DEL CENTRO DE EGRESADOS DE LA EX
ESCUELA NACIONAL DE GUERRA - EDENA
San Martín un grande en la Gloria y el sacrificio “Predilecto de la gloria, nació para la guerra. Tenía el numen que improvisa la victoria, la prudencia que la prepara sabiamente. El pueblo hizo de Belgrano un héroe. San Martín hizo del pueblo armado un Ejército… San Martín salvó la Revolución y la condujo triunfante por tres naciones cuya libertad aseguró, huyendo del teatro político sin escuchar los llamamientos de su ambición, gozoso de haber completado la obra mas hermosa que se haya acometido en el Nuevo Mundo con el hierro y con la sangre…”
José Manuel Estrada
En días más, gran parte de la tierra evocará un nuevo aniversario de la ascensión a la gloria del abanderado de la libertad y de la democracia: el general don José de San Martín.
La vida de José de San Martín es el respeto de un valor extraordinario. Fue un militar civilista, esto es, un soldado armado al servicio de la ciudadanía, del pueblo por cuya emancipación combatió y se sacrificó. Se encuentra desde el comienzo con los preceptos del movimiento de Mayo de 1810 puesto que juzgó que el sistema implantado por los reyes de España y la forma de gobierno en que el poder estaba en manos de un reducido grupo de personas pertenecientes a una misma clase social, como así, a apasionamientos a su servicio, eran adversos al ideal que tenían los pueblos. José de San Martín llegó al Río de la Plata con el bagaje espiritual de un turbulento siglo portando una misión redentora. Cumplida ella, se retiró de la escena política para no salpicar su limpia trayectoria con la menor sospecha de ambición.Este genio moral expresa en una carta que le dirige al presidente del Perú, general Ramón Castilla, en 1848: “En el periodo de diez años de mi carrera, en que diferentes mandos y Estados, la política que me propuse seguir fue invariable en sólo dos puntos, y que la suerte y circunstancias, más que el cálculo, favorecieron mis miras, especialmente en la primera; a saber: la de no mezclarme en los partidos que alternativamente dominaron aquella época en Buenos Aires, a lo que contribuyó mi ausencia de aquella capital por el espacio de nueve años. El segundo punto, fue el de mirar a todos los estados americanos que las fuerzas a mi mando penetraron como estados hermanos interesados todos en un santo y mismo fin. Consecuente a este justísimo principio mi primer paso era hacer declarar su independencia y crearles una fuerza militar propia que la asegurase”.
El desinterés y la moderación fueron los resortes primordiales de su conducta. Pudo constituirse en un gobernante poderoso pero optó por el retiro voluntario. A Tomás Guido, su amigo incondicional, en 1819 le dice: “Mi existencia la sacrificaría antes de echar un mancha sobre mi vida pública que se pudiera interpretar por ambición”. También a Guido, refiriéndose a la libertad, la instrucción y la conciencia le expresa tiempo después: “Para defender la libertad y sus derechos se necesitan ciudadanos, no de café, sino de instrucción, de elevación de almas”.
Ante los ataques producidos por algunos de sus compatriotas con estoica serenidad, cual un filosofo clásico antes que un guerrero enfáticamente se pronunció de esta manera: “¿Mi sable? ¡No! Jamás se desenvainará en guerra civil. Para defender la causa de la independencia no se necesita otra cosa que de un orgullo nacional; pero para defender la libertad y sus derechos se necesitan ciudadanos de instrucción, de elevación de almas y por consiguiente, capaces de sentir el intrínseco y no arbitrario valor de los bienes que proporciona un gobierno representativo”. José de San Martín, el Padre de la Patria, dignificó la condición humana, redimiendo a indios y negros. Victorioso en el Perú y elegido protector del país hermano en 1812, abocado a la delicada tarea de legislar después de haber abatido en los campos de batalla el poderío del antiguo régimen, comenzó a poner en práctica, en el terreno de las realizaciones la reivindicación de los indígenas mediante el reconocimiento de sus derechos de ciudadanos libres. De igual modo procuró la libertad de los esclavos negros, emprendiendo esa obra a pesar de los múltiples intereses que se hallaban ligados al régimen de la esclavitud establecido durante el coloniaje. Abolió además, la pena de los azotes y la horca. Se preocupo por la cultura y creó la Biblioteca Nacional del Perú.
Una anécdota
Cuenta la historia que el general José de San Martín fue el único general que, comandando ejércitos en la guerra, llevó consigo su biblioteca.Era muy aficionado a la buena lectura. Amaba los libros y decía que no se puede sostener verdaderamente la independencia nacional si no se cuenta con ciudadanos ilustrados para ello. Ya habían dicho en alguna oportunidad: “La ilustración y fomento de las letras son las llaves maestras que abren las puertas de la abundancia y hacen felices a los pueblos”.
Entre los libros que el Libertador San Martín trajo de Europa y fueron con él de Buenos Aires a Mendoza y de ahí a Valparaíso, Santiago y Lima se cuentan más de 800 volúmenes escritos en castellano, francés, ingles, portugués y latín. Había obras de Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Cicerón, La Bruyere y Madame de La Fayette. Los temas escogidos eran de literatura, historia, filosofía, arte, viajes, matemáticas, ingeniería, geografía, ciencia y arte militar, agricultura y ganadería y diccionarios.
Homenaje
De esta manera he querido honrar en el general José de San Martín, al paradigma de virtudes mas caras: la valentía, la dignidad, el desinterés, el altruismo y –por sobre todo– el insobornable amor a la libertad. (**)Miembro Correspondiente de la Academia Nacional Sanmartiniana Autor: Andrés Mendieta **CENTINELA DEL DESARROLLO NUCLEAR ARGENTINO
DOCTOR EN FILOSOFÍA DE TEOLOGÍA CRISTIANA
RED INTERNACIONAL ANTINARCÓTICOS "LOS CAIMANES"
San Ignacio Lazcano de Loyola fue en un principio un valiente militar, pero terminó convirtiéndose en un religioso español e importante líder, dedicándose siempre a servir a Dios y ayudar al prójimo más necesitado, fundando la Compañía de Jesús y siendo reconocido por basar cada momento de su vida en la fe cristiana. Al igual que San Ignacio, que el Capitán General del Reino de Chile Don Martín Oñez de Loyola, del Hermano Don Martín Ignacio de Loyola Obispo del Río de la Plata, y de del Monseñor Dr Benito Lascano y Castillo, Don Carlos Gustavo Lavado Ruiz y Roqué Lascano Militar Argentino, desciende de Don Lope García de Lazcano, y de Doña Sancha Yañez de Loyola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario