La alianza político-militar entre las Antiguas Naciones y las Empresas de Conquista resulta un tema desconocido o difícil de asimilar para muchos, hasta el punto de que es inaudito aceptar a indígenas como Conquistadores y Pacificadores.
Contrario al pensamiento popular, los nativos de América no eran ajenos a la guerra, diplomacia, alianzas estratégicas, así como tampoco eran un solo pueblo. La gran mayoría de estas sociedades consideraban a la guerra como un mecanismo de supervivencia, de prosperidad a nivel comunitario y también a nivel individual, los curacas y comandantes indígenas encontraban el camino al ascenso social, económico y político a través de los logros en el campo de batalla.
“En la mentalidad de los Huancas, Cañaris y Chachapoyas en el siglo XVI y durante casi todo el periodo colonial, perduró la idea de que ellos eran “indios conquistadores” a semejanza de los españoles, resultando este pensar de su alianza y cercanía”. (Schjellerup, 1997)
Con la incursión de los exploradores españoles muchas sociedades del norte vieron una oportunidad para librarse del yugo del pueblo hegemónico en la región, y decidieron participar en la conquista del Tahuantinsuyo a cambio de la promesa de libertad, riquezas y autonomía política.
La ayuda de estos pueblos no solo se limitó a proveer suministros, guías, traductores, sirvientes y cargadores, sino que también cumplieron funciones militares, es decir que combatieron contra las tropas incaicas, y es menester aclarar que fueron el grueso de las tropas conquistadoras.
Así mismo cumplieron roles de mando, como el caso del Curaca de Latacunga que lideró tropas de españoles e indígenas en la conquista del Napo (Ecuador).
En los enfrentamientos contra las tropas incaicas los “indios conquistadores” se revelaron como unos magníficos soldados, que a diferencia de los españoles se lanzaban sin temor alguno a la batalla realizando incluso temerarias cargas frontales contra las líneas enemigas, su habilidad natural para la guerra se convirtió en una pesadilla para la existencia del mismo Tahuantinsuyo, la cual terminó de sucumbir ante la alianza en 1572.
Referencias:
.- Cronistas indios y mestizos.- Francisco CARRILLO (1991).
.- Incas e indios cristianos: Elites indígenas e identidades cristianas en los Andes coloniales, Jean-Jacques Decoster (2002)
.- La guerra de reconquista inka: historia épica de como los incas lucharon en defensa de la soberanía del Perú o Tawantinsuyo entre 1536 y 1572, Edmundo Guillén Guillén (1994).
.- Cacicazgos y nobiliario indígena de la Nueva España, Guillermo S. Fernández de Recas (1961).
.- Boletín del Archivo General de la Nación de México, AGN (1935).
GENERAL SOBERANA COMPAÑÍA DE LOYOLA
FUNDADOR DE LA ORDEN DE CABALLERÍA
San Ignacio de Loyola fue en un principio un valiente militar, pero terminó convirtiéndose en un religioso español e importante líder, dedicándose siempre a servir a Dios y ayudar al prójimo más necesitado, fundando la Compañía de Jesús y siendo reconocido por basar cada momento de su vida en la fe cristiana. Al igual que San Ignacio, que el Capitán General del Reino de Chile Don Martín Oñez de Loyola, del Hermano Don Martín Ignacio de Loyola Obispo del Río de la Plata, y de del Monseñor Dr Benito Lascano y Castillo, Don Carlos Gustavo Lavado Ruiz y Roqué Lascano Militar Argentino, desciende de Don Lope García de Lazcano, y de Doña Sancha Yañez de Loyola.
San Ignacio de Loyola fue en un principio un valiente militar, pero terminó convirtiéndose en un religioso español e importante líder, dedicándose siempre a servir a Dios y ayudar al prójimo más necesitado, fundando la Compañía de Jesús y siendo reconocido por basar cada momento de su vida en la fe cristiana. Al igual que San Ignacio, que el Capitán General del Reino de Chile Don Martín Oñez de Loyola, del Hermano Don Martín Ignacio de Loyola Obispo del Río de la Plata, y de del Monseñor Dr Benito Lascano y Castillo, Don Carlos Gustavo Lavado Ruiz y Roqué Lascano Militar Argentino, desciende de Don Lope García de Lazcano, y de Doña Sancha Yañez de Loyola.
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