poderes en Barcelona y el 15 de agosto de ese año celebró la boda eclesiástica en Toledo. El matrimonio tuvo ocho hijos: Carlos (1530-1592), V duque de Gandía; Isabel (1532-1566), casada con Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, III conde de Lerma; Juan (1533-1606), I conde de Mayalde y Ficalho; Álvaro (1534-1594), marqués de Alcañices, casado con Elvira de Almansa; Juana (1535-?), casada con Juan Enríquez de Almansa; Fernando (1535-?), comendador de Calatrava; Dorotea (1537-1552), clarisa; y Alfonso (1539-?), casado con Leonor de Noroña. En septiembre de 1529 Carlos V elevó a marquesado la baronía de Lombay, que poseía Borja, y nombró a éste caballerizo mayor de la emperatriz.
La emperatriz Isabel ocupó la primera regencia
en 1530, que se prolongó hasta 1533. Durante este tiempo Borja estuvo cerca de
la emperatriz, desempeñando su cargo; enseñó a cabalgar al futuro Felipe
II. En 1535 padeció disentería en Madrid, abriendo un bloque de
enfermedades que se prolongarán durante toda su vida.
En abril y mayo de 1536 tomó parte en la guerra de Provenza contra el rey de Francia y asistió a la muerte de Garcilaso de la Vega. El 27 de abril de 1539 comenzó el cambio espiritual denominado por él como “conversión”, coincidiendo con la inesperada enfermedad de la emperatriz, cuya muerte, el 1 de mayo de 1539, produjo en su ánimo una viva impresión. Encargado de conducir el cadáver a Granada y de dar testimonio de su identidad antes de la sepultura, 17 de mayo, tuvo un sentimiento profundo de la caducidad de las cosas terrenas. De aquí se originó su decisión de dedicarse a una vida más perfecta, pero no de hacerse religioso, y menos todavía jesuita.
En abril y mayo de 1536 tomó parte en la guerra de Provenza contra el rey de Francia y asistió a la muerte de Garcilaso de la Vega. El 27 de abril de 1539 comenzó el cambio espiritual denominado por él como “conversión”, coincidiendo con la inesperada enfermedad de la emperatriz, cuya muerte, el 1 de mayo de 1539, produjo en su ánimo una viva impresión. Encargado de conducir el cadáver a Granada y de dar testimonio de su identidad antes de la sepultura, 17 de mayo, tuvo un sentimiento profundo de la caducidad de las cosas terrenas. De aquí se originó su decisión de dedicarse a una vida más perfecta, pero no de hacerse religioso, y menos todavía jesuita.
Muerta Isabel, la corte trataba de formar la
casa de las infantas María y Juana, puesto que Felipe tendría su propia casa.
Una de las personas que podían participar como aya era la marquesa de Lombay,
pero Carlos V no quiso contar con ella, “porque era mujer muy atrevida”
y capaz de “cartearse con reyes extranjeros”; el emperador confiaba más
en Leonor de Mascareñas. Las damas Leonor de Mascareñas y Beatriz de Melo, que
formaban parte de la casa de la emperatriz, con quienes estaban los marqueses
de Lombay, empezaron a tener contactos con san
Ignacio de Loyola en fecha
muy temprana. Leonor de Mascareñas conocía a san Ignacio desde 1527, cuando
desde Alcalá fue a Salamanca pasando por Valladolid, donde estaba la corte, y a
Beatriz de Melo desde 1533, cuando la emperatriz estaba en Barcelona. Otro
encuentro de san Ignacio con Mascareñas fue también en Valladolid en 1535. Por
tanto, Borja pudo conocer a san Ignacio en Valladolid en 1527 y en 1535, si
bien no hay constancia documental de tales encuentros.
Labor
política: virrey de cataluña
El emperador nombró a Borja, exactamente diez
años después de su matrimonio con Leonor, es decir, el 26 de julio de 1539, y
como si quisiera dejar claro que reconocía y agradecía así su enlace con la
portuguesa, su lugarteniente general en Cataluña. A partir de ese momento fue
el "marqués de Lombay, lugarteniente general en el principado de Cataluña
y los condados de Rosellón y Cerdaña". Sin embargo, siempre firmó sus
cartas como lo que era desde el punto de vista nobiliario, es decir, como
marqués, y como duque cuando lo fue.
