lunes, 30 de junio de 2014

Palabra de la Conferencia de Provinciales Jesuitas en América Latina CPAL: Más allá de las fronteras.




Quiénes somos 

Los Caballeros de la Orden, soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.

Orden Caballeros del Papa en América
Los Jesuitas conquistaron Sud América para la Iglesia de Roma 
(dijo Lord Maculay)

Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933

Bula de la Santa Cruzada en América
Se dedicaba a los gastos de la guerra contra los infieles


Lima, 30 de junio de 2014

Todos hemos vivido con intensidad la Copa Mundial de Football. Y cuando decimos todos queda incluida Doña Trina, cuya idea de lo mundial ha cambiado con los años. Recuerdo la historia que me contaba un compañero. Bien temprano en la mañana salió a comprar leche para el desayuno. Por el camino se encontró con Doña Trina que le preguntó:

- Padre, si va a comprar leche, olvídese. Ya yo intenté en la tienda de Pedro, y en la otra esquina y hasta en la de la avenida. En ninguna hay. ¡ Esto es mundial !

En estos años las dimensiones de lo mundial se han ensanchado para Doña Trina, de los confines de su barrio hasta incluir la colección de países de todos los continentes que participaron en la Copa de Brasil. Lo mundial incluye ahora el arcoiris de etnias, idiomas y culturas que ha visto desfilar estos días por la pantalla de su televisor.

La expansión de las distancias es uno de los síntomas de la modernidad. Está relacionada con el desarrollo de la tecnología, que permitió atravesar distancias a mayor velocidad, facilitando la comunicación entre las culturas, y que desarrolló la capacidad de producción, haciendo necesario expandir las fronteras comerciales. Las culturas entraron así en diálogo, los centros urbanos destacaron por la pluralidad de estilos de vida, y la imaginación creadora se desbordó ante el estímulo de la diversidad.

La Compañía de Jesús, nacida en los albores de la modernidad, no estuvo ajena a esos cambios. Ignacio de Loyola se autodenominó el peregrino, y la orden que fundó pronto se expandió a los últimos confines de la tierra. En su encuentro con otras culturas los jesuitas llevaron el principio de siempre intentar salvar la proposición del prójimo.

Hoy las distancias han osado romper nuevas barreras. Mientras se expanden por el universo en las navegaciones espaciales, se encogen haciendo del mundo un pañuelo gracias a la tecnología. El espacio virtual transforma nuestra manera de pensar las distancias. Conocemos mejor al actor de novelas extranjeras que diariamente nos visita en nuestro hogar, que a nuestro vecino del piso de arriba cuya puerta está perennemente cerrada.

De pronto nuestro entorno se ha tornado mundial con la carga de interculturalidad que esto nos impone. No sólo por la telefonía, la televisión y el internet. También por la creciente frecuencia de viajes, de turistas o migrantes, y por la expansión de la economía transnacional y el comercio internacional. La interculturalidad ha dejado de ser privilegio de las clases ilustradas y las metrópolis elegantes.

Ignacio dio gran importancia a los espacios en su camino espiritual. Nos invita a contemplar los espacios como si presente me hallase. La encarnación comienza por la mirada de Dios al mundo, como una cámara satelital que pudiera hacer zoom hasta las personas concretas del cielo, las tres divinas personas, o la tierra, María y el ángel. En la meditación de las dos banderas nos hace caer en la cuenta de la importancia del campo en el que me sitúo para ver el mundo y tomar partido.

Esta mirada capaz de acercar el horizonte, de integrar distancias, dio el ímpetu misionero a la Compañía, abierto a entender las culturas desde su contexto y hacer propuestas de incorporación de los ritos chinos y malabares, o de vestir el barroco con los rasgos de las culturas indígenas de América.

Un mundo cada vez más globalizado nos exige una mirada más universal. Que no pierda la cercanía del pobre, para el que aún las distancias se recorren a pie, pero que alcance a traspasar fronteras geográficas y culturales y situarse en los puntos de encuentro de las nuevas culturas con las ancestrales. Una mirada que nos permita ver el mundo más allá de los muros que la intolerancia y el prejuicio levantan en las fronteras geográficas o culturales, abriéndonos a la acogida y hospitalidad al otro. Una mirada que nos permita construir respuestas que superen fronteras desde el diálogo intercultural; que nos permita construir redes para conocer y actuar con perspectiva de integración.

Por eso otro rasgo de la metodología del Proyecto Apostólico Común de la CPAL (PAC) es su internacionalidad. Cada vez nuestra acción apostólica se teje entre estas redes que traspasan las fronteras provinciales y nacionales y van armando la fraternidad universal en nuevas formas de colaboración y diálogo. No incorporarse en estas redes es quedar fuera de la dinámica del mundo contemporáneo, condenarse a la exclusión, no entrar en el ágora donde hoy se fragua el futuro.

Por eso nuestra propia estructura tiene que romper los moldes estrechos de las provincias y las naciones. Las redes internacionales nos ofrecen estructuras innovadoras, flexibles, que nos permiten ver la realidad desde una mirada global, para actuar localmente con la fuerza de una red internacional. Por eso el PAC nos está invitando al fortalecimiento de las redes internacionales de colaboración, solidaridad e incidencia.

Como parte de nuestra responsabilidad apostólica y misionera nos toca evaluar cuánto mi provincia, mi obra, mi acción se sitúa en este tejido de redes que nos invita a globalizar el servicio de la fe y la promoción de la justicia en diálogo cada vez más profundo con las culturas y religiones de nuestro mundo.

Jorge Cela, S.J.

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