Cuando las yeguas ya no den más
potros...
Ni en Paracho se construyan más
guitarras...
Cuando ningún talón sepa ya de
espuelas...
Ni acicates ni pialaderas y
rodajas...
Cuando no se levante más el
polvo...
De la Caballería en una carga...
Cuando ya nadie más comprenda
nada...
De regatones, de cujas y
moharras...
Cuando ya se hayan ido para
siempre...
Los centauros jinetes de mi
raza...
Los que por profesión hacían la
guerra...
Los que por vocación hacían la
Patria...
Los que a la luz del sol daban la
vida...
Y a la luz de la luna,
serenatas...
Los de historias de amores y
amoríos...
Los de sable y guitarra…”
Cuando ya se hayan ido para
siempre...
Con la gloria anidada en sus
laureles...
Y el último jinete se haya
muerto...
Delirando con cargas y
trompetas...
Yo sólo sé donde podré
encontrarlos...
Con sus cargas, sus potros y sus sables...
Yo sólo sé dónde estarán entonces,
“Los de sable y guitarra…”
Los hallaré en el cielo de la
gloria...
En el mundo infinito de las
almas...
Porque este mundo les quedó muy
chico...
Para la más cortita de sus
cargas...
Y allá estarán, ¡Dragones en el
viento!
Llevando los relámpagos por
sables...
Cruzando nubarrones con sus
pencos…
Usando las estrellas por
rodajas...
Haciendo trepidar al mismo
cielo...
¡Cargando eternamente hacia la nada!
¡Allá estarán, cerca de Dios, muy
cerca…!
¡Los de sable y guitarra!
DOCTOR EN FILOSOFÍA DE TEOLOGÍA CRISTIANA
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