Desde que en 1523 San Ignacio de Loyola, fundara la Compañía de Jesús, esta se destacó desde sus inicios como una organización
preocupada por la expansión del conocimiento y las nuevas formas de
entenderlo.
Foro LiMiGeBe
Al calor de la invariable amistad, el pasado jueves 24 de Octubre se produjo el encuentro mensual de quienes hermanados por el Orden Cerrado en que el Ejército Argentino les supo educar, con ideas de vida siempre listas para prestarles apoyo ante dudas y vacilaciones, pudimos escuchar a nuestro compañero Cmte.Principal Lavado Roqué, quien se explayó sobre el empleo de las virtudes castrenses en el fortalecimiento de la iniciativa de dar vida a la prédica de San Ignacio de Loyola, de quien resulta ser descendiente. Magnífica exposición la suya, que permitió comprender los motivos de aquel militar santificado por la Iglesia Católica de Roma, que nos dejó al borde de ofrecerle colaboración, la que seguramente de una u otra forma prestaremos
Y ciertamente, desde nuestra actual posición en la que ya pretendemos llevar adelante la siempre renovada experiencia de ser padres y abuelos, dimos un nuevo contenido a aquella voz de mando a la que se nos enseñara a responder, esta vez para tomar por asalto a las dificultades de la vida, la que quedó convertida en: apoyo que salto ex-cadete, salte que lo apoyo mi ex-cadete; constituyéndose así el Foro LiMiGeBe en el espacio de profunda comprensión humana que habíamos deseado encontrar al acercarnos a sus reuniones.
Ing Edgardo Decorte
Presidente del Foro Prom 2 LMGB
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Cad I año Carlos Gustavo Lavado Roqué (1963) |
Tema : Un Militar que instala sus principios de disciplina y
organización al servicio de una organización religiosa.
Un fuego que enciende otros fuegos, enviados a las fronteras siguiendo a Jesús
Pablo VI: “Donde quiera que en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles y de primera línea, en los cruces de las ideologías, en las trincheras sociales, ha habido o hay confrontación entre las exigencias urgentes del hombre y el permanente mensaje del Evangelio, allí han estado y están los jesuitas” (CG32, 3 de diciembre de 1974).
Benedicto XVI: “La Iglesia les necesita, cuenta con ustedes y en ustedes sigue confiando, particularmente para alcanzar aquellos lugares físicos y espirituales a los que otros no llegan o encuentran difícil hacerlo” (Audiencia Congregados, 21 de febrero de 2008, No
2).
Adolfo Nicolás s.j.: “Quizá existen otras naciones, otras comunidades no geográficas, sino humanas que reclaman nuestra asistencia: los pobres, los marginalizados, los excluidos… porque en la sociedad sólo tienen cabida los grandes, no los pequeños. Todos los desventajados, los manipulados, todos estos, son quizá para nosotros estas naciones: las naciones que tienen necesidad
del profeta, del mensaje de Dios” (Homilía en la Iglesia del Gesú, 20 de enero de 2008).
¿Quién era Don Iñigo? .Lope García de Lascano que caso en 1413 con Dña. Sancha Yañez de Loyola ( de los que directamente desciende San Ignacio de Loyola) y de Juan Ruiz y Fernando de Lascano, que poblaron el Alaba
La razón para escoger uno u otro apellido podía ser: la persona en cuestión los tomaba como homenaje especial a un antepasado concreto; o bien el portador entendía que los apellidos escogidos eran de mayor prestigio social que los otros existentes; o, en algunos casos, era una obligación impuesta en algún testamento para recibir una herencia de un abuelo o una abuela, o algún otro pariente (Rancel).
