sábado, 21 de febrero de 2015

EL SILENCIO. Por Edna Pozzi. Colaboración de S.E. Cab D Adolfo "vasco" Zabalza OCSSPSIL.



“Siento esta noches heridas/de muerte las palabras.” Rafael Alberti 

Yo soy uno entre los millones de habitantes que pueblan este país. No ejerzo otra representación que la de cientos de compañeros y amigos que fueron obligados a un silencio forzoso y eterno del que todavía pretenden despertar. El silencio es una joya o un estigma, una condena llena de palabras heridas de muerte que a lo mejor serán pronunciadas un día de bienaventuranza. 

Por eso es tan altísimo el resplandor que emana de estas criaturas desoladas que tienen preso todo el color, todos los símbolos de la alegría, todo el resplandor de la vida.

En silencio, porque estamos colmados de dones, ejecutamos los ritos mas entrañables de nuestra cultura, decimos que si con el corazón, los brazos, las uñas y decimos que no, con la piel, con los ojos lacerados por el recuerdo y la estulticia y somos siempre la rebeldía, el pecado de la palabra, la crueldad manifiesta, el vacio. 

Por eso pienso la medida de agresión que hay en las palabras que tienden a empujarnos al silencio, porque no merecemos ser visibles en la plaza pública sino como recuerdo de un tiempo deshilachado que no tiene nombre seguro. Ya se sabe que quien grita mas sus aparentes verdades no hace más que destapar la basura del idioma para oprimir con todo los lazos disponibles. 

Hay un hombre que ha muerto y no se ha llevado con él el silencio total. Porque grita y molesta y hace trizas su silencio y es mucho más que nosotros eligiendo la valentía y las “equivocaciones” que iban a lacerar su muerte en forma cada vez más intensa. 

Tengo, entre tanto objeto inútil, una pequeña escultura que guardo celosamente. Ella es la de los “tres monitos sabios”, uno se tapa la boca, el segundo se tapa los oídos y el tercero los ojos.

Es decir no hablar, no mirar, no escuchar, ese seria tal vez el resultado que se espera de nosotros que obremos como ciegos, escuchemos a los que nos gritan y caigamos en el silencio. Un país no es ni un enfermo doliente ni la cueva de ALI BABÁ para enriquecernos, es otra cosa y a quien lo siente así, otra cosa, no lo van a convencer las artimañas verbales de los que pregonan el silencio total.

Muchos hombres han caído en ese silencio, que desdibuja nombres y fechas y deben ser rescatados de la opacidad porque su silencio es más doloroso y fatal. 

La muerte del Dr. Nisman y las infinitas palabras falsas o verdaderas que casi han ahogado su figura, es nuestra bandera y el silencio primordial del que alguna vez debe ser que nazca aquello que se llamara “Nuestra justicia”. Así lo quisiera comprender pensando que su desaparición es parte de los dolorosos “laureles que supimos conseguir”. 

¿De que muerte quieren hablar? El cincuenta por ciento de los niños que mueren en el Norte argentino es por hambre, sus fotografías invaden los medios pero el niño sin comprenderlo se ha tapado con el silencio mas terrible, el monstruo de las uñas sangrantes y también la indiferencia, apenas si jaqueada por las organizaciones de salud infantil.

Como no hay nada que decir frente a esas muertes que se tragaron todo el silencio así la patria tiene vergüenzas repetidas de asaltos, corrupción, inseguridad y cuanto mas tipos de torpezas han podido ser inventada por la muerte humana y entonces si resulta indignante que nos vengan a enseñar de que lado de la moral estamos, que se rían de nuestros fervores patrióticos y los enfrenten al “Viva la patria”.

Por eso es que al cabo de una lectura desapasionada de los medios, nos desconcerta saber cuan largo y difícil es llegar a la verdad, si a nuestro muerto lo asesinaron o el se dió muerte, distinción que parece superflua considerando que suicidio o asesinato son las resultas de un hombre acorralado en su intento de buscar la verdad. 

Agitar frente a esta muerte exclusivamente las razones jurídicas o políticas es equivocado. ¿Se juega aquí la reacción frente a una afrenta que viene de largas décadas? Una afrenta singular por el robo sucedido para frustrar una personalidad.

O se corrige ese cruel ademan, o quedamos expuestos al vacio de la identidad. No sabiendo si somos argentinos latinoamericanos o que, así van destrozando nuestras instituciones.

Algún día la dignidad de ser argentino se extenderá a gobernantes y gobernados, ese día el nombre de Alberto Nisman será otro escalón mas en la dolorosa lucha que nos han obligado a soportar. Entonces el silencio será temible, amenazante porque hemos pagado un altísimo precio para merecer “un minuto de silencio”.

Ese minuto por la muerte de Alberto Nisman es también un dato de profundo homenaje a todos los que sintieron que realmente sentían amor por esta Patria y habría que levantar las manos para decir: si, yo también soy Alberto Nisman.

Sé como es el desamparo y la gratuidad de la ofensa, pero sé sobre todo que ese minuto de silencio puede durar siglos y tal vez pueda llegar hasta ese niño que nació ayer y espera una madre poderosa y tenaz que lo cobije.


Publicado en el Diario La Opinión de Pergamino el 18 de Febrero de 2015. Edna Pozzi

*Poeta y prosista nacida en Pergamino (Buenos Aires, Argentina) en 1926.


1 comentario:

  1. Como siempre, la gran poeta argentina, la pergaminense Edna Pozzi, pinta con metáforas y acertadas reflexiones, una realidad que nos duele a todos.

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