La correspondencia de su virreinato es muy
abundante. Desde el punto de vista de su cargo mantuvo correspondencia con
Carlos V y el príncipe Felipe, y casi diaria con Cobos,
el secretario del emperador, y con el cardenal regente Tavera.
También en razón de su oficio mantuvo intensos y frecuentes contactos con
embajadores, especialmente con los de Génova y Francia; con virreyes y
gobernadores, como el duque de Calabria o el arzobispo de Valencia; con el
Consejo de Aragón; con militares como el príncipe Doria, Bernardino de Mendoza,
con el capitán general de Perpiñán Juan de Acuña; con el duque de Cardona, con
el duque de Gandía su padre; con la nobleza catalana como el conde de Módica,
Luis Enrique Girón; con Fernando de Cardona y Soma, almirante de Nápoles; con
Juan de Cardona, obispo de Barcelona; y también con secretarios reales como
Juan Vázquez, Juan
de Idiáquez y Gonzalo
Pérez.
En muchas ocasiones la responsabilidad de su
oficio se mezclaba con la amistad personal que iba creando con sus
interlocutores, como lo demuestra el caso del embajador de Génova, Gómez Suárez
de Figueroa, con el tiempo duque de Feria, con quien mantendrá continua
correspondencia. Respecto a su vida de piedad, se confesaba con los dominicos
valencianos Juan Michol y Tomás Guzmán, provincial.
Los puntos más ingratos del virreinato fueron
los referentes a la justicia, la cual implicaba persecución, captura, juicio y
castigo contra los bandoleros, contrabandistas, e incluso contra luteranos y
moriscos. Para solucionar este problema, el emperador le ordenó que tuviera
buena comunicación con el virrey de Aragón para evitar que los bandoleros
pasaran del reino al principado y viceversa y librarse así de recibir el justo
castigo a causa de los problemas jurisdiccionales. En este mismo sentido, otros
alegaron los fueros eclesiásticos para no cumplir con las órdenes del
emperador. La mayor dificultad fue, sin embargo, la presión militar francesa en
las fronteras. Durante el virreinato de Borja se pusieron de manifiesto las
tensiones entre España y Francia. Aunque había paz, se vivía con inquietud,
pues el principado era, de hecho, una base militar de primer orden. No sólo se
debía contener un posible ataque francés, sino también atacar al turco, aliado
de los franceses y de los corsarios berberiscos. El cenit llegó con la
fracasada jornada de Argel del emperador, en el otoño de 1541, operación
largamente desaconsejada por sus generales, pero que se malogró por los
temporales.
En los primeros meses de 1542 se celebraron cortes en Monzón, donde se juró al príncipe Felipe estando Borja presente. Según el biógrafo Ribadeneira, el emperador insinuó a Borja y éste a aquél el mutuo propósito de abandonar su cargo y llevar una vida retirada. El emperador, que visitará la ciudad en octubre de 1542 para supervisar las fortificaciones, presionó a Borja para que éstas estuvieran bien protegidas por la parte que daban a la costa, pues se tenían avisos de que el Turco hacía armada para invadir por cualquier parte.
Al día siguiente de la muerte de Juan de Borja,
el 8 de enero de 1542, deseoso de retomar la deseada empresa de Argel, Borja
escribió a Carlos V sobre los progresos en las fortificaciones y en la
construcción de galeras, además de explicar que en el nido berberisco estaban
desprevenidos y sin apenas provisiones. Pero el emperador, desde que había
conocido la muerte de Juan de Borja, pensaba apartarle del virreinato y
destinarle a otro lugar, aunque antes quiso reconocerle su justo título de
duque. Desde Madrid, el 22 de enero, el emperador envió una misiva a su virrey
con estas nuevas palabras: "ilustre duque primo, nuestro lugarteniente
general en el principado de Cataluña".
Carlos V hizo saber al nuevo duque que antes
de recibir su carta del 14 de enero comunicándole la muerte de su padre ya se
había enterado por otros conductos. Aparte del pésame, el emperador le dijo que
le complacía mucho que sucediera a su padre en aquella casa ducal, por lo que
no había necesidad de nuevo "ofrescimiento", pues por sus palabras y
por la experiencia bien sabía que siempre le había de servir. Asimismo le
comunicó que en pocos días se presentaría en Barcelona, por lo que le pidió que
dejara para más adelante su viaje a Gandía para arreglar los asuntos del
ducado.
