jueves, 12 de marzo de 2015

"La Guerra y la Paz" en Oriente Medio. Congreso Judio Latinoamericano.




Comparto publicacion de hoy para la Revista Coloquio, órgano de prensa del Congreso Judío Latinoamericano sobre "La Guerra y la Paz" en Oriente Medio. Archivo adjuntodel Director Sr. Ariel Seider.



En uno de sus últimos discursos del año, el presidente Obama declaró que su administración considera que se ha avanzado notablemente en relación a una solución definitiva del conflicto palestino-israelí. El presidente dijo que: "las partes involucradas, especialmente el gobierno israelí y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) deben aprovechar esta oportunidad única para hacer realidad la creación de un estado palestino mediante la adopción de medidas efectivas para normalizar las relaciones entre árabes e israelíes". 

Según Obama, en el pasado no se han tenido en cuenta cuestiones fundamentales como la pobreza, los malentendidos y los agravios históricos hacia el mundo árabe-islámico lo cual ha dado lugar a que en el pasado las brechas no pudieran acercarse y se profundizaran los problemas. Para el caso de Israel, según el Pte Obama, no ha sido suficiente la doctrina de "tierras por paz". Para Obama la ecuación debe ser de "Paz por Paz". Las palabras del presidente han sido grandilocuentes y el discurso arranco aplausos de los liberales estadounidenses, que aunque debilitados, aun creen o necesitan creer en una administración que ha ido perdiendo reputación en el devenir de su gestión. 

 Lo cierto es que -si esto era así de simple-, entonces los medios de comunicación, los académicos, los expertos en resolución de conflictos e incluso los especialistas en relaciones internacionales y asesores estratégicos gubernamentales han estado tratando con el mundo árabe-musulmán por los últimos 50 años basados en paradigmas incorrectos y de manera equivocada, han sido ineficientes e ineficaces en sus estrategias y no han sabido abordar los problemas del Oriente Medio. Y ahora, por fortuna, el Pte Obama ha venido a iluminar tanta oscuridad de Occidente en la materia. Pero la realidad es que infravalorando elementos claves y esenciales como la importancia que se atribuye en la cultura del Oriente Medio sobre aspectos idiosincrásicos como "el honor", "la vergüenza" y "la abrumadora sensación de victimismo" que impregna las sociedades árabes, todo lo dicho por el Pte. Obama debería generar más estupor que aplausos. Cuando se pasa por alto elementos tribales y aspectos que forman parte de la idiosincrasia misma de los pueblos, por ejemplo "las lealtades del clan" o se desconoce deliberadamente la importancia atribuida a "detentar y retener el poder absoluto", o se ignora "la frustración histórica del imperialismo yihadista", todo lo que se diga en cualquier discurso pasa a ser irreal y se agota en un puñado de buenas intenciones sin soluciones concretas. 

 En otras palabras, a lo que refiero es a "la negación de lo crucial" para entender la mentalidad de la contraparte, algo que el actual gobierno estadounidense y muchos líderes de la Unión Europea parecen reacios a hacer. Ellos dicen que se ocupan específicamente de Irán y puede que así sea, pero lo hacen mal, y lo peor es que no lo reconocen ni lo reconocerán, lo que implica además, que los dictadores y déspotas árabes del Oriente Medio disponen de carta blanca en sus acciones porque el foco de los esfuerzos es Irán y porque los paradigmas que rigen la política exterior de los Estados Unidos en el Medio Oriente están totalmente desencontrados con los paradigmas que actualmente rigen las acciones de los enemigos jurados de la civilización judeocristiana. 

Cuando hablamos del conflicto en aquella región del mundo se debe tener claro que el concepto occidental de exigir a un líder suscribir un código moral y ético no funcionará jamás con el liderazgo actual iraní ni con el mundo árabe en general, la elaboración de un "contrato social" o la legitimidad derivada del voto popular en una democracia conocida como se la entiende en el mundo libre no resiste ningún paralelo o análisis en la cosmovisión de los regímenes y las organizaciones integristas donde cualquier crítica u oposición constituye "una herejía". La práctica del juego político en aquella parte del mundo, nace y adquiere entidad desde una "única posición" que no es otra que desde la fuerza, y ello en la idea de que sólo se hará una concesión si es absolutamente seguro que al hacerla se consolidará y por lo tanto se incrementara el poder del gobernante que la efectué. Los occidentales deben comprender que si un gobernante árabe-islámico cree que su adversario obtendrá la más mínima ventaja a través de una medida de tal naturaleza, nunca habrá de ceder un ápice en su actitud de poder, simplemente porque ello será visto como un signo de sumisión o debilidad que habrá de configurar "vergüenza y deshonor" en aquel gobernante que efectúe tales concesiones y sus desgracias alcanzaran a su familia y descendencia. La familia y los deudos de Anwar Al-Saddat pueden dar fe de ello. 

