Bandera de la Hispanidad en las Américas,
adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana
de Montevideo el 13 de diciembre de 1933
de Montevideo el 13 de diciembre de 1933
De Iñigo López de Loyola a Ignacio hay un cambio de nombre que refleja toda una transformación interior y exterior alcanzada tras un intenso camino. Un peregrinar que le curtió espiritualmente siguiendo una ruta trazada en el espacio entre Loyola y Manresa y en su ser, por la voluntad de su “Creador y Señor” que “mueve”. Definir el horizonte de este trazado interior le mantuvo en camino toda su vida: “Creyendo, peregrinaba; peregrinando, creía”, escribía el provincial de España de la Compañía de Jesús, Francisco José Ruiz Pérez, en su prólogo a la nueva edición de El peregrino, autobiografía de San Ignacio de Loyola, preparada por el jesuita Josep María Rambla para la editorial Mensajero.
Su presentación es la muestra de que aquella vivencia sigue siendo hoy una experiencia viva. Ese peregrinar para descubrir la propia identidad, para descubrir al otro y al Otro generó un proceso de fraternización de efectos no solo en san Ignacio. “La Compañía de Jesús es la cristalización del itinerario de su fundador hacia el servicio a los demás, lo que él denominó «provecho de las ánimas»”, continúa Ruiz Pérez. “La orden será concebida como vida religiosa apostólica que hermana a sus miembros con personas de toda diversidad y en toda necesidad, a las que proporcionan Evangelio en forma de ministerios múltiples”.
Su autobiografía, sus cartas, los Ejercicios Espirituales y otros escritos son esas entrañas del pasado que mueven la piel del presente. La Compañía de Jesús ha recuperado el itinerario entre Loyola y Manresa para quien quiera seguir sus pasos por los senderos que lo transformaron. El Grupo de Comunicación Loyola publicó el sentido y la forma de recorrerlo en el Camino Ignaciano y Guía del Camino Ignaciano, respectivamente. También acaba de publicar una nueva edición de El peregrino, su autobiografía, donde se refleja esa transformación de ese hombre hundido que emprende la búsqueda y se encuentra no el Dios del instante, sino del camino. Otros muchos ministerios transmiten ese ser ignaciano para hacer creyentes. La misma conversión que transformó a Iñigo López de Loyola en Ignacio.
Biblografía consultada
Biblografía consultada
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