Al cumplirse el bicentenario del nacimiento del Grl. Martín Miguel de Güemes, el historiador salteño Luis Oscar Colmenares, el autor destaca que a mediados de 1820 los dos poderes políticos de las Provincias Unidas y el Ejército Auxiliar del Alto Perú se encontraban disueltos.
San Martín se aprestaba a zarpar desde Valparaíso (Chile) hacia las costas del Perú, comandando la Expedición Libertadora Argentino-Chilena.
En estas circunstancias San Martín nombró General en Jefe del Ejército de Observación a Martín Miguel de Güemes. En uno de los párrafos de su comunicación, San Martín expresaba: A V.S. corresponde desempeñar, con la dignidad que sabe, las delicadas funciones de esta superior calificación militar. Me obligo solemnemente a pagar cuantos auxilios se presten a V.S. en favor del Ejército, desde luego que nos posesionemos del Perú, y a tener en la mayor consideración a los voluntarios prestamistas.
Por su parte, el Director Supremo de Chile, Bernardo de O’Higgins escribió a Güemes: Sólo me falta agregar que el gobierno de Chile sale garante a V.S. del modo más solemne, de que serán religiosamente cumplidas cuantas promesas hubiere hecho o hiciere a V.S. el Excelentísimo general don José de San Martín.
En consecuencia, Güemes, quien gobernaba la Provincia de Salta, se abocó a reunir los hombres y recursos necesarios para el cumplimiento de la misión asignada, recurrió a los gobiernos de las otras provincias, de los cuales recibió escasa o nula ayuda, aun cuando todos reconocieron su designación como Jefe del Ejército de Observación en auxilio de San Martín.
Colmenares expresa lo siguiente. El prócer adoptaba cuanta medida consideraba adecuada para el éxito de la Expedición. El 3 de diciembre envió al coronel José Miguel Lanza, con cuatro oficiales, al Alto Perú. Lanza y sus colaboradores llegaron a Inquisivi –a 87 Km de la ciudad de La Paz- el 13 de febrero de 1821.
Se pusieron en comunicación con el teniente coronel Guillermo Miller, oficial del ejército sanmartiniano, quien había ocupado Arica. Lanza pudo formar en Inquisivi una división de 300 hombres, con la cual sostuvo varios combates exitosos.
A mediados de diciembre de 1820, Güemes se dirigió al Cabildo de Salta, requiriéndole la designación de un gobernador delegado, dado que debía partir comandando el Ejército de Observación.
Fue designado el Dr. Ignacio Gorriti. A fines de diciembre la vanguardia al mando del coronel Alejandro Heredia, ya se encontraba en Humahuaca esperando la orden para avanzar. En lugar de avanzar, Güemes dispuso que retrocediera y se dirigiera a Tucumán.
El gobernador Bernabé Aráoz se había negado a hacer entrega del parque del Ejército Auxiliar y había atacado al gobernador de Santiago del Estero, Felipe Ibarra. Este gobernador había informado a Güemes que a causa del ataque de Aráoz, estaba impedido de enviarle la ayuda prometida para el Ejército de Observación.
Frente a tal situación, Güemes decidió comandar todas sus fuerzas y avanzar sobre Tucumán, para lo cual obtuvo el consentimiento de la Asamblea Electoral y del Cabildo de Salta. Pretendía auxiliar a Ibarra, recibir la ayuda santiagueña y tomar posesión del Parque para partir hacia el Alto Perú.
En su avance sobre Tucumán Güemes venció a una división de Aráoz en Acequiones y llegó hasta la localidad tucumana de Tapia. Allí delegó el mando en Alejandro Heredia y regresó a su provincia.
Las fuerzas salteñas fueron vencidas por las tucumanas en el Rincón de Marlopa, el 3 de abril de 1821. Mientras tanto, el general Pedro Antonio Olañeta, al enterarse de las disputas entre Güemes y Aráoz, dispuso que su vanguardia avanzara hacia la ciudad de Jujuy.
Cuando el gobernador delegado, José Ignacio Gorriti supo de la invasión a Jujuy, reunió todas las fuerzas que pudo y se dirigió sigilosamente al encuentro de la vanguardia enemiga.