Borja dejó su cargo el 18 de abril de 1543, obedeciendo una orden imperial, si bien él deseaba seguir allí. Carlos V le apartó no por haber sido ineficaz, sino porque tenía previsto para él otro cargo junto al príncipe Felipe. Es posible también que el emperador esperara más iniciativas en la defensa del principado, y si hubiera mantenido en contacto más estrecho con el duque de Alba, capitán general, quizá habría evitado su apartamiento del poder.
Borja dejó su cargo el 18 de abril de 1543, obedeciendo una orden imperial, si bien él deseaba seguir allí. Carlos V le apartó no por haber sido ineficaz, sino porque tenía previsto para él otro cargo junto al príncipe Felipe. Es posible también que el emperador esperara más iniciativas en la defensa del principado, y si hubiera mantenido en contacto más estrecho con el duque de Alba, capitán general, quizá habría evitado su apartamiento del poder.
Labor religiosa:
miembro de la
Compañía de Jesús
Durante este período se sintió más inclinado
al “propio conocimiento”, al cual continuó dedicándose en adelante y sobre el
que escribió varios métodos. Siguió los consejos del lego franciscano fray Juan
de Tejeda, que después llevó consigo a Gandía. En Barcelona conoció también a san
Pedro de Alcántara y en 1541
tuvo el primer contacto con la
Compañía de Jesús en la persona del beato Pedro Fabro, a su
paso por la Ciudad
Condal.
En 1543, Carlos V lo designó para el
importante cargo de mayordomo mayor de la princesa María, hija del rey de
Portugal, que iba a contraer matrimonio con el príncipe Felipe. Pero la reina
de Portugal, madre de la esposa, se opuso a este nombramiento, a lo que parece,
a causa del carácter de Leonor de Castro. Borja se retiró a Gandía, para asumir
la dirección de su ducado. El 27 de marzo de 1546 murió su esposa y al mismo
tiempo intensificó su vida espiritual. El 5 de mayo se puso la primera piedra
del colegio de jesuitas que allí inauguró, y el 22 de mayo, tras unos
ejercicios espirituales con el padre Oviedo, decidió hacerse jesuita; es decir,
apenas dos meses después de la muerte de su esposa. Llama la atención que en su Diario
espiritual recuerde siempre
la fecha del 1 de mayo, muerte de la emperatriz, y que no haga ninguna mención
a la fecha de la muerte de su esposa. El 2 de junio de 1546 hizo sus votos, y
el 1 de febrero de 1548 la profesión, todo llevado con el máximo secreto
posible por indicación de Ignacio
de Loyola.
El colegio de la Compañía de Jesús de
Gandía fue el primero en Europa de los que se abrieron para alumnos no
jesuitas, el cual, con bula emanada de Paulo
III el 4 de noviembre de
1547, fue elevado a la categoría de Universidad. Borja cursó los estudios de
teología y recibió el grado de doctor el 29 de agosto de 1550 en esa
Universidad.
Entre tanto, el 1 de febrero de 1548 hizo secretamente la profesión solemne enla
Compañía , sin voto de pobreza, con permiso de seguirse
ocupando de la administración de su ducado y viviendo con traje seglar. Gracias
a su intervención, el papa Paulo III concedió, el 31 de julio de 1548, la
aprobación delLibro de los Ejercicios de
san Ignacio.
Entre tanto, el 1 de febrero de 1548 hizo secretamente la profesión solemne en
Hecho testamento el 26 de agosto de 1550,
partió cinco días después hacia Roma, acompañado de algunos padres y de
personas de su séquito, con intención de ganar el jubileo del Año Santo y de
tomar con san Ignacio los últimos acuerdos respecto a su paso a la vida de la Compañía. El 4 de
febrero de 1551 volvió a España, dirigiéndose al País Vasco, donde, después de
renunciar a sus títulos y posesiones y con el permiso de Carlos V, tomó el
hábito religioso el 11 de mayo de 1551.
Fue ordenado sacerdote en Oñate el 23 de mayo de 1551 por el obispo auxiliar de Logroño y el 1 de agosto celebró su primera misa en el oratorio dela
Casa de Loyola con gran asistencia de fieles. Entre 1551 y
1554 alternó la predicación con los ejercicios de la vida interior y la
composición de sus Tratados
espirituales. Propuesto por Carlos V para el cardenalato, renunció a él en
varias ocasiones. El 10 de mayo de 1544 comenzó la dirección espiritual de
Juana de Austria, hermana de Felipe II, que llegará a emitir los primeros votos
de jesuita. El 22 de agosto de 1554 pronunció en Simancas los votos simples que
hacen los profesos de la
Compañía. La única “profesa” fue Catalina de Mendoza, hija
natural del IV conde de Tendilla, cofundadora con su tía María del colegio de
Alcalá y fallecida en 1602.