La actual administración estadounidense y varios lideres europeos-occidentales no han podido internalizar objetivamente la idea central de que los líderes árabes-islámicos ven cualquier compromiso con Israel como una pérdida catastrófica de fortaleza, reputación y credibilidad, pues cualquier acuerdo supondría reconocer al Estado Judío como un enemigo digno, cuando debe ser considerado un grupo inferior que debe ser suprimido o sometido a la dhimmitud. Cambiar esta cosmovisión arabo-integrista significaría un golpe al honor que resulta intolerable por razones culturales, sociales y políticas, de allí que cualquier líder árabe-islámico se enfrentaría, en el caso mas extremo, a ser asesinado (como el pte. egipcio Anwar Al-Saddat) y en casos menos severos a perder reputación y caer en la humillación y el escarnio publico, lo que equivale a perder credibilidad política y en consecuencia a la perdida del poder. 

Occidente desconoce pautas básicas de la idiosincrasia de su oponente, en las cuales se reconoce como única y legitima forma para restaurar el honor perdido el derramamiento de la sangre del enemigo, especialmente si el enemigo es israelí, cuyo estado es considerado una anomalía en la región. No hace muchos años el presidente Libio, Muammar Khaddafi -miembro de la Liga Árabe-, sostuvo que: "Si se necesitan diez millones de árabes para destruir al Estado de Israel sería un sacrificio digno" Del mismo modo, Hussein Mussawi, ex líder de Hezbollah, proclamó en su tiempo: "No estamos luchando para que nos den nada, estamos luchando para convertirlos en nada". Todo este panorama a través del devenir histórico regional debería haber generado serias reflexiones en los gobernantes occidentales, pero ello no sucedió y hay demasiados ejemplos por citar, pero para ser breve mencionare solo la retirada israelí de Gaza, las consecuencias son conocidas por todos y vienen a demostrar que el juego en el Oriente Medio es de fuerza, lo que equivale a decir que es: matar o morir. Cualquier tipo de concesión es: debilidad y sumisión.

Infortunadamente, el Pte. Obama y sus socios occidentales deberán comprender algún día que en este tipo de guerra, las negociaciones no funcionarán ya que la solución se define en términos rígidos "de suma cero" y la idea central del yihadismo militante es: "nosotros ganamos, ellos pierden", o contrario sensu: "si ellos ganan, nosotros perdemos". Como resultado, la verdad ha sido la primera victima de este tipo de guerra y la razón pertenece de forma absoluta y sin apelación a quienes dominen la maquinaria propagandística. 

Occidente nunca ha comprendido que el éxito del sionismo en el corazón del mundo islámico no sólo representa una indignidad, sino que es visto por militantes integristas como la sentencia de muerte para la cultura dominante que permitió que ello sucediera. El éxito del sionismo es entendido por las organizaciones yihadistas y sus adherentes como el elemento y la ideología a destruir puesto que confronta con su concepción del mundo tanto por la modernidad que encarna como por sus elementos característicos , además de subrayar la impotencia y el retroceso de la cultura árabe-islámica en el mundo moderno. Y ello es así, aunque Israel es el único Estado que en su creación nació desde un ideal socialista cercano al tercer mundo, pero que alcanzo la condición de primer mundo en menos de 40 años de existencia y mucho antes de finales del Siglo XX. Este aspecto no debería ser ignorado ya que ha generado en las élites gobernantes árabes la victimización de sus pueblos culpando a Israel por sus desgracias y por tener que compartir sus riquezas regionales con un Estado judío en medio de ellos. 

