lunes, 9 de mayo de 2016

EL HISPANISMO EN NUESTRA AMÉRICA. LAS VENAS ABIERTAS DE LA HISPANIDAD.





Bandera de la Hispanidad en las Américas, 
adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana 
de Montevideo el 13 de diciembre de 1933


Decíamos que el hispanismo avanza hacia la metapolítica, y ello queremos consolidar. Por supuesto, ¿cómo obviar a la América Hispana y no sumarnos al grito del mentado Alberto Buela contra “Latinoamérica”? Que no nos engañen más: No existe una “América Latina”. Históricamente no tiene base ninguna. La primera vez que se utiliza este sinsentido es con la administración de Napoleón III, concretamente a través del ministro Michel de Chevalier (1). El imperialismo bonapartista se quiso apuntar el tanto y que Francia liderara a los pueblos “latinos”, sometidos a su política, por supuesto. La masonería hispanoamericana y luego la anglosajona lo acogieron muy pronto… ¡Y en nuestro tiempo la extrema izquierda más hispanofóbica, teledirigida por el chavismo, lo utiliza como un mantra! Pero no cuela… “Latino” es o bien el habitante del Lacio o bien el que demuestra mucha sabiduría del latín. En la América que fue española jamás se habló el latín, ni fue del Lacio el origen de su conquista y poblamiento. De Spanish America hablaron los ingleses hasta casi el siglo XX. En todo caso, “Iberoamérica”, aunque no del todo preciso, sería más justo. Pero a nosotros el que más nos gusta es América Hispana o Hispanoamérica. El más justo, el más histórico-tradicional y el que ha de tener mayor proyección de futuro.

Habrá quien crea que “hispanismo” continúa siendo un academicismo que rechazaría lo indio. Nada de eso. El hispanismo en América ni quiere ni puede ni debe excluir lo indígena, lo negroide o los distintos mestizajes. Es algo relativamente parecido al panarabismo, aquella corriente política surgida en especial tras la II Guerra Mundial con el anhelo de agrupar efectivamente a los países de lengua y cultura árabe, sin excluir los diferentes elementos que sobre esa base se nutrían: Beréberes, coptos, asirios, caldeos, negros… Con todos sus fallos, el panarabismo ha sido una apuesta bien sensata que acaso previó el reto de la globalización. A día de hoy, está sufriendo la enésima agresión del anglosionismo, que ha dirigido su terrorífica voracidad contra la República Árabe de Siria y su legítimo presidente Bashar Al Assad (2). Contra esta tremenda injusticia clamamos, apoyando a un pueblo bravo y culto que da ante el mundo una lección de dignidad, libertad y nobleza.

En América tiene aún mucho peso la Leyenda Negra que en su día esparcieron los liberales de entrambos hemisferios, ya fuera la oligarquía criollo-mestiza ya fuera el golpismo revolucionario español (Que contó con el apoyo de la gran mayoría de la nobleza). Asimismo, la esquizofrénica política española, donde un moro nacido en España es español de pleno derecho y a los nietos de españoles del Nuevo Mundo se les niega el visado no ha hecho sino abrir brechas. Es curioso que en el franquismo, el hispanoamericano fuera visto como un hermano (3) mientras que en la España progre se haya convertido en el “sudaca”. La serie “Aída”, perteneciente a la habitual telebasura de Telecinco, asentó el término “Machu Picchu” como denigratorio. Y luego llega el español a América y es el ladrón de oro que tiene la culpa de todo….


Y bueno, ¿cómo podrá ver el hispanoamericano a España, si es la “España oficial” la que desautoriza su hispanismo? Desde España se promueve y hasta se financia la Leyenda Negra. Es la España que pacta con el terrorismo separatista, la España dividida en taifas de caciques montando mitos contra sí misma, la España que se niega, la España que se regala a sus enemigos… La España que echa a sus hijos jóvenes del país y encima procura que los insulten en su tierra de acogida… Sin duda, el panorama es desolador. Sin embargo, hay esperanza. No hay mal que por bien no venga, y toda la fastuosidad de los bicentenarios de las “independencias”, así como el mentado encono chavista-indigenista, ha servido para que una conciencia crítica brote como un torrente ansioso. Esa conciencia crítica estaba ya en algunos historiadores hispanoamericanos. Colombianos como Pablo Victoria y Luis Corsi Otálora o argentinos como José Manuel González QEPD nos lo han testimoniado con brillantez. Antes que ellos desmontaran la idolatría oficial sobre las “independencias”, otras plumas brillantes bramaron contra la Leyenda Negra. En Hispanoamérica, la crítica es mayor y mejor que en la obnubilada España. Y de esa más que legítima conciencia crítica están surgiendo importantes inquietudes sociopolíticas que están empezando a asociarse. Ello tiene que cristalizar. El hispanismo, desde lo cultural a lo político y hasta lo metafísico si se quiere, ha de ser la gran bandera metapolítica de nuestro siglo. España y Portugal no pueden obviarlo. Antes de entrar en Europa por la puerta falsa, deberíamos haber construido un mercado y una alianza política y militar en América. Con esa fuerza deberíamos haber entrado en Europa, en todo caso. Asimismo, la América Hispana tendría voz y voto en el Viejo Continente. Se habría establecido un puente formidable: Euramérica. Al igual que el europeo nada puede en Asia sin el enormehinterland ruso, y por eso justamente los rusos más cabales defienden el ideal de Eurasia, así tendría que ser el papel español y portugués para con el Nuevo Continente. En cambio, una ridícula e infame política de visados nos separa más y más desde la propia España… Pero es cuestión de tiempo que eso cambie. La nueva oleada migratoria de España al Nuevo Mundo hará entrar en razón a más de uno y a más de dos. Y las cosas pasan por algo. Estas migraciones pasan por algo. Si hubiera una gran alianza hispanoamericana, las políticas de inmigración ilegal-masiva con el subsiguiente tráfico de personas y beneficios de engañifas y mafias estarían mucho mejor controladas. El hispanismo está clamando por eso. Necesita organización, de principio a fin. América es su colofón, su más vasto campo de acción. Porque si en el hispanismo ante Europa nos situábamos en Gibraltar, no podemos olvidar que cuando decimos Gibraltar hemos de decir Belice, Malvinas o Guayana. El imperialismo anglosajón, ya sea británico o norteamericano, sigue con sus zarpas contra la Hispanidad. Desunidos y desorientados, nada podremos hacer. Bien confederados, seríamos una gran potencia y nuestra voz se escucharía por todos los rincones del mundo, sin nada que envidiar a la Commonwealth.

Sabemos que estas líneas pueden recrearse, reforzarse y hasta reinventarse. Con todo, subrayamos que estos tres frentes son vitales para comprender y alimentar el hispanismo. Así las cosas, tienes dos opciones: 

1) Venir con nosotros y al arquetipo hispánico de conquistador y misionero inyectar definitivamente una cultura de trabajo, esfuerzo, ahorro, mérito y sacrificio, teniendo sentido común, reconociendo el pasado y trabajando para el futuro

2) Quedarte en casa viendo la tele o no salir de elucubrar y criticar en el bar. En ambos casos, sábete cómplice de los enemigos de la Hispanidad.

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