El 29 de abril de 1821, llamado el Día grande de Jujuy, Gorriti rodeó y apresó a los integrantes de la vanguardia española, tomando alrededor de 400 prisioneros. Al conocer lo ocurrido, Olañeta retrocedió hasta su Cuartel en Tupiza.
Al tomar conocimiento de la derrota de su ejército, Güemes se dirigió hacia Tucumán, encontrando a sus fuerzas en Rosario de la Frontera.
Desde allí dispuso que el jefe de la vanguardia, coronel Jorge Enrique Vidt, avanzara nuevamente. En su avance, Vidt había llegado hasta Los Nogales, a 15 km de la ciudad de Tucumán, cuando Güemes se enteró que sus opositores salteños se habían apoderado del gobierno, el 24 de mayo de 1821, y lo intimaban a abandonar la provincia.
La respuesta de Güemes fue regresar a la ciudad de Salta, con alrededor de 500 hombres. Llegó el 31 de mayo y ante su sola presencia las fuerzas con que contaban sus opositores se desbandaron.
Güemes hizo numerosos prisioneros, pero la mayor parte de los cabecillas –que eran cabildantes y comerciantes- huyeron hacia Tucumán a ponerse bajo la protección de Bernabé Aráoz.
Pero uno de los más caracterizados revolucionarios, Mariano Benítez, huyó hacia el norte por Los Yacones y luego por la ruta del Despoblado, fue en busca del ejército español.
Olañeta también se enteró de la revolución contra Güemes y resolvió avanzar de nuevo por la Quebrada de Humahuaca.
Y sin tener conocimiento de que el prócer había vencido a los revolucionarios, envió una fuerza integrada por infantes, al mando del teniente coronel José María Valdés, con el propósito de que llegara hasta la ciudad de Salta sin que se notara su avance.
El objetivo de Olañeta era ponerse en comunicación con los revolucionarios para proponerles que lo eligieran a él gobernador y liberaran a todos los prisioneros españoles detenidos por Gorriti en Jujuy, a cambio de la protección que les brindaría contra Güemes.
En la ruta del Despoblado, Valdés se encontró con Mariano Benítez, quien le hizo saber que Güemes había recuperado el poder. Entonces el jefe español decidió seguir avanzando, guiado ya por Benítez, con el propósito de tomar prisionero a Güemes.
El 7 de junio de 1821 Valdés tomo posesión de Salta, estando Güemes en la ciudad. Juntamente con Benítez había tomado las medidas del caso para impedir que los partidarios de Güemes pudieran avisarle del avance español, logrando plenamente su objetivo.
Güemes intentó forzar el cerco con parte de su escolta y lo logró pero fue mortalmente herido en la acción. Pudo seguir montando en su caballo hasta la Cañada de la Horqueta –un lugar selvático situado a unos 30 km de la ciudad, adonde no podía llegar quien desconocía la zona- donde falleció el 17 de junio de 1821.
Conclusiones Colmenares concluyó su exposición afirmando que la oposición de Bernabé Aráoz, junto a la de los pudientes salto jujeños, impidió que el Ejército de Observación partiera hacia Lima, pese a que una avanzada ya estaba actuando en proximidades de La Paz al mando del coronel Lanza y de que la vanguardia de este ejército había llegado a Humahuaca.
La muerte de Güemes significó el éxodo de los alto peruanos que luchaban junto al prócer y el debilitamiento de la resistencia en la región, por lo cual en 1825 Sucre fue recibido como su libertador. La muerte de Güemes privó a San Martín del auxilio de salto jujeños, motivó el alejamiento de San Martín del Perú y el desmembramiento de las Provincias Unidas de América del Sur.
Colmenares destacó que Güemes nunca fue un defensor de la frontera norte de la actual República Argentina y que merced a las penurias sin par de salto jujeños y de su propio sacrificio, fue siempre el Supremo Defensor de las Provincias Unidas de Sudamérica, declarada por el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816.
No hay comentarios:
Publicar un comentario