S.E.R. el Administrador Diocesano Castrense Monseñor
Pedro Candia (Caballero Granadero en el grado de Oficial de la Orden Ecuestre Militar Caballeros Granaderos de los Andes),
realizó un sensible aporte a la prevención
de adicciones.
.
“Uno de los problemas más grandes en el estudio de la
adicción, es que a pesar de la gran cantidad de información y estudios
científicos de las ultimas décadas, todavía la población general persiste en
cultivar ciertos mitos acerca de la adicción, que dificultan su comprensión y tratamiento.
Uno de esos mitos es que la adicción proviene de una falla moral o de una
personalidad defectuosa, y que esto es así porque el adicto es fundamentalmente
“inmoral” o “malo” o que merece castigo (porque se lo criminaliza).
La comunicación en la prevención
La palabra “adicto” nos esta dando la pista: a-dicto
es el que no dice, el que no se comunica. De hecho, los adictos nos
refieren su experiencia de profunda soledad, su vacío. Han llegado allí por
huir, por evadirse, para acallar una pena.
Así, entre las cosas que nos pueden generar vacíos o
acrecentarlos, está la falta de comunicación que vivimos en estos tiempos,
paradójicamente en la era de la hipercomunicación.
Me refiero a la comunicación cordial y profunda, que nos
impulsa a compartir con otras personas pensamientos sentimientos que
hacen a la esfera de lo más profundamente existencial. Ese ámbito interior
donde cada uno de nosotros se comprende a si mismo y comprende aquello que lo
impulsa a desempeñar una misión en la vida, esa dimensión interior que nos hace
únicos e irrepetibles.
La espiritualidad en la prevención de
adicciones
Al intentar definir la espiritualidad en
términos generales, podemos pensarlo como unmodelo de
“constitución trascendente del ser humano”, que nos señala
al espíritu como: el aliento de vida,
aquello que anima el cuerpo y la mente.
La espiritualidad tiene tres dimensiones: la personal (el
hombre consigo mismo), la interpersonal (con los demás) y la universal (con
Dios, con un Ser Superior de carácter absoluto, con el universo).
A propósito, hago una distinción: entre
lo espiritual como lo esencial en el hombre en cuanto a la búsqueda de
sentido, y lo religioso como el modelo se creencias, dogmas y
prácticas de una determinada espiritualidad a los que pueda adherir una
persona.
Siendo la espiritualidad un fenómenos trascendente, es una
fuente de motivación en la búsqueda de significado y sentido en la vida.
Creemos que la carencia o vacío espiritual, es un
importantísimo factor favorecedor de las adicciones.
El individuo intenta muchas veces llenar ese vacío con objetos (
o personas vistas como objetos) vividos como totalizadores, sea
que son consumidos o en una vinculación dependiente.
Los especialistas afirman que quien empieza a consumir,
sigue adelante porque tiene un vacío que quiere llenar con aquello que consume.
Juan Pablo II habló del “vacío existencial” que se quiere
satisfacer con la adicción.
La espiritualidad es un área que siempre queda impactada
de una manera profunda a lo largo del proceso adictivo. También es la que más
lentamente se recupera.
La gravedad de esto radica en las funciones tan elevadas
que se gestan en esta área del ser, como son la capacidad de amar y la
trascendencia.
En los programas de recuperación , es muy común encontrar
la necesidad de estimular lo espiritual, y en los grupos de autoayuda es
central.
En resumen:
El consumo de drogas o de alcohol, algunos lo ven como una
forma de expresión de la libertad personal, otros como un camino en la búsqueda
del placer, otros incluso lo ven como una vía de escape del sufrimiento, la
soledad y el aislamiento.
En ocasiones, la falta de valores y convicciones, que
pudieran dar puntos de referencia consistentes para el
desarrollo personal, general condiciones que favorecen la proliferación
de las adicciones.
San Juan Pablo II, Papa afirmaba que la decisión de tomar
drogas con frecuencia surge en una ambiente de escepticismo y hedonismo que
conduce a sentimientos de frustración y a una falta de significado de las vidas
de las personas.
El Papa Francisco ha dicho que la prevención debe llevarse
a cabo ofreciendo a las víctimas potenciales de las drogas los valores humanos
del amor y la vida, iluminados por la fe.
Siguiendo este camino podemos dar significado a nuestras
vidas. La Iglesia
ofrece a las personas el don del amor de Dios, con su palabra y con la gracia
de Cristo.
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