En su primera medida del año, el papa Francisco profundizó los cambios en la Iglesia católica con la designación de 20 nuevos integrantes del Colegio Cardenalicio, el órgano encargado de asesorar al Sumo Pontífice en el gobierno del Vaticano. Entre ellos se encuentra el arzobispo emérito de Tucumán, Luis Héctor Villalba, uno de los pastores más cercanos a Francisco desde la época en que se lo conocía como Jorge Bergoglio.
De los 20 elegidos, quince tienen menos de 80 años, mientras que los cinco restantes ocupan puestos eméritos, entre ellos Villalba. Sólo aquellos que tengan menos de 80 serán considerados "electores" y podrán votar cuando sea necesario elegir el Papa que sucederá a Francisco.
De los nuevos cardenales elegidos, apenas un cuarto proviene de Europa. El resto se desempeña en distintos continentes. Su elección es un nuevo gesto de Francisco para profundizar la participación de las diócesis periféricas en la conducción de la Iglesia.
Quién es Luis Héctor Villalba
Nacido en Buenos Aires hace 80 años, Villaba se desempeñó como arzobispo emérito de Tucumán. Tuvo el privilegio de ser una de las personas que desde un primer momento supo cuáles serían los pasos que el papa Francisco iba a dar días después de ser ungido como nuevo líder de la Iglesia católica.
La razón no es otra que el conocimiento que tenía del Sumo Pontífice por haber trabajado codo a codo con él durante seis años consecutivos en el Episcopado Argentino, cuando Jorge Bergoglio era presidente y Villaba, vicepresidente primero.
En base a esa experiencia, que le permitió compartir decenas de charlas de amistad y viajes a Roma, el arzobispo emérito de Tucumán definió al Sumo Pontífice -en una charla con el diario La Gaceta- de manera breve, pero contundente: "Lo conozco bien, es un hombre sencillo, simple, muy cercano a la gente, sin protocolo, muy fraterno, con una gran capacidad de discernimiento. Es un hombre misericordioso, es el estilo de Jesús".
Según el Código de Derecho Canónico, los cardenales quedan por su solo nombramiento incorporados al clero de Roma como colaboradores del Papa, tanto en la Curia Romana como en las Congregaciones Romanas. Si no tienen diócesis a su cargo, deben residir en el Vaticano, aunque no es este el caso de ninguno de los designados.
El texto especifica que los elegidos deberán ser hombres destacados por su conocimiento de la doctrina, sus buenas costumbres, su piedad y su prudencia. Todos los designados estarán en condiciones de emitir su voto.
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