En resumen, a estas alturas Obama debería saber que los palestinos no pueden reconocer a Israel sin sufrir una pérdida insoportable de su honor y sin ser humillados por los demás estados árabes-islámicos. Mientras que Israel no puede ceder más territorio sin garantías concretas de seguridad y su reconocimiento como Estado judío. Teniendo en cuenta estas dos realidades diametralmente opuestas, la idea lanzada por el presidente de los Estados Unidos y los europeos de "dos estados para dos pueblos" es una entelequia "de suma cero", aunque para los diplomáticos occidentales, sin embargo, la negociación en sí misma parece ser la panacea. Mientras tanto los diplomáticos iraníes y del mundo árabe frente a situaciones adversas continúa presentándose de forma cálida, amable y cortés, algo a lo que los estadounidenses y los europeos ignorantemente dan mucho valor y remarcan cuando pueden la franqueza, la sinceridad y la honestidad, de sus colegas, pero lo concreto es que los occidentales no se dan cuenta que son fácil y reiteradamente engañados por ese comportamiento amable y amistoso de sus enemigos. Así, los diplomáticos y la elite occidental mantiene y extiende reuniones y diálogos que solo se perciben como un símbolo de su propia debilidad y que simplemente refuerzan la creencia de que son "tigres de papel" y una presa fácil por usar el término de Ben Laden. 

Toda negociación y muestra de voluntad de diálogo de parte de occidente es vista como debilidad absoluta por los regimenes integristas, y bajo tales circunstancias, la buena voluntad y las medidas de acercamiento y confianza se interpretan como falta de fuerza y sumisión. Obama debe entender que esos regímenes están dispuestos a "negociar" sólo después de haber derrotado y establecido su superioridad sobre los que consideran sus enemigos, momento en el que sólo tienen que imponer condiciones en lugar de negociar ellos. Contrariamente a la opinión de los diplomáticos occidentales" que expresan el deseo de hablar a pesar que no entienden que ello se interpreta en la cosmovisión yihadista como un signo de falta de voluntad de ganar. La comprensión de esta mentalidad y el frustrado imperialismo religioso (yihadismo), explica por qué Hamas y Hezbollah no están dispuestos a negociar ningún acuerdo con Israel e insisten en su intención de destruir el estado judío. 

El presidente Obama debería explicar porque Hamas sigue disparando misiles contra ciudades israelíes y mantiene en su carta constitutiva que su guerra contra los judíos continuará hasta que sean destruidos y un nuevo estado árabe Palestino reemplace al actual Israel. También occidente y la administración Obama deberían explicarnos por qué Hezbollah en violación de varias resoluciones de la ONU ahora es más fuerte y esta mejor armado en el sur de Líbano de lo que estaba antes del 2006. ¿Por qué Siria continúa fortaleciendo sus lazos militares con Irán a pesar de protestas de la Sra. Hillary Clinton? ¿Por qué Hamas y Hezbollah no dudan en cometer crímenes de guerra utilizando civiles, escuelas, mezquitas y ambulancias como escudos? ¿Por qué Al-Fatah, el poder detrás de la Autoridad Palestina, celebro recientemente un congreso en Belén, donde abiertamente proclamo su intención de continuar la resistencia armada como estrategia futura hasta derrotar a Israel mientras los EE.UU. y la UE siguen enviándole millones de dólares y euros a sus cuentas bancarias? 

Tanto América como Europa, se han esmerado por transmitir a sus enemigos el mensaje de que son débiles, temerosos, indecisos e irresolutos y que no representan una amenaza inmediata al poder o los planes del integrismo radical y ello ha configurado un gravísimo error estratégico en la búsqueda de una paz genuina. Los diplomáticos pueden argumentar que el diálogo es necesario para aclarar malentendidos y reparar las injusticias de un pasado real o imaginario, pero sus enemigos lo ven de otra manera. 

Sólo cuando Israel recupere su poder de disuasión y restablezca su aura de invencibilidad estará en condiciones de lograr la seguridad que busca y entonces podrá establecer una paz verdadera con sus enemigos. Israel logró sus tratados de paz después de duros sacrificios y cruentas guerras y ello fue así porque demostró que podía defenderse y enfrentar las más feroces dictaduras socialistas árabes y sobrevivir, de no haber sido de esa manera no hubiera sobrevivido, Obama debería saber que entonces no habría sido posible firmar ningún tratado de paz. Y allí encontraran las razones aquellos escépticos de por que "la paz fría" con Egipto y Jordania se mantiene, mientras que el proceso de paz con las energías yihadistas esta estancado.



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