El sur de la actual República de
Argentina alberga diversos pueblos que desde hace miles de años mantenían un
modo de vida de caza y recolección, entre ellos se cuentan pueblos como los
rankulches, tehuelches, pehuenches y mamulches, que fueron conocidos por los
europeos como "ranqueles", "patagones"
"boroganos", etc. Estos pueblos experimentaron al menos dos fuertes
procesos de transformación en los últimos 500 años.
Primero, con la introducción del
caballo a la Pampa, los rankulches, junto con otros grupos como pehuenches y
tehuelches crecieron en número, para mantener su territorio libre del dominio
político de los españoles, con quienes se terminó logrando una difícil paz. El
segundo proceso fue la llegada de grupos mapuches desde el otro lado de los
Andes, con quienes los pueblos de la Pampa se mezclaron cambiando diversos
elementos culturales como lenguaje, creencias rituales y prácticas de diferentes
oficios.
Durante todo este tiempo las
diferentes naciones y pueblos habitaron tolderías dispersas por la Pampa,
aunque algunos asentamientos crecieron, como la capital de la nación mamulche
que estuvo en Leuvucó, punto de confluencia de antiguos caminos que se dirigían
hacia los cuatro puntos cardinales, y hacia la línea de fortines mantenidos por
españoles y luego argentinos para dividir su territorio del indígena.
El respeto a la paz y a los límites
territoriales permitió que hacia el siglo XIX los caciques rankulches
ofrecieran una fuerza de tres mil lanceros al virrey Sobremonte, contra las
invasiones británicas. Con la independencia argentina la paz se volvió más
frágil, conservando cierto equilibrio pese a la expedición del general Juan
Manuel de Rosas al desierto, y quebrándose por completo al ascender al poder
los unitarios. La más devastadora y definitiva campaña fue la llamada Conquista
del Desierto, dirigida por el general republicano Julio Argentino Roca. El
resultado fue la aniquilación de numerosas comunidades rankulches, tehuelches y
pehuenches, y la dispersión o cautiverio de los supervivientes. Hacia
principios del siglo XX comenzaron a reagruparse, obteniendo tierras en
"colonias indígenas" como la Emilio Mitre, donde se asentaron los rakulches.
Como mencionábamos, la característica
de los pueblos pampeanos como combatientes era la lucha a lomos de caballo: las
armas principales eran la lanza y la boleadora, útiles tanto para los jinetes
como para los infantes, armas que los gauchos criollos adoptaron sin reservas,
y que así se volvieron también comunes en los ejércitos irregulares argentinos,
las montoneras, junto a otras armas como los sables y las armas de fuego. Sería
hasta los tiempos de la Conquista del Desierto que los ejércitos argentinos
generalizarían el uso de las armas de repetición, y ni aún entonces la lanza y
la boleadora dejarían de ser participantes de primer orden en los campos de
batalla.
Referencia:
.- Patagonia, Mario Markic (2012).
.YO EL General de la Soberana Compañía de Loyola
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