sábado, 29 de marzo de 2014

Escuchar a Dios para no ser corruptos, ni sepulcros blanqueados, exhortó el Obispo de Roma a los parlamentarios italianos.






Quiénes somos 

Los Caballeros de la Orden, soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.

Orden Caballeros del Papa en América
Los Jesuitas conquistaron Sud América para la Iglesia de Roma 
(dijo Lord Maculay)


(RV).- (Con audio. Actualizado con video) En tiempos de Jesús había una clase dirigente que se había alejado del pueblo, lo había «abandonado», que era incapaz de otra cosa que no fuera la de seguir su propia ideología y de resbalar hacia la corrupción. Lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la misa celebrada este jueves en el Altar de la Cátedra de San Pedro, en presencia de 493 parlamentarios italianos. Los que mandaban en los tiempos de Jesús dedicaban sus energías sólo para los intereses del partido y las luchas internas, hasta el punto que cuando el Mesías se manifiesta ante sus ojos, no lo reconocen, aún más lo acusan de ser un curandero de las filas de Satanás. Este jueves, a primera hora de la mañana, acudió para escuchar las palabras del Papa Francisco en la Basílica Vaticana, una gran parte del Parlamento italiano, nueve ministros y los presidentes del Senado y de la Cámara. En la primera lectura, tomada del libro de Jeremías, el profeta presenta el ‘lamento de Dios’ por una generación que - señala el Papa - no acogió a sus mensajeros y que, en lugar de ello, se justifica por sus pecados. «Me dieron la espalda», citó el Papa Francisco, añadiendo luego que: «Éste es el dolor del Señor, el dolor de Dios». Y que esta realidad está presente también en el Evangelio del día, la de una ceguera hacia Dios, sobre todo de parte de los líderes del pueblo:


«Con el tiempo, el corazón de esta gente, de este grupito se había endurecido tanto, tanto, tanto, que le era imposible oír la voz del Señor. Y de pecadores que eran, precipitaron hasta volverse corruptos. Es tan difícil que un corrupto pueda volver atrás. El pecador sí, porque el Señor es misericordioso y nos espera a todos. Pero el corrupto se fija en sus asuntos, y estos eran corruptos. Y por ello se justifican a sí mismos, porque Jesús - con su sencillez, pero con su fuerza de Dios – los fastidiaba».


«Personas – explicó el Papa Bergoglio - que tomaron un camino equivocado y que opusieron resistencia a la salvación de amor del Señor, y así han caído de la fe, de una teología de fe a una teología del deber»:


«Ellos rechazaron el amor del Señor y este rechazo los hizo tomar una senda que no era la de la dialéctica de la libertad que ofrecía al Señor, sino que era la de la lógica de la necesidad, donde no hay lugar para el Señor. ¡En la dialéctica de la libertad está el Señor bueno, que nos ama, nos ama tanto! En cambio, en la lógica de la necesidad no hay lugar para Dios: se debe hacer, se debe hacer, se debe... Se han vuelto hombres de buenas maneras, pero con malos hábitos. Jesús los llama, a ellos, ‘sepulcros blanqueados’».


«En este camino de la Cuaresma nos hará bien, a todos nosotros, pensar en esta invitación del Señor al amor, a esta dialéctica de la libertad donde hay amor, y a preguntarnos todos: Pero, ¿estoy en este camino? ¿Corro el riesgo de justificarme y de ir por otro camino? Un camino coyuntural, porque no lleva a ninguna promesa... Y roguemos al Señor, para que nos dé la gracia de ir siempre por el camino de la salvación, de abrirnos a la salvación que sólo viene de Dios, de la fe, no de lo que proponían estos ‘doctores del deber’, que habían perdido la fe y que regentaban al pueblo con esta teología pastoral del deber».

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