En un número de Le Figaro de París, correspondiente á los primeros días del próximo mes de Junio, encontramos el siguiente suelto en la sección de ecos del día:
Desde hace una semana ha hecho su aparición en el boulevar una personalidad que está llamada á ocupar un puesto distinguido en la vida parisiense.
Basta mirarle para comprender que no se trata de un ser vulgar. De buena talla, con cierio aire de reitre, los bigotes muy rubios llevados á lo Lusarde, la cabeza cubierta por una especie de morrión gris, el pecho amplio y muy levantado, revoleando en la mano un bastón de gran paño de plata, nuestro hombre pisa el asfalto como si nunca hubiese hecho otra cosa.
Ayer tarde, pasó rápidamente frente al Café de la Paix, siendo tal la prisa con que iba que volteó una mesita en la que tomaban el ajenjo un capitán de coraceros y un conocido actor.
El hombre se detuvo confundido, pidió disculpa y prosiguió su marcha con el sombrero en una mano y en la otra el pañuelo, secándose el sudor de la frente, sobre la que se erguía un tupé clownesco. Era que el aludido corrí tras de un amigo suyo que pasaba en coche y à quien sin duda no había podido saludar aún en Paris.-Zubiaurre!-gritaba con voz estentorea.-Zubiaurre! - pero como el otro iba en un carruaje tirado por espléndidos caballos, ya iba lejos y no le ofa.
Entonces nuestro hombre recurrió á silbar y el resultado fué sorprendente. Un pito de vapor espoca cosa comparada con el es- tallido estridente que hizo estremecer el aire.
Aquello era tan extraordinario que puso en conmoción al boulevar; el caballero que iba en la vitoria hizo retroceder el ca- rruaje y cuando llegó frente al hombre del sombrero gris, encontró á éste rodeado por unas cincuenta personas.
El de la victoria se apeó y corrió á abrazar al del silbato; pero apenas se separaron la escena se reprodujo con una media docena de caballeros que con aire risueño surgieron de distintos puntos del boulevar. Todos ellos hablaban en español y saludaban efusivamente al del silbido, dando sin duda á comprender que en el acto lo habían reconocido por aquella extraordinaria cualidad.
Así era en efecto, como nos lo decía momentos después el distinguido sportsman argentino M.Zubiaurre. Digamos para terminar que el sorprendente silbador es el señor BENJAMIN ROQUÉ, de Córdoba (República Argentina) director de la revista anarquista de Buenos Aires el Piff! Paff!».
FUERTE abrazo Patricio
CENTINELA DEL DESARROLLO NUCLEAR ARGENTINO
DOCTOR EN FILOSOFÍA DE TEOLOGÍA CRISTIANA
RED INTERNACIONAL ANTINARCÓTICOS "LOS CAIMANES"
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