Colaboración en la Provincia Mexicana
Publicada en 11 • abr • 2015
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Por José Luis Serra Martínez, SJ
Contexto:
Una constatación obvia: muchísima colaboración, mas de laicos en nuestras obras, que de nosotros en obras de otros. Mucha gente que ha asimilado, asumido un estilo de vida desde la espiritualidad ignaciana, otros que la conocen suficientemente bien, pero muchos otros, que en este sentido, son más trabajadores que colaboradores; poco conocimiento tienen de lo que es nuestra espiritualidad.
La provincia ha tenido una historia amplia de tentativas de formar a “nuestros colaboradores”, de formar grupos ignacianos… Desde la antigua Congregación Mariana, hasta las actuales CVX, desde planes locales de formación y de invitación a hacer Ejercicios a los colaboradores, hasta actividades amplias, sea por sector, sea de toda la Provincia, con el deseo de lograr que se enraíce la espiritualidad en el corazón de todos nosotros. También ha habido intentos de búsqueda de relaciones horizontales entre jesuitas y laicos, no todas logradas. Intentos de los últimos cuatro provincialatos: Comisión de Fortalecimiento de laicos/as Ignacianos/as (COFORLAI), Comisión Laicos Jesuitas (COMLAJES), la Red Apostólica Ignaciana (RAI) y el apoyo a los procesos locales (CVX, Centros Culturales Loyola, Diplomado de Gestión Ignaciana de universidades y colegios, etc.) en el último Provincialato.
RETOS:
1. Sobre las Recomendación para la Formación (CG35, D6 n. 21):
Actualmente, y siguiendo las recomendaciones de la CG 35, puedo reconocer lo siguiente:
a) La necesidad de tener una explicita reflexión, o programas de formación, que tome en cuenta lo que significa la colaboración con otros. El trabajo a nivel horizontal, la dirección conjunta, el saber delegar, los manejos de conflictos, etc. Algunos conflictos que se han dado donde jesuitas medianos tienen la dirección de obra, me hace pensar esto.
b) Hay ya una buena experiencia de laicas/os que han dirigido obras nuestras. Sin embargo esto no ha sido sistematizado a fin de compartirlo con nuevas personas, sean jesuitas, sean laicos. Esto mismo se puede decir de jesuitas-laicos, laicos-jesuitas trabajando a nivel horizontal.
c) Tenemos programas de formación a nivel provincial o sectorial, que han sido fructíferos y que pueden potenciarse aún más, sobretodo en retomarlos como Provincia y darles mayor difusión:
1. Diplomado de Gestión Ignaciana de Universidades y Colegios.
2. Formación de Acompañantes de Ejercicios, dirigido por el Centro Ignaciano de Espiritualidad (CIE).
3. Seminario anual de Jesuitas que trabajan en CEBs.
4. Programa “Magis” (Latinoamericano y Nacional) de formación de Teología laical dirigido por CVX.
5. Seminario anual de Fomento Cultural y Educativo.
Por otro lado, hay ofertas a nivel de la Compañía en Latinoamérica que se han utilizado muy poco por la Provincia:
1. Diplomado de Gestión Social, de la Universidad Javeriana, online.
2. Programa “Magis” latinoamericano impulsado por la CVX de AL.
En este momento el Sector Colaboración de la CPAL, está diseñando un curso amplio de tres años, con una formación integral que puede ayudar a cumplir mejor esta necesidad que nos recomienda la CG 35.
2. Sobre las Recomendación para el trabajo común (CG35, D6 n. 29):
Aunque ha habido varias tentativas, no ha sido fácil la construcción de una red ignaciana global. Desde el sector de educación hay redes mas consolidadas, por ejemplo las reuniones de homólogos. Mucho ayuda tener coherencia laboral –digamos-. Ha habido otros intentos, como la RAI (red apostólica ignaciana), que empezó con ímpetu, pero luego se desmoronó. A nivel sector está la reflexión e intento de la CVX en irse convirtiendo en Cuerpo Apostólico (cfr. artículo de Roberto Núñez en Reflexiones Ignacianas), las reuniones de Jesuitas y laicos en CEBs, la red de Centros Culturales, etc.
Siento que, en los últimos años y a nivel provincia, es algo que no se ha pensado profundamente y menos intencionado, pese a ser una realidad, una propuesta de la CG y que explícitamente haya un Sector de Colaboración de la CPAL.