Fue ordenado sacerdote en Oñate el 23 de mayo de 1551 por el obispo auxiliar de Logroño y el 1 de agosto celebró su primera misa en el oratorio de
San Ignacio nombró a Borja comisario general
para las provincias de España y Portugal. Fue amplio en admitir nuevos
colegios, de lo que se le tachará más tarde; unos veinte se comenzaron en
España. Visitó a Juana la Loca en
Tordesillas, madre del emperador, por deseo de la propia demente, que quería
saber cómo se preparaba el matrimonio del príncipe Felipe con María de
Inglaterra, si bien es verdad que el príncipe Felipe le había pedido que la
consolara en su inminente muerte e intentara librarla de sus locuras, que
rayaban con la herejía. Asistió en su última agonía a la reina Juana.
En 1554 fundó en Simancas el primer noviciado
de la Compañía
en España. Carlos V, que en 1555, después de haber abdicado al trono, se había
retirado a Yuste, llamó dos veces a aquella soledad a Borja para pedirle
consejo. En la hora de la muerte deseó tenerle a su lado y lo nombró su
ejecutor testamentario, junto con su hijo Felipe.
La confianza con que Felipe II y su hermana, la princesa Juana, lo distinguieron, atrajo a Borja la envidia de algunos por participar en el gobierno secretamente. Pero la prueba más dura le vino con ocasión de la publicación abusiva de un libro titulado Las obras del cristiano, en el que, junto con algunos tratados auténticos, se insertaron otros que no eran del santo. Eran los tiempos en quela
Inquisición en España vigilaba atentamente para reprimir
cualquier forma de luteranismo. El
libro atribuido a Borja fue insertado en el Catálogo
de libros prohibidos, publicado en 1559 por el inquisidor general en
España, Fernando
de Valdés. Borja tuvo que huir el 31 de octubre a Portugal. Aunque su
inocencia quedó plenamente demostrada mediante acta notarial, la dificultad
perduró, sobre todo por la desconfianza de Felipe II hacia la casa Borja. La
solución que ofreció la
Compañía fue proponer al papa Pío IV que llamase a Borja a Roma para
atender importantes asuntos, adonde llegó el 7 de septiembre de 1561. Por
entonces se creía en la Corte
que su vida pública había terminado.
La confianza con que Felipe II y su hermana, la princesa Juana, lo distinguieron, atrajo a Borja la envidia de algunos por participar en el gobierno secretamente. Pero la prueba más dura le vino con ocasión de la publicación abusiva de un libro titulado Las obras del cristiano, en el que, junto con algunos tratados auténticos, se insertaron otros que no eran del santo. Eran los tiempos en que
Cuando a fines de 1562 se reanudó el Concilio
de Trento, el general Diego
Laínez y el vicario Alfonso
Salmerón tuvieron que
trasladarse a dicha ciudad. Entonces quedó Borja en Roma con facultades de
vicario, hasta el regreso del padre Laínez, el 12 de enero de 1564. Al mes
siguiente Laínez nombró a Borja asistente de España y Portugal. A la muerte del
padre Laínez (19-I-1565) Borja fue nombrado vicario y como tal convocó la Congregación General
segunda. Ésta nombró a Borja general de la Compañía el 2 de julio del año 1565. Su
generalato coincidió casi del todo con el pontificado de san
Pío V, que dio muestras de estima hacia la Compañía , pero le impuso
dos obligaciones contrarias al Instituto: la obligación del coro y la emisión
de la profesión solemne antes de la ordenación sacerdotal; Gregorio
XIII, en 1572, devolvería a la
Compañía su forma genuina.
En su gobierno, Borja potenció los estudios y
se interesó por la formación de los novicios, procurando que cada provincia
tuviese su noviciado. Revisó y completó las Reglas de la Compañía , de las que hizo
una edición en Roma el año 1567 y otra en Nápoles al año siguiente. En 1570
hizo también una edición de las Constituciones.