En el caso de San Ignacio, su padre y su abuelo, posiblemente la permanencia del apellido Loyola sobre el Lazcano se debió a que su bisabuela, doña Sancha Yáñez de Loyola, fue la heredera de la casa de Loyola, mientras que su bisabuelo, don Lope García de Lazcano y Murguía, aunque descendiente de la casa de Lazcano, no poseyó el mayorazgo de ésta, como antes se dijo. Sin embargo, si hubieran regido las reglas actuales de apellidos en España, Ignacio de Loyola sería Ignacio de Lazcano
La Contra reforma: “Ignacio de Loyola”, comenzó su propia reforma, y el alistamiento de seguidores, totalmente poseído por la idea de la imitación de Cristo, y sin ningún plan para una orden religiosa ni propósito de atender a las necesidades de la época. Inesperadamente impedido de llevar a cabo esta idea, ofreció sus servicios y los de sus seguidores al Papa, “Cristo en la Tierra”, quien en seguida le empleó en cuantas tareas eran más apremiantes en ese momento. Fue sólo después de esto y justo antes de que sus compañeros empezaran a marchar por encargo del Papa a diversos países, cuando se tomó la resolución de crear una orden, y cuando Ignacio fue encargado de redactar unas Constituciones. Esto lo hizo lenta y metódicamente, introduciendo primero reglas y costumbres y viendo cómo funcionaban.
No las codificó durante los primeros seis años. Luego se dieron tres años para formular leyes, cuya sabiduría hubiera sido probada por la experiencia. En los últimos seis años de la vida del Santo las Constituciones así compuestas fueron finalmente revisadas y puestas en práctica en todas partes. Esta secuencia de acontecimientos explica de una vez cómo la Compañía, aunque dedicada al seguimiento de Cristo, como si no hubiera otra cosa de qué preocuparse en el mundo, está también excelentemente adaptada a las necesidades del momento. Empezó a atenderlas antes de comenzar a legislar, y su legislación fue la codificación de aquellas medidas que habían sido probadas por la experiencia como aptas para preservar su previo principio religioso entre hombres efectivamente dedicados a los requerimientos de la Iglesia en tiempos no diferentes de los nuestros.
San Ignacio vivió en una época en que la tradición de la caballería medieval seguía existiendo y aún tenía una fuerte influencia. En sus Ejercicios Espirituales se verifica la presencia de esta tradición. Por ejemplo, tomando la parábola del rey que es un gran general y que invita a sus caballeros a luchar con él, San Ignacio hace esta pregunta: "¿Quién sería tan vil como para rechazar una invitación de ese tipo?"
Es una pregunta muy válida y un muy buen argumento para mover espiritualmente a la persona que hace los Ejercicios. Pero lo que me gustaría destacar es el telón de fondo de la escena, que es el ambiente feudal. San Ignacio describía el sistema feudal del vasallaje, en el que un caballero le debe obediencia a su señor, e indica la deslealtad de los nobles que no siguen a su rey. San Ignacio da por hecho que la persona se propone convertirse en un caballero medieval. También en sus Ejercicios Espirituales encontramos otra confirmación de este espíritu; en la meditación sobre los dos estandartes: el de Cristo, nuestro Comandante en jefe, y el de Lucifer, mortal enemigo de nuestra naturaleza humana.
En la época de San Ignacio, la caballería estaba en decadencia. En su mayoría los estilos y rituales caballerescos seguían siendo los mismos, sin embargo, una parte esencial había cambiado. Me refiero a la dedicación de los caballeros al servicio de Dios, de la Virgen, y de la Santa Iglesia. El ideal de una completa renuncia al mundo, a fin de dedicar la vida por completo a la lucha sobrenatural había fallecido. El caballero de ese tiempo ya no era un caballero de la Iglesia Católica. Su vida estaba dedicada a servir a su rey y su dama. La noción de una caballería sagrada estaba muriendo
La conversión de San Ignacio tuvo lugar durante ese tiempo. Durante su convalecencia, su primer deseo era leer romances de caballería, pero no había de estos libros en el castillo. Para pasar el tiempo, no le quedó más que leer la vida de los santos, ya que era lo único que había a la mano. Sin embargo, a medida que iba leyendo, se dio cuenta del gran ideal de los santos como guerreros de Dios, y una sublime noción del ideal de caballería se apoderó de su espíritu. Esta sublimación representó, por una parte, el retorno al antiguo ideal sobrenatural de la caballería medieval, y por otra, a un ideal más perfecto de la caballería medieval.
El nombre de "Societas Jesu" había nacido por una orden militar aprobada y recomendada por el Papa Pío II en 1450, cuyo objetivo era luchar contra los turcos y la ayuda en la difusión de la fe cristiana. Los primeros jesuitas fueron enviados por Ignacio primero en tierras paganas o de los países católicos, a los países protestantes sólo a petición especial del Papa y de Alemania, la cuna de la tierra de la Reforma, en la solicitud urgente del embajador imperial. Desde el comienzo de la labor misionera de los jesuitas entre los paganos de la India, Japón, China, Canadá, América Central y del Sur son tan importantes como su actividad en los países cristianos. Como el objeto de la sociedad era la multiplicación y fortalecimiento de la fe católica en todas partes, los jesuitas, naturalmente, se esforzó para contrarrestar la propagación del protestantismo. Se convirtieron en los principales instrumentos de la Contra-Reforma, la reconquista del sur y el oeste de Alemania y Austria para la Iglesia, y la preservación de la fe católica en Francia y otros países se debe principalmente a sus esfuerzos.
Cuando decidió fundar la Compañía de Jesús, lo hizo pensando hacer una orden de caballería, una orden militar. Compañía de Jesús es el nombre que escogió para su obra. Compañía significa ejército. Quería fundar una orden exclusivamente dirigida a la lucha por la Iglesia, dejando de lado cualquier otra preocupación temporal. Lo que él hizo, fue restaurar la caballería sacra.
La caballería que fundó no tenía el orden sacramental de caballería; tenía el del sacerdocio, es decir, una participación en el sacramento del Orden Sagrado. Los nuevos sacerdotes-guerreros que él preveía, serían un nuevo estilo de combatientes, serían guerreros que no derramarían sangre, pero entrarían en la batalla como respuesta al nuevo método de ataque inaugurado por los enemigos. Lucharían por medio de la palabra (Ejercicios Espirituales): la predicación, la enseñanza, escuchando confesiones y convirtiendo a las personas, con el fin de conquistar el mundo para Nuestro Señor Jesucristo
Formar una orden religiosa con el espíritu militar fue el ideal de San Ignacio. La Compañía de Jesús es un ejército, su jefe es un general, su jerarquía es militar, la obediencia es militar, la acción es combativa y llevada en un estilo militante.
Desde el principio, los jesuitas se concentraron en las misiones extranjeras, la educación y becas. San Francisco Javier, uno de los siete, fue el primer jesuita para abrir el Oriente a los misioneros; Matteo Ricci y otros siguieron en la corte de China. Jesuitas establecieron misiones en América Latina y fundó una comunidad modelo para los indios del Paraguay. Un relato que trata de la misión jesuita de América del Norte se pueden encontrar en las relaciones de los jesuitas (1632 - 73).
Esta fue la razón por la cual la compañía de Jesús fue tan combativa – y también tan combatida por los enemigos.
Datos del autor
Comandante Principal (R) D Carlos Gustavo Lavado Roqué, promoción XVI LMGB, Diplomado en Defensa Nacional, Posgrado en Protección Raiológica y Seguridad Nuclear (OIEA-UBA), 1er Secretario del Centro Liceísta Metropolitano Argentino CLIMA, ex Presidente del Centro de Egresados de la Escuela de Defensa Nacional, Dr hc en Community Devlopment (University and Collage of Saint Meter and Saint Paul Lutheran, Free, Independant and Private Institute Rectorate Grote Marki, B.P.27,Menen,Belgiun. Ph.D. Philosopy In Christian Theology, West Coast University Panama. Calle 55 El Cangrejo, Panama City, Republic of Panama.
Asistieron este octavo y penúltimo encuentro del año: Carlos Lavado Roqué, Héctor Román, Dante Graña, Jorge Olivera, Guillermo Krüger(egresado de la Universidad Jesuita de Georgetown), Néstor Moris, Horacio Gastón, Eric Mitchell, Eduardo Sena, José L. Maglione y Edgardo Decorte.