1. La formación de un grupo de jesuitas y laicos que piense sobre esta temática y diseñe actividades que ayuden en la provincia para esto. Este grupo estará formado por 3 jesuitas y tres laicas o laicos, quizá los coordinadores de los actuales programas de formación. Aparte de una planeación que hiciera la misma comisión, algunas actividades que puede tener son las siguientes:
a. Enviar a dos laicos (un hombre y una mujer) y un jesuita a participar en el curso de conocimiento y preparación para dar el Curso de Formación de la CPAL, que se dará en Lima a fines de Junio. Posteriormente ver la posibilidad de adaptarlo y reproducirlo en la Provincia regionalmente.
b. Tener una reunión con ex directores/as y actuales directores/as laicos de nuestras obras para evaluar su gestión en vista a la colaboración.
c. Animar y potenciar las actuales actividades de formación que hay en la Provincia y señaladas arriba. d. Implementar cursos cortos y prácticos sobre nuestra identidad que puedan reproducirse en las distintas obras.
2. Estar más cercanos a la CVX, el Apostolado de la Oración, la Red de Centros Culturales Loyola, que puedan favorecer esta colaboración.
3. Incrementar en la formación de los jóvenes jesuitas el estudio y reflexión del decreto 6 de la CG 35, así como implementar en la misma estudios que ayuden a entender mejor una relación horizontal y de verdadera colaboración.
La Provincia mexicana, como todas las provincias latinoamericanas de la Compañía de Jesús, está llena de retos. Desde el tamaño físico de nuestro país, hasta la realidad actual de violencia que nos invita constantemente a trabajar por la paz; desde un incremento de la edad promedio de los jesuitas, junto con un pequeño pero agradecido numero de buenas vocaciones, hasta una amplia cantidad de obras apostólicas que nos incitan a prestar servicios de formas nuevas y creativas; desde una gran número de jóvenes y adultos que se acercan a nuestra espiritualidad y un gran deseo de muchas personas para trasmitir su experiencia personal ignaciana. Y todo esto no lo puede cubrir un reducido número de personas; ni laicos solos, ni jesuitas solos; ni empresas aisladas, ni proyectos unidimensionales. Es necesaria una colaboración estrecha entre personas con vocaciones distintas pero complementarias y la colaboración orgánica entre obras de distintos sectores. Más que un reto, es una moción que el Espíritu pone en nuestros corazones y que no queremos dejar pasar sin escucharla.
Propuestas a corto plazo:
1. La formación de un grupo de jesuitas y laicos que piense sobre esta temática y diseñe actividades que ayuden en la provincia para esto. Este grupo estará formado por 3 jesuitas y tres laicas o laicos, quizá los coordinadores de los actuales programas de formación. Aparte de una planeación que hiciera la misma comisión, algunas actividades que puede tener son las siguientes:
a. Enviar a dos laicos (un hombre y una mujer) y un jesuita a participar en el curso de conocimiento y preparación para dar el Curso de Formación de la CPAL, que se dará en Lima a fines de Junio. Posteriormente ver la posibilidad de adaptarlo y reproducirlo en la Provincia regionalmente.
b. Tener una reunión con ex directores/as y actuales directores/as laicos de nuestras obras para evaluar su gestión en vista a la colaboración.
c. Animar y potenciar las actuales actividades de formación que hay en la Provincia y señaladas arriba. d. Implementar cursos cortos y prácticos sobre nuestra identidad que puedan reproducirse en las distintas obras.
2. Estar más cercanos a la CVX, el Apostolado de la Oración, la Red de Centros Culturales Loyola, que puedan favorecer esta colaboración.
3. Incrementar en la formación de los jóvenes jesuitas el estudio y reflexión del decreto 6 de la CG 35, así como implementar en la misma estudios que ayuden a entender mejor una relación horizontal y de verdadera colaboración.
Conclusión
La Provincia mexicana, como todas las provincias latinoamericanas de la Compañía de Jesús, está llena de retos. Desde el tamaño físico de nuestro país, hasta la realidad actual de violencia que nos invita constantemente a trabajar por la paz; desde un incremento de la edad promedio de los jesuitas, junto con un pequeño pero agradecido numero de buenas vocaciones, hasta una amplia cantidad de obras apostólicas que nos incitan a prestar servicios de formas nuevas y creativas; desde una gran número de jóvenes y adultos que se acercan a nuestra espiritualidad y un gran deseo de muchas personas para trasmitir su experiencia personal ignaciana. Y todo esto no lo puede cubrir un reducido número de personas; ni laicos solos, ni jesuitas solos; ni empresas aisladas, ni proyectos unidimensionales. Es necesaria una colaboración estrecha entre personas con vocaciones distintas pero complementarias y la colaboración orgánica entre obras de distintos sectores. Más que un reto, es una moción que el Espíritu pone en nuestros corazones y que no queremos dejar pasar sin escucharla.
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