Usando de la facultad que le confirió la Congregación General ,
impuso a todos la hora de oración, con algunas modalidades según las
provincias. A sus gestiones se debió la iglesia del Gesù, en Roma, construida
gracias a la munificencia del cardenal Alejandro Farnese, sobrino de Paulo III,
así como el Colegio Romano, futura Universidad Gregoriana. En el campo del
apostolado cabe destacar la fundación de las primeras misiones jesuíticas en
los territorios de América sometidos a la Corona de España: Florida, México y Perú.
Tuvo amistad con Santa
Teresa de Jesús, de la que fue su confesor; los obispos reformadores santo
Tomás de Villanueva, san
Carlos Borromeo y san
Juan de Ribera; el asceta san Pedro de Alcántara; el misionero valenciano
san Luis Bertrán; el papa dominico san Pío V; el gran maestro de Andalucía y
patrono de los sacerdotes españoles san
Juan de Ávila; el rector del Colegio Romano san Roberto Belarmino; el
apóstol jesuita de Alemania san
Pedro Canisio, y el valenciano y beato franciscano Nicolás
Factor. Además aconsejó al docto fray Luis
de Granada en materia de
oración y se relacionó con casi todos los cardenales de la Iglesia , desde el
gobernador Tavera pasando por Granvela,
Farnesio, Crivelli, Morone, Paleotti.
Formaba parte del selecto grupo de eclesiásticos reformadores, y por eso tras
la muerte de Pío V hubo importantes conatos para elegirlo papa. Hizo todo lo
posible por ayudar al desdichado arzobispo de Toledo Bartolomé
de Carranza, con quien disfrutó de una profunda amistad. Se relacionó
también estrechamente con personajes que luego serían papas, como el nuncio en
España Juan Bautista Castagna (Urbano
VII) y con el auditor de la
Rota , Aldobrandini (Clemente
VIII).
El 30 de junio de 1571, por orden de Pío V,
acompañó como consejero en su viaje a España, Portugal, Francia e Italia al
cardenal Miguel Bonelli, encargado de coordinar los esfuerzos de las potencias
católicas en la lucha contra los turcos, y de procurar que la princesa francesa Margarita
de Valois se desposara con el
rey Sebastián
de Portugal y que ambos
reinos entraran la Liga
Santa. Este viaje significó su rehabilitación ante la corte
española y el rey, al que enviaba informes confidenciales de las gestiones
realizadas. Regresó a Italia ya muy enfermo, pero quiso, a pesar de todo,
visitar el santuario de la
Virgen de Loreto. A los tres días de su llegada a Roma murió,
el 30 de septiembre de 1572. Fue beatificado por Urbano VIII el 24 de noviembre
del año 1624, y canonizado por Clemente X el 12 de abril de 1671.
Durante el Barroco la Compañía de Jesús y su
propia familia, es especial su nieto el duque de Lerma, exaltaron su figura por
medio del teatro, la literatura, la pintura, la escultura, e impulsaron el
proceso de canonización. Su cuerpo fue trasladado a España por disposición del
duque de Lerma y se conservó en la iglesia de la casa profesa de Madrid hasta
que fue carbonizado en el incendio de dicha iglesia y casa provocado el 14 de
abril de 1931. Sólo algunas reliquias pudieron ser recogidas, que actualmente
se veneran en la nueva iglesia de San Francisco de Borja de la Compañía de Jesús en
Madrid.
Respecto a sus obras, la
edición latina Opera omnia es de Bruxelles 1675; una selección de
sus Tratados espirituales ha sido publicada por C. de Dalmases
en la colección Espirituales
españoles, Barcelona 1963; de especial interés para la historia de la
oración son las meditaciones siguiendo el año litúrgico, publicadas en 1912 por
Federico Cervós bajo el título de Evangelio
meditado, Madrid 1912; también compuso meditaciones para las fiestas de los
Santos que fueron publicadas en 1925 por José María March, bajo el título de Meditaciones de S. Francisco de
Borja para las fiestas de los santos, Barcelona 1925; una lista de las
obras espirituales del santo, tanto manuscritas como impresas, fue publicada
por C. Dalmases y J. F. Gilmont, “Las obras de san Francisco de Borja”, en Archivum Historicum Societatis Iesu 30 (1961)125-179. Su Diario espiritual (1464-1570) ha sido reeditado por M. Ruiz Jurado,
Bilbao-Santander 1997. Su correspondencia está publicada parcialmente en Monumenta Borgia, 5 vol.,
Madrid 1894-1911. También fue compositor musical, y a su talento se le atribuye
una Misa, un Magnificat y el salmo Beati
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