jueves, 19 de marzo de 2015

¿CABALLEROS ANDANTES DEL SIGLO XXI?. De "Cowboys a Cruzados" : voluntarios occidentales combaten al “Estado Islámico”.



Tradición y Acción por un Perú mayor


Con la obvia intención de amedrentar al público occidental, proliferan las noticias sobre jóvenes musulmanes de Europa y Estados Unidos que dejan sus países para incorporarse a la horda asesina del “Estado Islámico” (EI). Pero poco se habla del fenómeno opuesto, los jóvenes europeos y americanos que, tomados de verdadero idealismo, se enrolan en las milicias cristianas surgidas en Irak y Siria para defenderse de ese fanatismo genocida. 

El silencio mediático sobre tal reacción comienza ahora a romperse, al filtrar algunos casos que nos dan idea de su alcance y profundidad.

Los nuevos caballeros andantes 


Brett es un joven combatiente norteamericano de 28 años, que a fines de 2014 se incorporó a las fuerzas cristianas en la villa de Al-Qosh, al norte de Irak 

Él ya había servido en ese país entre 2006 y 2007, como soldado del Ejército de EE. UU. Ahora está de regreso, esta vez como voluntario de una milicia cristiana, Dwekh Nawsha (“Los que se autosacrifican”), creada para defender a los cristianos asirios de Iraq de las persecuciones del EI. 

Un reportaje de la agencia AFP explica que “Brett encarna a un movimiento emergente de occidentales que abandonan todo para venir a defender a los asirios”. 

Posiblemente el silencio de la prensa sobre estos voluntarios anti-EI se debe a que ellos no vacilan en llamarse “Cruzados”, palabra impregnada de legendarias connotaciones heroicas, pero sumamente antipática para el relativismo muelle y egoísta imperante en Occidente.

Brett, combatiente norteamericano de 28 años, 
voluntario de una milicia cristiana en Irak. 

Con una ametralladora tatuada en su brazo izquierdo, un Jesús con la corona de espinas en el derecho, y un San Miguel Arcángel – el Príncipe de las milicias celestiales – en su espalda, Brett se describe a sí mismo como un “cruzado”. 

Aquí estamos luchando para que las personas puedan vivir en paz y sin persecución, para que las campanas de la iglesia continúen sonando”, dice el joven. Sus palabras tienen resonancias de Caballería... 

Ningún yihadista ha osado poner el pie en Al-Qosh, pero la población huyó a principios de agosto, cuando el EI tomó varios pueblos vecinos, y junto a decenas de miles de otros cristianos del norte de Irak, se reagruparon en la región autónoma del Kurdistán iraquí. 

Uno de los objetivos de Brett es crear una “Legión Extranjera” en Irak. Para ello, gracias a sus talentos como reclutador, convenció para que se unieran a él a varios otros voluntarios estadounidenses y británicos, todos ellos con experiencia en el ejército o en agrupaciones militares privadas. Y asegura que hay decenas de candidatos en lista de espera. 

Su primer reclutado es Louis Park, un texano que dejó los marines en diciembre pasado, después de haber servido en Afganistán. “No me acostumbro a la vida en tiempos de paz”, dice Louis. “Quería volver”. 

Desde octubre, Louis comenzó a ahorrar dinero para viajar a Irak a luchar contra el EI. Para él se trata ante todo de un medio de defender a su propio país, los Estados Unidos. “Soy terriblemente patriótico”, dice. “Si mi gobierno no quiere combatir (al EI), lo haré yo”. 

Otro voluntario es Andrew, un canadiense que se unió al Dwekh Nawsha al oír hablar de atrocidades practicadas por el EI para alimentar el tráfico de órganos, denunciadas por organizaciones evangélicas y anti-islámicas, especialmente en América del Norte.


Un idealismo de fondo religioso 


En cuanto a Brett, fue una motivación religiosa la que le movió a regresar a Irak. Él enfoca la lucha contra el EI “como una guerra bíblica entre el bien y el mal”. Lleva siempre consigo “la misma Biblia de bolsillo desgastada que tenía cuando fue enviado a Irak en 2006, una imagen de la Virgen María doblada dentro de sus páginas y sus versos favoritos destacados”.

El joven compara su anterior campaña en Irak con la actual: “Es muy diferente”, afirma. “Aquí estoy luchando por un pueblo y por una fe, y el enemigo es mucho mayor y más brutal”.


Milicianos cristianos en Irak. 

La milicia también atrae a combatientes decepcionados con otros grupos armados, como los que inicialmente fueron reclutados por los combatientes kurdos. 

Es el caso de Scott, un veterano del Ejército norteamericano que quiso unirse a las “Unidades de Protección Popular” (YPG) kurdas, hasta que percibió, según dice, que eran “un montón de izquierdistas torcidos”. 

Otros extranjeros ahora incorporados a Dwekh Nawsha también se decepcionaron por la “fibra socialista” de los kurdos de las YPG, cuya resistencia a los yihadistas del EI en la ciudad siria de Kobané atrajo a muchos voluntarios. 

Uno de estos es Jordan Matson, veterano nativo de Wisconsin que se convirtió en una pequeña celebridad entre los combatientes extranjeros de las YPG. Él se consideraba un ’cowboy’, pero ahora percibe que su lucha es una Cruzada...


“Volveré a casa cuando el ’Estado Islámico’

 haya desaparecido de la Tierra” 


Es prototípico el caso del británico Tim Locks, de 38 años. Era un próspero empresario hasta que sorprendió a todos al decidir hacerse “miliciano anti-EI” y dedicarse, como él mismo dice, a “la caza a los terroristas sobre el terreno, en Irak”. 

“Yo era un hombre realizado. Vivía en una espléndida casa con piscina, y me tomaba vacaciones ocho veces al año. Podía darme todos los gustos”, confidencia. Hasta que en agosto de 2014 vio la noticia de una horrenda masacre perpetrada por el “Estado Islámico” en el valle del monte Sinjar, en Irak, que produjo 500 víctimas Yazidis. 

Tim Locks no dudó: se decidió a enfrentarse a “esos que matan y decapitan sin piedad. Me dije a mí mismo: es hora de ayudar a los otros”. Comenzó a buscar por Internet y encontró los datos para enrolarse en la milicia cristiana Dwekh Nawsha.

Tim Locks, de próspero empresario a miliciano anti-EI. 

Después de pasar los tests de reclutamiento, vendió sus propiedades, arregló sus negocios y a mediados de febrero viajó a Suleimaniye, metrópolí del sur de Kurdistán. 

Ahora su suerte está ligada a la de sus camaradas de Dwekh Nawsha y a los Yazidis. “Yo los considero ya como miembros de mi familia”, dice. A la pregunta “¿Cuándo regresa a casa?”, responde con determinación:“Cuando el estado Islámico haya desaparecido de la Tierra”. 

Voluntarios de otros países como Australia – e incluso sudamericanos como Argentina y Colombia – también se están sumando a las milicias cristianas en Siria e Irak. Y muy probablemente el movimiento tenderá a crecer, a medida que la saña asesina y anticristiana del EI se vuelve más patente y amenazadora.

"Veré tu jihad y levantaré contra ti una Cruzada", una muestra del estado de espíritu que se propaga en jóvenes de Occidente frente a la agresión genocida islámica.+

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