sábado, 30 de agosto de 2014

El Papa Francisco recibió en una audiencia especial en la Casa de Santa Marta, donde reside en el Vaticano, al único párroco católico de la Franja de Gaza, el misionero argentino Jorge Hernández.



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El Papa Francisco recibió en una audiencia especial en la Casa de Santa Marta, donde reside en el Vaticano, al único párroco católico de la Franja de Gaza, el misionero argentino Jorge Hernández, que pertenece al Instituto del Verbo Encarnado. No hubo información oficial sobre el contenido del encuentro que Francisco deseaba intensamente para agradecer y elogiar la actitud heroica y sacrificada del cura mendocino, que en medio de las bombas que sufrió su parroquia y sus fieles albergó a niños discapacitados, ancianos y enfermos.
Francisco dejó en claro sus intenciones de encontrar a Hernández y la diplomacia vaticana hizo funcionar los mecanismos para que las autoridades israelíes, que asedian la Franja, permitieran la salida del párroco argentino de la Sagrada Familia.
Dos monjas argentinas que habían salido de Gaza al comenzar el conflicto fueron autorizadas a regresar. El padre Hernández se negó a abandonar la parroquia pese a las sugerencias de que se fuera porque su incolumnidad estaba en grave peligro después de que tres misiles cayeron cerca del templo. El Papa mando varios mensajes con abrazos y bendiciones a los cristianos. "Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide", escribió.
La radio Vaticana entrevistó después de la audiencia al padre Hernández. He aquí el texto del diálogo:
-¿Como fue el intenso coloquio con su compatriota Francisco?
-Para nosotros es una gracia. No es la primera vez. Durante la guerra, el Papa Francisco estuvo siempre cerca de nosotros. Hasta nos mando un e-mail que enseguida traducimos en árabe y que llegó así a toda la comunidad cristiana, que se lo agradeció enormemente. Un pensamiento así en momentos tan duros en un consuelo enorme, un alivio. Y ahora el hecho de que nos haya llamado para un encuentro personal con él, para hacer sentir su cercanía hacia nosotros, su palabra, su aliento y ser la sal de la Tierra de Gaza.
-¿Hay alguna palabra del Papa Francisco que le ha impresionado particularmente en este encuentro?
-Es justamente la palabra sobre el testimonio cristiano. Me dijo: "El Evangelio exige los sacrificios que Jesús pide a cada uno de nosotros, en distintos lugares. A ustedes les toca testimoniar a Jesucristo allí, en la tierra que lo ha visto sufrir, que lo ha visto morir, pero también lo vio resucitar. Entonces, ¡fuerza, coraje, adelante!". Estas son las palabras del Papa Francisco que nos han verdaderamente tocado.
-O sea que le dio sobre todo palabras de aliento, a mantener su testimonio fuerte en esta tierra lacerada por el dolor...
-Sí. Sobre todo en la vida vivida en el dolor. El Papa Francisco es consciente del hecho de que somos una minoría: hablamos de 1.300 cristianos sobre una población de casi 2 millones de habitantes. Hay 136 católicos. Nuestra parroquia de la Sagrada Familia comprende 136 fieles. Nuestras relaciones con los ortodoxos son absolutamente buenos. Nosotros no hacemos ninguna diferencia. Esto es ya resabido. Vamos adelante así.
-Claramente el Papa Francisco se ha Francisco ha empeñado él mismo por la paz en Tierra Santa con su viaje. Recordemos la imagen tan fuerte en el Muro de Belén. Y después con el encuentro de paz aquí, a pocos metros, en los Jardines Vaticanos. ¿Cómo es percibido por los no cristianos este compromiso de Francisco, incluso a la luz del encuentro con usted de hoy que destaca su gran atención?
-Es un empeño de vida, un empeño existencial y concreto para decir que la paz es posible, que los dos pueblos pueden vivir en paz, testimoniando sobre todo al príncipe de la paz, que es Jesucristo. Los frutos de la peregrinación del Papa Francisco a Tierra Santa (en mayo-junio) los vemos ya ahora y los veremos más adelante: el hecho de haber conquistado los corazones de las personas, de haber puesto su palabra buena para todos y para los dos Estados, ha sido para nosotros una gracia enorme.
-Ahora hay una tregua, después de tantos muertos y tanta violencia. ¿Qué esperanza hay por esta tregua? ¿Qué espera el pueblo, los fieles de la parroquia?
-Nosotros esperamos que sea duradera, larga, para siempre. Basta ver el sufrimiento de los dos pueblos. Es necesario comprender una cosa: una guerra no la gana nadie. Nadie. Cada una de las dos partes deberá pagar las consecuencias, unos de un modo, otros de otro. Pero todos perdemos la guerra. Esperemos que Dios nos bendiga con la fuerza necesaria para volver a comenzar.
-¿Qué llamado se siente de hacer para su gente, para su tierra?
-Sobre todo tratar de construir la paz y la justicia. La paz es posible pero exige sacrificios, testimonios, el reconocimiento del prójimo. Pero es posible. Sobre todo para los cristianos. Nosotros los cristianos somos fieles al Príncipe de la Paz, en el país de Jesucristo. Pensamos en Israel. Pensamos en Palestina. Yo quiero agradecer a tantas personas que en todo el mundo nos han sido vecinas. Sobre todo los enfermos, que ofrecieron sus sufrimientos, orando y suplicando por esta paz. Nosotros en nuestra parroquia rezamos por las personas que oran por nosotros, sea en la misa, sea con el rosario, sea en la adoración eucarística.


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